Están en todos los jardines de España y son un imán de parásitos: las plantas que van a acabar con tu salud


El jardín puede ser, para muchos, un refugio de paz, un espacio de conexión con la naturaleza o incluso una pequeña huerta para el autoconsumo. Pero lo que a menudo se pasa por alto es que no todas las plantas se llevan bien entre sí. Aunque estéticamente puedan parecer una pareja ideal, en la práctica, algunas combinaciones vegetales terminan siendo un auténtico desastre. Las plantas, como cualquier organismo vivo, tienen sus propias necesidades y, en ocasiones, entran en competencia directa con sus vecinas por agua, luz, espacio o nutrientes del suelo.
En muchos jardines españoles se repite una combinación que, sin saberlo, actúa como un imán para enfermedades y plagas; puede acabar reduciendo el crecimiento de las plantas, debilitando sus defensas naturales y abriendo la puerta a parásitos que encuentran en ese entorno el caldo de cultivo perfecto. Y aunque suene exagerado, una elección mal hecha en la convivencia vegetal puede llevar al fracaso de toda una temporada de cultivo. Uno de los protagonistas de esta historia es el romero, una planta aromática muy querida pero que necesita su propio espacio.
Las plantas que atraen a los parásitos
El romero es una planta rústica, resistente y con muchas propiedades beneficiosas. Se cultiva por su aroma, sus usos culinarios y también por su valor ornamental. Sin embargo, lo que muchos no saben es que es bastante «selectivo» a la hora de compartir terreno y, cuando se cultiva cerca de ciertas plantas, su desarrollo puede verse limitado.
Una de las principales razones tiene que ver con la competencia por los recursos. El romero necesita un entorno con buena ventilación, abundante luz y libertad para crecer sin verse afectado por raíces invasivas o sombra constante. Cuando se le coloca al lado de especies que comparten esas mismas necesidades o que se desarrollan de forma más agresiva, pierde vitalidad.
Las crucíferas: enemigas silenciosas del romero
Dentro del grupo de plantas que no deben convivir con el romero están las Brassicaceae, también conocidas como crucíferas. Este grupo incluye vegetales muy presentes en huertos familiares y jardines: coles, repollos, rábanos, coliflor, y brócoli, entre otros. A primera vista no parecerían ser una amenaza, pero su forma de crecer, sus necesidades y su predisposición a ciertas enfermedades las hacen incompatibles con el romero.
Ambas especies suelen competir por nutrientes similares en el suelo. Pero lo más preocupante es que las crucíferas suelen atraer ciertas enfermedades fúngicas y bacterianas que, aunque normalmente no afectan directamente al romero, sí pueden debilitar su sistema inmunológico y favorecer ataques de hongos si las condiciones del entorno se vuelven desfavorables (exceso de humedad, mala ventilación, etc.).
Las zanahorias y las cebollas: atracción para pulgones
Otra combinación desafortunada es la del romero con las zanahorias y las cebollas. Aunque algunos manuales de jardinería los presentan como compatibles, en la práctica pueden surgir problemas. Ambas especies, especialmente durante ciertas épocas del año, se convierten en un imán para los pulgones, pequeños insectos que se alimentan de la savia de las plantas y que se reproducen con rapidez.
El romero, si está demasiado cerca de estos cultivos, puede terminar siendo víctima colateral. Aunque no es una de las plantas preferidas por los pulgones, su cercanía con una población activa puede facilitar la colonización. Además, los pulgones pueden transmitir virus entre plantas, lo que agrava aún más el problema.
Calabazas y acelgas: el problema de la sombra
Más allá de las enfermedades o plagas, otro factor que puede dañar seriamente al romero es la falta de luz. En este caso, las calabazas y las acelgas son culpables involuntarias. Ambas tienen un crecimiento vigoroso, con hojas grandes que, una vez maduras, pueden crear zonas de sombra permanente en el jardín. Y si algo necesita el romero para mantenerse sano, es la luz directa del sol.
Cuando se ve privado de ella, su crecimiento se ralentiza, sus hojas pierden color y aroma, y se vuelve más susceptible a enfermedades. Además, al estar en un ambiente más húmedo y sombrío, se multiplican los riesgos de aparición de hongos como el oídio.
Compañeros ideales para el romero
No todo son malas noticias cuando hablamos del romero en el jardín. Aunque hay plantas con las que no conviene juntarlo, también tiene compañeros vegetales que le vienen como anillo al dedo.
La lavanda y el tomillo, por ejemplo, son aliados perfectos. Los tres adoran los climas cálidos, los suelos secos y bien drenados, y la exposición solar directa. Esta combinación no sólo es bonita, sino también funcional, ya que juntas pueden ayudar a repeler insectos no deseados.
Otra buena compañera es la salvia, que al igual que el romero, es una planta aromática robusta. Juntas, forman una barrera natural contra plagas. Las fresas también pueden convivir con el romero si se plantan a cierta distancia, beneficiándose de su capacidad repelente sin competir por recursos.