Cuántas semanas tiene un año: el truco para calcularlo fácilmente
El cálculo de esta cifra tan concreta es de lo más sencillo
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¿Cuántas semanas tiene un año? Si alguna vez te has hecho esta pregunta te la vamos a responder. Seguro que ya debes saber que un año tiene 365 días y que cada mes tiene cuatro semanas, pero cuando se habla de semanas y de años, son pocas las veces que se ofrece el número exacto al respecto. Os lo resolvemos a continuación, y también os explicamos el porqué de estos números o de hecho a qué calendario corresponden.
¿Cuántas semanas tiene un año?
Según el calendario gregoriano, que es el calendario que marca nuestros días, meses y años desde hace siglos, un año tiene un total de 52 semanas, aunque ese número no es redondo del todo si tenemos en cuenta que para hacer el cálculo, se deben dividir los 365 días que tiene el año, por los siete días que tiene la semana, como resultado, la cifra que se obtiene es de 52.143, es decir, 52 semanas y un día, pero no olvidemos que además, existen los años bisiestos.
Un año bisiesto de nuestro calendario ocurre cada 4 años, excepto los años que son divisibles por 100 y no divisibles por 400. En un año bisiesto tenemos 366 días (con el mes de febrero teniendo 59 días). Entonces si hacemos el mismo cálculo anterior, de dividir 366 días por los 7 días de una semana, el resultado que vamos a obtener es el de 52 semanas y dos días que es el número de semanas que tenemos cada cuatro años.
Ahora ya sabes cuántas semanas tiene un año. Si alguien alguna vez te lo pregunta, debes contestar 52, ya que aunque no sea realmente la cifra exacta, los días de más que se han señalado suelen quedar fuera de la suma.
La duda que nos plantea todo el cálculo realizado es ¿por qué un año tiene 52 semanas? o de hecho, ¿por qué un mes tiene 30 o 31 días o un año 365 o 366 días? todo esto se debe al calendario gregoriano.
El calendario gregoriano, el calendario que marca nuestros días
Sabemos que nuestros días se rigen por el calendario gregoriano, pero esto es así desde el año 1520 dado que antes nos regíamos por el calendario juliano que por lo visto era más exacto, aunque no era capaz de ajustarse bien con respecto a las estaciones.
De este modo, el calendario que había establecido por primera vez Julio Cesar en el año 45 a.c. quedó eliminado en 1582 cuando el Papa Gregorio XIII decretó que los 10 días siguientes al 4 de octubre simplemente no existirían. El día siguiente sería el 15 de octubre. A partir de entonces, entraría en vigor un nuevo calendario que alinearía mejor los meses con el viaje de la Tierra alrededor del sol. Esto corregiría ese desajuste en el antiguo calendario romano que estaba causando que los meses cayeran constantemente fuera de alienación con respecto a las estaciones.
El calendario gregoriano , con su intrincada danza de días bisiestos y años bisiestos, parece absolutamente banal para aquellos de nosotros en el mundo occidental de hoy en día. Pero vale la pena hacer una pausa para reflexionar sobre lo extraño que es el sistema y cómo llegamos aquí en primer lugar.
Cómo el calendario gregoriano salvó las estaciones
El problema principal con el que tiene que lidiar cualquiera que pretenda establecer los días, meses y años en un calendario es el hecho de que la Tierra tarda un poco más de 365 días en hacer un viaje completo alrededor del sol. En concreto, tarda 365.24219 días.
Entonces, si tenemos un calendario con solo 365 días, las estaciones caerán muy lentamente fuera de sintonía con los meses.
Este dilema fue captado desde el principio por los astrónomos de Alejandría, Egipto, que ayudaron a Julio César a diseñar un nuevo calendario en el 45 a. C. Hasta ese momento, el calendario romano era una mezcolanza desordenada, con días adicionales añadidos en febrero de vez en cuando en función de los caprichos de los políticos. César quería una forma más estable y confiable de marcar las fechas.
Pero el nuevo calendario juliano que finalmente se acabó utilizando todavía tenía algunos fallos. Tenía un día bisiesto cada cuatro años, lo que resultó ser una sobre corrección. El año promedio ahora tenía 365,25 días, solo un poco más de 365,24219.
Para la década de 1570, esas pequeñas diferencias se habían sumado. El calendario ahora estaba desincronizado con respecto al año solar en unos 10 días.
Entonces, en 1577, el Papa Gregorio XIII nombró una comisión, dirigida por el médico Aloysius Lilius y el astrónomo Christopher Clavius, para resolver el problema. Les llevó cinco años, pero se les ocurrió una solución: primero, decidieron eliminar esos 10 días adicionales y empezar de alguna manera «de cero». A continuación, se modificó el sistema de años bisiestos, estableciendo que tendríamos años bisiestos cada cuatro años, excepto en los años centenarios que no son divisibles por 400. Así que hay un año bisiesto en 2000, pero no en 1900, 1800 o 1700.
Esto cambió la duración del año promedio a 365,2425 días. Todavía no es perfecto, pero está lo suficientemente cerca con respecto al movimiento del sol. Gregorio también movió el Año Nuevo del 25 de marzo (la Fiesta de la Anunciación) al 1 de enero.
No todo el mundo adoptó el calendario gregoriano desde el principio
A pesar de los cambios, sin embargo, no todo el mundo adoptó el calendario gregoriano de inmediato, ya que aunque se instauró en países católicos como Italia, España y Portugal, los países protestantes desconfiaron de esta nueva iniciativa papista, viéndola como una intrusión católica sospechosa.
Gran Bretaña y las colonias americanas no cambiaron realmente hasta 1752. (Cuando finalmente lo hicieron, tuvieron que borrar 11 días). Suecia solo hizo el cambio en 1753. Turquía se dividió entre los calendarios juliano e islámico hasta 1917.
Durante la Revolución Francesa, mientras tanto, los líderes en Francia decidieron purgar sus calendarios de cualquier matiz religioso. El nuevo calendario republicano francés , adoptado en 1792, tenía 12 meses idénticos de 30 días. Las semanas tenían 10 días. Y había cinco o seis días adicionales al final de cada año por vacaciones. El calendario también cambió el nombre de los meses, con apodos como Brumaire o Thermidor. Ese calendario tan atípico, fue abandonado en 1805 y solo revivió brevemente por la Comuna de París en 1871.
Hoy en día, el calendario gregoriano ha conquistado en gran medida el mundo y la mayoría de los países lo siguen con fines de coordinación.
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