SANIDAD VALENCIANA

El infierno de Mari Carmen: entra por una extracción de trompas y le destrozan la vejiga y los intestinos

"Les dije que tenía como una bolsa de agua, que me hacía caca, pero no se acercó ningún ginecólogo"

"Era levantarme y me hacía pipí y tenía que ir siempre con pañales"

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Ignacio Martínez

La vida de Mari Carmen Rodríguez Ortiz, una vecina de la localidad valenciana de Requena, se ha convertido en un calvario desde el 11 de octubre de 2018. Ese día, se sometió, en el hospital público de Requena, a una intervención quirúrgica de extracción de trompas para evitar que sus abundantes sangrados de la menstruación se convirtieran en una pesadilla. La cirugía no salió bien. Sufrió dos cortes: uno en la vejiga y otro en los intestinos. Ese mismo día, tuvo que ser operada de nuevo porque se moría desangrada. Y, a la mañana siguiente, se despertó con brazo y pie derecho paralizados. Había sufrido dos ictus cerebrales. Ha estado ingresada en tres hospitales públicos de la sanidad valenciana y son incontables los días y las noches que ha pasado sondada. «Vivo un infierno: sueño con goteros, los huelo y creo que aún estoy en el hospital».

Harta de la vida y de las dificultades que la impiden avanzar, Mari Carmen ha intentado suicidarse cinco veces. No puede casi andar porque los dedos de su pie derecho están agarrotados. Tiene la incapacidad absoluta. Desde hace dos años espera, sumida en lágrimas, ataques de ansiedad y síncopes recurrentes a que su reclamación prospere en los juzgados. Mientras tanto, sólo sueña en volver andar, entre episodios de ansiedad y depresión. Esta es su historia contada en primera persona.

PREGUNTA.- El 11 de octubre de 2018 se somete usted a una operación de extracción de trompas. ¿Por qué?

RESPUESTA.- El ginecólogo me dijo que no podía estar tumbada en la cama con las pastillas que me quitaron la regla. Yo había estado toda la vida con anemias. Y el médico me quitó las pastillas. La primera regla después de eso, me tuvieron que meter gasas por dentro. La segunda, igual. Y, la tercera, me desmayé en casa. Entonces, me programaron la operación para la semana siguiente. La operación consistió en quitarme las trompas y la matriz.

P.- ¿Y qué ocurrió en esa intervención?

R.- Yo sólo tenía la información de la ginecóloga que me preparó los papeles de que, posiblemente, me podían romper por la vejiga, porque había tenido la cesárea de mi hijo. Entonces, me hicieron la operación abierta, porque por la cesárea no podían hacer sólo el agujero. Y menos mal que me la hicieron abierta. Si no, me rompen los pulmones y todo…

P.- ¿Es una operación larga?, ¿corta?…

R.- ¡Qué va!, si eso lo están haciendo todos los días.

P.- ¿Y qué ocurrió al salir del quirófano?

R.- Les dije que tenía como una bolsa de agua, que me hacía caca. Tenía una sensación rara. Muy molesta. Pero no se acercó ningún ginecólogo. De hecho, no han dado la cara. Se me acercó el anestesista. Y me dijo que era imposible que tuviera dolor con todo lo que llevaba. Y te quedas allí. Estaba en manos de ellos. Y pasaba el tiempo.

P.- ¿La llevaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)?

R.- No. Al rato largo, largo, y eso ya lo saben mi madre y mi hijo, entró una médico y me chilló: «¿Mari Carmen, qué te pasa?…», y le dije: «Que me estoy muriendo». Y me contestó: «¿Qué me dices?». «Que me estoy muriendo». Entonces, ella dijo: «¿Es que nos dais cuenta del estado de la paciente?». Empezaron a pedir un ecógrafo. Y yo pensé: malo. Me hicieron una ecografía. Y yo solamente vi que estaba encharcada en sangre. Y ya me metieron al quirófano. Y ya no me acuerdo de nada.

P.- ¿Para volverla a operar?

R.- Sí

P.- Y, exactamente, ¿qué le hacen esa nueva cirugía?

R.- Según me contó la que me salvó la vida, que siempre le decía que me había salvado la vida y me llamaba a casa y yo a ella, me dijo que fue una operación a contrarreloj, que me moría. Me tuvieron que sacar los intestinos para buscar la arteria. Que me habían roto un trocito de intestino, dijo.

P.- ¿Las dos cirugías fueron seguidas y en el mismo día, el 11 de octubre?

R.- Sí.

P.- En esa segunda cirugía del 11 de octubre, ¿qué le hacen?, ¿le cosen los ojales?

R.- No. Me cosen solamente el intestino. El otro ojal, el de la vejiga, me lo cosieron en la primera cirugía.

P.- ¿La enviaron del quirófano a la UCI?

R.- No. A la habitación. Pero si me hubieran llevado a la habitación entre la primera y la segunda cirugía me hubiera muerto. Yo salí monitorizada de la primera cirugía: ¿Cómo no se dan cuenta de que me estaba muriendo?… Por Dios. Eso, se ve. Lo vio la doctora nada más abrir la puerta. Y estos, ¿no se dan cuenta?… Yo empecé a ver borroso y me di cuenta de que me iba.

P.- ¿Tras la segunda cirugía, la llevaron a la habitación?

R.- Sí. Pero yo no me acuerdo. No me acuerdo de nada ya.

P.- Entonces, ¿cuál es su siguiente recuerdo?

R.- En el TAC, que me decían que levantara una mano, la otra…, yo pensaba «qué cansinos».

P.- ¿Y qué pasaba cuando le decían que levantara la mano derecha?

R.- No podía. Se me caía. Levantaba la otra. En la parte derecha no tenía movilidad. Pero, yo nunca pensé que había sido una cosa tan grave.

P.- ¿Quién detecta que no tienes movilidad?

R.- Una enfermera, que me refrescó, según mi madre. Entonces, se lo dijo a un ginecólogo que entró de guardia: que no movía la pierna ni el brazo. Y mi madre me ha contado que yo decía tonterías. No me acuerdo de nada.

P.- ¿Qué hace el doctor cuando detectan que no tienes movilidad en la parte derecha de tu cuerpo?

R.- Me hicieron TACs y, luego, me llevaron a la UCI. Y, al día siguiente, me trasladaron a la UCI del Hospital General de Valencia con un Samu.

P.- ¿Es en el Hospital General de Valencia donde detectan que has sufrido dos infartos cerebrales?

R.- Sí. Entre la primera y la segunda cirugía, cuando ya he perdido la sangre.

P.- ¿Es a su llegada al Hospital General cuando se da cuenta de lo que está sucediendo?

R.- No. Yo no sabía nada. Se ve que les di mucha guerra. Que me tuvieron que sedar y todo. Veía cosas incoherentes. Veía a mi hermano, a mi cuñada, a mi hijo, que estaban hablando los médicos con ellos. A una enfermera le decía Nuria, que es el nombre de mi cuñada: «Nuria, ven aquí. ¿Por qué se han ido?», de eso me acuerdo. Y me decía la enfermera que ella no era Nuria. Y yo le respondía: «Tú eres mi cuñada. ¿Cómo no voy a saber yo quién es mi cuñada?…». Al final, se ve que me iba a tirar de la cama. Y ya me ataron y de todo. Eso, ya me lo contó el neurólogo. Yo no me enteré de nada de eso. Sólo me acuerdo que le decía: «Nuria, ven».

P. ¿Cuándo consiguió reaccionar?

R. Cuando me dejaban salir los fines de semana para que mi mente se distrajera. Mi madre me llevaba a casa de mi hermano. Y me di cuenta de que el pie era goma. Que no podía.

P. ¿Cuál fue el tratamiento en el Hospital General?

R. Tuve un fecaloma, que lo pasé muy mal. Eso, es caca que no sale. Fui a mi casa. Me puso mi hermano en el baño y no podía hacer nada. Luego, cuando mi madre me puso el pañal, para llevarme allí otra vez, le dije que estaba mojada. Era como una regla. Estaba llena de sangre. Y me llevaron corriendo. Empezaron a venir médicos. Al final, me lo sacaron. Al día siguiente, el neurólogo me dijo: «Has tenido un parto por el culo». Horrible. Lo pasé fatal.

P. ¿La llegaron a sondar?

R. Me sondaban porque yo no podía (ir al baño). No me sentaron en el sofá ni nada. Estaba en la cama siempre, sondada.

P. ¿Los médicos decían algo acerca de cuál era el origen de todos estos problemas que estabas pasando?

R. El médico dijo que iba a comprobar los TACS de Requena con los de Valencia. Dijo que tenía claro que era todo de la operación.

P. Cuando le dieron el alta, ¿regresó a casa?

R. No. Me enviaron a Portaceli a hacer la rehabilitación. (Se trata del hospital Doctor Moliner).

P. Y, para esa rehabilitación, ¿estaba bien?, ¿podía ir con unos pantalones o una falda?

R. Estaba fatal. Me hacían estar todo el día en la silla. Y yo, como estaba operada de aquí (se señala las partes bajas de su cuerpo) me dolía. Me hacían estar todo el día en la silla. Y llorando yo. Pasándolo fatal. No podía. Pero me esforzaba mucho en hacer la rehabilitación. Me decían: «Madre mía, la fuerza de voluntad que tienes, que van a abrirte en canal, dos veces seguidas».

P. ¿Los problemas urinarios continuaban?

R. Claro. Era moverme o levantarme y se me salía el pipí. Siempre iba con pañales.

P. ¿Qué supone para una persona de 46 años, como usted tenía entonces, estar todo en día en pañales?

R. (Rompe a llorar) Fatal. Horrible. Tenía gente que iba a cambiarme, chicos… Hacer caca y todo en el pañal. Todos los días me ponían enemas. Una experiencia muy mala.

P. ¿Qué pasa cuando no puede soportar más llevar esos pañales?

R. Yo quería operarme. Pero me dijeron que no me podía operar. Iban a sondarme tres meses. Y que con esos tres meses se cerraría el ojal ese. Y yo les decía que no. Que me operaran. Que yo no quería estar más así. Me dijeron que no y me sondaron.

Por la tarde, me sientan en la silla de ruedas para ir a la rehabilitación. Y un dolor como si llevara puñales dentro. Exagerado. Cuando subí…, tenía que estar tres meses sondada. Y pensaba: «¿Cómo voy a hacer rehabilitación así? «. Pero tenía que hacerla, así que me dije: «Para adelante, Mari Carmen». Y ya está. Y me sentaba en la silla, llorando, con unos dolores exagerados.

Cuando subí, la rehabilitadora me dijo que estaba muy blanca. Me preguntó si quería caminar. Le contesté que sí. Pero me puse en el andador y noté como un tirón. Me empecé a poner muy blanca. Ya me vio la doctora, me sentaron en la silla y me mandaron otra vez a la habitación.

Llamaron a un médico, que no vino. Me mandaron un calmante y ya está. Para subirme a la cama nadie venía. Luego, me subió una mujer que había allí. Y yo creía que me moría. El corazón no podía más. Pasé la noche mal. Pero, al rato de estar acostada dije a mi madre que estaba mojada, con todo el camisón mojado. Le dije a mi madre que fuéramos a otro sitio a que dieran otra opinión.

Al día siguiente se presentaron la doctora de planta y la médica de rehabilitación. Me dijeron que hablarían con los urólogos y que me iban a quitar la sonda. Me dijeron que si una parte estaba húmeda y otra seca, nunca iba a cerrar. Que eso, había que coserlo.

P. Entonces llega la tercera intervención quirúrgica, esta vez, en el Hospital General de Valencia.

R. Había enfermeras, ginecólogos, un montón de gente allí metida. Me llevaron a la UCI, porque esto (se señala el corazón) llevaba a los cardiólogos de culo. Me moría. Después, me mandaron a casa. Estuve 19 días sondada.

P. ¿Le afectó psicológicamente todo lo que ocurrió?

R. Me afectó todo mucho. Porque yo sigo en la cama, sigo oliendo los goteros. Y, cuando me despierto, a veces, siento que estoy en el hospital. Los huelo aún. Despierta. Los huelo. Han pasado cuatro años y medio y sigo soñando con ello.

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