Adiós para siempre al papel higiénico: su fin está cerca y ya hay sustituto

El papel higiénico se ha convertido en un elemento indispensable en nuestra vida cotidiana. Su origen es muy reciente, ya que nació en Estados Unidos a mediados del siglo XIX de la mano de Joseph C. Gayetti. Ahora, algunas voces advierten de los problemas que el papel higiénico tiene sobre el medio ambiente, especialmente el extra suave.

Por eso, en los últimos años se ha señalado al papel higiénico como uno de los elementos que más daña a nuestro planeta y desde entonces se trabaja por buscar un sustituto adecuado. Pues bien, parece que esto está cada vez más cerca y pronto tendremos que decir adiós al papel higiénico.

Historia del papel higiénico

El papel como recurso para la higiene personal se remonta al siglo VI en China durante la dinastía Tang. En esa época, el emperador ordenó la producción de papel suave y aromático para su uso personal. No obstante, el papel higiénico moderno, tal como lo conocemos hoy en día, fue patentado en el siglo XIX.

En 1857, el empresario estadounidense Joseph Gayetty patentó el primer papel higiénico elaborado con cáñamo y enriquecido con aloe vera para proporcionar alivio a la piel. Desde entonces, se han llevado a cabo numerosos avances en la fabricación y calidad del papel higiénico.

¿Por qué es perjudicial para el medio ambiente?

El preocupante impacto ambiental del papel higiénico, particularmente el de mayor suavidad, se debe a que su fabricación requiere un mayor porcentaje de fibra nueva. A diferencia del papel estándar, el papel higiénico extra suave requiere más fibra nueva para lograr su suavidad y calidad. Por lo tanto, su producción resulta menos sostenible, ya que implica mayor uso de recursos naturales.

A esto hay que sumar que el papel higiénico no logra limpiar por completo, lo que ha llevado a muchas personas a considerar alternativas más higiénicas. Algunas personas han vuelto a utilizar métodos más tradicionales, como el uso de agua y jabón para conseguir una limpieza completa, evitando así posibles irritaciones y mejorando la higiene personal.

Asimismo, los hallazgos del estudio realizado por científicos de la Universidad de Florida sugieren que el papel higiénico podría ser una fuente de sustancias químicas conocidas como ‘contaminantes eternos’. Estos compuestos, encontrados en muestras de aguas residuales y en el propio papel higiénico en diversas regiones, plantean preocupaciones sobre posibles riesgos para la salud humana.

Posibles alternativas

En este contexto, cabe señalar que existen alternativas al papel higiénico en algunas culturas. El bidet, que sigue siendo común en España, es un dispositivo para lavar con agua la zona genital después de usar el inodoro.

En otras partes del mundo, como en algunos países asiáticos y del Medio Oriente, el uso de una manguera para limpiar las partes íntimas con agua es una práctica extendida.

Por otro lado, los inodoros con duchas de mano incorporadas, particularmente aquellos que ofrecen opciones similares al bidé, han ganado popularidad en lugares donde tradicionalmente no eran tan comunes, como en los Estados Unidos.

Otra opción ecológica y eficiente para el medio ambiente son los productos de papel higiénico biodegradable o hidrosoluble. Este papel contienen esporas inocuas que, al entrar en contacto con el agua, se activan para descomponer el papel higiénico en un período corto, aproximadamente unas 5 horas. Esta solución no solo es beneficiosa para el entorno, sino que también contribuye al mantenimiento de las tuberías de aguas residuales al prevenir la obstrucción de las mismas.

Y, por último, hay quienes están promoviendo los rollos de papel higiénico de tela reutilizables como una opción sostenible y amigable con el medio ambiente. Estos rollos suelen estar compuestos por cuadrados de tela o esponja unidos por botones y se pueden lavar en la lavadora después de su uso.

A pesar de ser una opción considerada más ecológica, suscitan algunas preocupaciones. Y es que es necesario lavar estos rollos a temperaturas elevadas para asegurar la higiene, lo que implica el consumo de agua caliente y detergentes.