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En los hogares modernos cada vez se usa con más frecuencia el lacado en blanco, para dar a las estancias un toque de luminosidad y de calidez que en muchos casos imita a los estilos de decoración nórdicos. Se suele ver en muebles, pero sobre todo en las puertas de la vivienda.
El problema que tienen las puertas blancas es que, aunque estéticamente son más vistosas que las de color madera tradicional, también son más delicadas de mantener. Cualquier rastro de suciedad, pérdida de brillo o incluso de color, se refleja con mucha más nitidez en una puerta lacada en blanco.
Si no queremos estar todo el día limpiándolas, hay varios trucos de limpieza que los profesionales recomiendan para mantenerlas siempre en perfecto estado. Y si debes contar con un método de referencia, procura que sea este:
Esta es la mejor forma de limpiar una puerta lacada en blanco
- En primer lugar, los expertos recomiendan siempre una limpieza regular. Cuando las puertas son blancas, resulta más importante que en otros casos evitar que aparezcan signos de suciedad visibles. Para ello, basta con aplicar una bayeta humedecida y un poco de jabón líquido convencional una vez por semana. Es decir: no esperar a que la puerta esté sucia para limpiarla.
- Eso sí, después de haber limpiado la puerta es absolutamente esencial secarla bien para que quede perfecta.
- Solo si descubres alguna mancha específica, como por ejemplo huellas grasientas, aceite o similar, debes aplicar un producto de limpieza específico. Estos productos son abrasivos, así que úsalo siempre con mesura y frotando de manera suave para no estropear la puerta.
¿Cómo puedo devolver su color a una puerta blanca amarilleada?
Como sucede en muchas situaciones relacionadas con la limpieza, el mantenimiento frecuente y la prevención son los mejores aliados para evitar problemas. En el caso de las puertas blancas, aunque siempre se pueden volver a pintar, lo ideal es aplicarles a menudo un poco de glicerina.
La glicerina es un producto de limpieza transparente y de textura muy densa. Y su uso es muy sencillo: tan solo tenemos que aplicarlo en toda la puerta con una bayeta de microfibra, esperar un poco a que se seque, y después pasar otro paño seco para retirar los restos del producto. Así no solo conseguiremos evitar que la puerta amarillee, sino que además lucirá siempre brillante.
¿Qué es lo que no hay que hacer nunca con una puerta lacada en blanco?
Tan importante como limpiar bien la puerta es evitar aquello que pueda dañarlas. En este sentido, hay tres tipos de productos habituales de limpieza que jamás se deben usar en una puerta o mueble lacado en blanco:
- Productos que contengan una alta concentración de alcohol: son muy abrasivos, y si dejan cualquier marca en el color blanco se notará muchísimo.
- Blanqueadores artificiales: jamás caigas en la tentación. No conseguirás disimular un desperfecto aplicando un blanqueador; lo normal es que se note mucho más que antes porque el tono de blanco jamás coincidirá con el de una puerta lacada.
- Estropajos: utiliza siempre paños suaves o bayetas de microfibra. El lacado es una técnica delicada y sensible a los arañazos.