PROFUNDA CRISIS EN EL GOBIERNO VALENCIANO TRAS LA IMPUTACIÓN DE LA VICEPRESIDENTA

Oltra se aferra al sillón por la cobardía de Puig ante el órdago de Compromis

Ximo Puig Oltra
Fotomontaje de Ximo Puig y Mónica Oltra.
Ignacio Martínez

Mónica Oltra se aferra al sillón incluso después de que la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) la haya imputado por el caso que supuestamente implica a la que es vicepresidenta primera del Gobierno valenciano, que preside el socialista Ximo Puig, y consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas en la presunta ocultación de la denuncia de la menor acerca de los abusos a que la sometía su entonces marido. El caso cuenta ya con 14 imputados entre cargos y personal de la citada Consejería. Pero ella no dimite, respaldada por el órdago de Compromís al presidente valenciano que, en lugar de dar un paso adelante, se ha amilanado y guarda silencio.

El demoledor auto del TSJ valenciano en torno a la imputación de Oltra no deja lugar a dudas. Los magistrados sospechan que la vicepresidenta valenciana supuestamente conoció desde el principio los abusos de su marido a una menor tutelada. Pero, pese a ello, Compromís mantiene su total apoyo a Mónica Oltra. Se ha hecho fuerte en el Gobierno valenciano con esa tesis y con una segunda que ya no se sostiene de puertas afuera, la de la cacería de la que llaman «extrema derecha». Compromís, a estas horas, no contempla que ella dimita ni que Ximo Puig la destituya.

Con estos dos argumentos, Compromís mira a Puig a los ojos para decirle no a una posible destitución de Mónica Oltra, que sólo se consumaría si ella, directamente, lo pidiera y siempre eligiendo la propia Oltra el momento, el modo y a su relevo. El presidente valenciano no replica. Y ello, pese a que tanto el PP como Vox han exigido hoy la marcha fulminante de Oltra. 

Es más, lo que se baraja en Valencia es que será ella, en su calidad de portavoz del Gobierno valenciano, quien comparecerá mañana ante los medios, salvo expreso deseo personal de que no sea así. Y que el enorme ruido provocado por la imputación aconseje que sea otro consejero quién la sustituya, pero para ese papelón no hay voluntarios. Ni los va a haber. Ese puesto, el de portavoz, es el único que podría ceder. Y, tampoco iría a parar a ningún cargo socialista.

La línea roja

Mónica Oltra ya plantó bandera hace ocho días. El pasado viernes, en la rueda de prensa tras el Pleno del Gobierno de Puig, preguntada acerca de dónde ponía la línea roja para dar un paso al lado, dijo que «en la verdad y en la realidad». Lo que se entendió como un ‘no voy a dimitirni imputada. Y en esas sigue.

Ahora mismo, ante la resistencia de Compromís a la marcha de Oltra el plan de Puig es aguantar y esperar hasta que pase el huracán. Ayer, en Valencia se barajaban varios escenarios. Uno, que Puig no tomará decisiones hasta que no pase el domingo, día en que se celebran las Elecciones en Andalucía. Un plan que sólo puede verse alterado si el presidente del Gobierno de España, el también socialista Pedro Sánchez, descuelga el teléfono y le pide que rompa el pacto y afronte en solitario el resto del mandato. 

Improbable y arma de doble filo, porque el peso que le quitaría sacar a los nacionalistas valencianos del Gobierno se lo impondría tenerlos como oposición en las Cortes Valencianas durante más de 10 meses. Y más con el caso Azud, que supuestamente implica una presunta corrupción socialista en las elecciones autonómicas de 2007 en candelero y con la imputación de su propio hermano Francis Puig por las supuestas irregularidades en la obtención de subvenciones de empresas relacionadas con el citado Francis Puig del propio Gobierno que Puig preside.

Aguantar el verano

En consecuencia, la opción que prefiere Puig es la de aguantar: que el verano calme las tempestades y allá por octubre y en función de los acontecimientos, si es que ella aguanta, ya veremos. A medida que esta estrategia se pongan en marcha y siempre con el consentimiento de Compromís, no es descartable un virtual relevo de Mónica Oltra. A mayor abundancia de esta tesis están las declaraciones del propio Ximo Puig: «No creo que esta imputación afecte al Botánico», como se denomina el pacto que posibilitó el actual Gobierno valenciano.

Lo imprevisible que resulta en estas circunstancias la política deja, sin embargo, una puerta abierta. La de que el deterioro electoral de los socialistas y/o Compromís aconseje a unos y/o a otros tomar decisiones de urgencia para salvar los muebles.

Pero hay otra cuestión que desaconseja a Compromís aceptar una salida de Oltra. La vicepresidenta incorporó al Gobierno valenciano un contingente de colaboradores en diferentes puestos que no proceden de Compromís, pero que suman para la Coalición y que podrían verse seriamente afectados por una supuesta salida de Oltra. No quieren que dimita ni que la cesen.

La tercera pata del Gobierno valenciano es Unidas Podemos. No contempla la salida de Oltra, pero puede sobrevivir sin Compromís y no tendría por qué verse afectado por una eventual salida de la coalición nacionalista, ya sea en modo cese de la vicepresidenta o de todos sus consejeros. Unidas Podemos está pendiente de apurar sus posibilidades para mantener escaños y cuota de poder y una parte de sus votantes son vasos comunicantes con Compromís. Le da todo el apoyo, pero se cierra en banda a su salida. Y así lo manifestó su síndica en las Cortes Valencianas, Pilar Lima: «Cuando llegue el momento, se hablará» dijo en abril.

Y lo que ahora ha dicho es que la mayoría parlamentaria de la izquierda es sólida, que son muy respetuosos con las decisiones judiciales, que hay que evitar interferencias políticas y que lo más importante es que se esclarezcan los hechos. Por tato, respaldo sí, pero hipoteca, no.

Por tanto, el órdago de Compromís, a estas horas, puede con Puig, pero la madrugada es larga y habrá que ver cómo se levantan todos mañana. El día después suele ser siempre distinto al de autos. Para bien y para mal.

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