Jamás metas este alimento en el congelador: la importante advertencia de los expertos
Puede perder su frescura y tener un sabor menos agradable
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Congelar alimentos es una práctica común en los hogares de todo el mundo para preservar la comida, evitando que se eche a perder. Sin embargo, no todos los alimentos se pueden congelar, como por ejemplo los lácteos. Los lácteos son emulsiones complejas de grasas, proteínas y agua. Lo que ocurre con la congelación es que rompe esta estructura, causando que los componentes se separen. Cuanto mayor es el contenido de grasa de un producto lácteo, mejor resiste el proceso de congelación, pero incluso los productos más grasos pueden experimentar cierta separación o cambios en la textura.
Asimismo, cuando se congela un lácteo puede perder su frescura y tener un sabor menos agradable, especialmente si ha estado congelado durante mucho tiempo. Además, los cambios en la textura pueden hacer que el producto sea menos apetecible. La recomendación de los expertos es clara: evitar congelar lácteos siempre que sea posible. En lugar de esto, los expertos aconsejan almacenarlos en la parte más fría del nevera. En el caso de que no se puedan consumir a tiempo, lo mejor es utilizarlos en recetas y congelar el plato una vez terminado.
¿Por qué los lácteos no se pueden congelar?
Uno de los alimentos que más se utiliza en el día a día es la leche, y aunque podría parecer tentador congelarla para evitar que se estropee, esto puede ser contraproducente. La leche, como muchos productos lácteos, está emulsionada, es decir, sus grasas y líquidos están mezclados de manera uniforme. Al congelarse, este equilibrio se rompe, causando que las grasas se separen del agua y dando lugar a una textura grumosa y poco apetecible al descongelarse. Además de este cambio visual y sensorial, su sabor también se puede alterar.
El yogur es otro lácteo que no tolera bien el congelador, ya que pierde muchas de sus propiedades cuando es sometido a temperaturas extremadamente bajas. La textura característica del yogur se ve comprometida, volviéndose granulosa y líquida tras descongelarse. Incluso los microorganismos beneficiosos, como los probióticos, pueden no sobrevivir al proceso de congelación, disminuyendo así su aporte a la salud intestinal.
En cuanto a las cremas, utilizadas en la cocina por su versatilidad, tienden a cuajarse o separarse cuando se congelan. Esta separación afecta tanto su textura como su funcionalidad, impidiendo que se puedan batir adecuadamente para obtener esa consistencia esponjosa que se busca en muchas recetas. Incluso las cremas más ricas en grasa pueden sufrir este problema, aunque en menor medida.
El caso de los quesos es muy interesante porque su reacción al congelador varía según el tipo de queso. Mientras que los quesos duros como el cheddar o la mozzarella pueden resistir el frío, los quesos blandos, como el brie, la ricota o el queso cottage, sufren transformaciones importantes. Al descongelarse, estos quesos pierden su estructura original y adquieren una textura acuosa y grumosa.
Otros alimentos que no debes guardar en el congelador
Verduras como la lechuga, el pepino, el apio y los rábanos no toleran bien la congelación debido a su alto contenido de agua. Al congelarse, el agua dentro de sus células forma cristales de hielo que, al descongelarse, rompen la estructura de la planta. Esto da lugar a verduras blandas, acuosas y poco apetecibles.
Frutas como la sandía, el melón, las uvas o los cítricos enteros también sufren cuando se congelan. Al igual que ocurre con las verduras, el alto contenido de agua en estas frutas hace que se vuelvan blandas y pierdan su textura firme al descongelarse.
Congelar huevos con cáscara es un error que muchas personas cometen. El agua contenida en el interior del huevo se expande al congelarse, lo que puede romper la cáscara. Incluso si la cáscara no se rompe, la textura del huevo se altera y se vuelve difícil de utilizar para ciertas preparaciones. Si necesitas congelar huevos, es mejor romperlos, batirlos ligeramente y almacenarlos en recipientes herméticos.
Por otro lado, las salsas emulsionadas, como la mayonesa o la holandesa, no son aptas para el congelador. Al ser congeladas, sus componentes se separan, dejando un líquido aceitoso que no puede restaurarse fácilmente a su estado original. Este cambio no sólo afecta su apariencia, sino también su sabor y textura en los platos.
Las patatas crudas son otro alimento que no se debe congelar. Las bajas temperaturas afectan su estructura celular, lo que las hace blandas y granuladas al descongelarse. Además, el almidón presente en las patatas se convierte en azúcar en el congelador, lo que altera su sabor natural y las hace más dulces de lo esperado.
Aunque es posible congelar pasta y arroz cocidos, la calidad del plato deja mucho que desear. Estos alimentos tienden a volverse blandos, pegajosos y desmenuzables al descongelarse, especialmente si han sido cocinados al dente. Una alternativa mejor es congelar las salsas por separado y cocinar la pasta o el arroz frescos al momento de consumirlos.