No vuelvas a comprar melón o sandía partida: es peligroso y los expertos avisan


Durante el verano, con el calor apretando y el cuerpo pidiendo alimentos frescos, no es raro que muchos opten por frutas jugosas y refrescantes como el melón y la sandía. Estos productos no sólo hidratan, sino que también aportan vitaminas, minerales y antioxidantes clave para sobrellevar las altas temperaturas. Sin embargo, lo que a simple vista parece una solución práctica (comprar sólo una porción o una mitad ya cortada) se puede convertir en un riesgo innecesario para la salud si no se tienen en cuenta ciertos aspectos.
Detrás de esa comodidad se ocultan peligros invisibles que podrían afectar a tu salud. Y no se trata de una exageración: los expertos en seguridad alimentaria han identificado estos productos como un posible foco de contaminación si no se manipulan y almacenan correctamente. Las frutas enteras, gracias a su piel gruesa, cuentan con una defensa natural contra bacterias y microorganismos, una barrera que se pierde por completo en el momento en el que se cortan. Desde ese instante, comienza una carrera contrarreloj.
¿Por qué no debes comprar melón o sandía partida?
Cuando compras una sandía o un melón entero, estás obteniendo un alimento protegido desde su origen. La cáscara actúa como un escudo ante la suciedad, los gérmenes presentes en el ambiente o las superficies por donde pasa la fruta. Pero cuando esa fruta se corta, se rompe ese equilibrio. La pulpa queda al descubierto y vulnerable frente a bacterias como Salmonella, E. coli, Listeria monocytogenes e incluso virus como el Norovirus.
Estos patógenos no sólo están presentes en el campo, sino que se pueden encontrar en los cuchillos, las tablas de corte, las manos o incluso el aire si no se respetan condiciones básicas de refrigeración y limpieza. Una vez cortada, la fruta comienza a desarrollar un entorno húmedo y azucarado, perfecto para el crecimiento de microorganismos, sobre todo si se deja a temperatura ambiente.
Uno de los errores más frecuentes en supermercados, mercados ambulantes y fruterías es exhibir estas mitades de fruta sin refrigeración. Aunque pueda parecer que están solo un rato fuera, basta un par de horas para que comiencen a proliferar bacterias peligrosas. Y peor aún si la fruta se expone al sol directamente o se mantiene en zonas sin ventilación. Las autoridades sanitarias son claras al respecto: este tipo de frutas partidas se deben conservar a una temperatura igual o inferior a los 5 °C, y sólo pueden mantenerse fuera de la nevera durante un máximo de tres horas si no se superan los 25 °C.
Bacterias peligrosas para la salud
En teoría, muchos locales deberían seguir estas normas, pero en la práctica no siempre se cumple. Es habitual encontrar mitades de melón o sandía envueltas en film transparente sobre bandejas sin refrigerar, expuestas a condiciones que favorecen la multiplicación bacteriana. Y si bien una persona sana podría superar una intoxicación alimentaria con algunos días de malestar, el peligro es mucho más alto en grupos vulnerables como mujeres embarazadas, ancianos, niños pequeños o personas con el sistema inmunológico debilitado. En estos casos, infecciones como la listeriosis pueden desencadenar consecuencias graves e incluso requerir hospitalización.
La Listeria monocytogenes, por ejemplo, es especialmente peligrosa porque se puede desarrollar incluso en ambientes fríos, como la nevera. Esto significa que una fruta ya contaminada podría seguir siendo un riesgo a pesar de estar refrigerada. Y no hablamos sólo de molestias digestivas: hay casos documentados en los que esta bacteria ha provocado infecciones sistémicas y complicaciones serias. Por otro lado, la Salmonella y el E. coli pueden generar cuadros agudos de vómitos, diarrea intensa, fiebre alta y deshidratación, especialmente cuando la persona no sabe que la causa está en ese trozo de fruta aparentemente inocente.
Por todo esto, cada vez más nutricionistas y expertos en seguridad alimentaria recomiendan evitar la compra de frutas ya cortadas, a menos que estés completamente seguro de su procedencia, de las condiciones de manipulación y del cumplimiento estricto de las normas de conservación. En caso de duda, la mejor decisión es llevarte el melón o la sandía enteros a casa. Cortarlos tú mismo te da el control total del proceso, desde el lavado exterior hasta la forma de almacenarlos una vez partidos.
Además, al hacerlo en casa puedes guardarlos bien tapados, en recipientes herméticos y dentro del frigorífico, de manera que se mantengan frescos y alejados de posibles contaminaciones cruzadas. Este sencillo gesto no solo prolonga su vida útil, sino que también protege tu salud y la de los tuyos ante peligros que, aunque invisibles, son perfectamente evitables.
En resumen, por mucho que la fruta cortada parezca una opción práctica y atractiva, sobre todo cuando el tiempo escasea, conviene recordar que la comodidad no debe comprometer la seguridad. En el caso del melón y la sandía, la elección más segura (y muchas veces también más económica) es optar por la pieza entera.