Ni uno ni dos: la NASA revela la sorprendente cantidad de planetas del Sistema Solar que tienen anillos
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Cuando se trata del espacio, los misterios son prácticamente infinitos. Hay estrellas, galaxias, planetas, planetoides… y en nuestro Sistema Solar, aunque parezca que todo está ya descubierto, cada día aparecen datos nuevos que nos recuerdan lo poco que sabemos
Uno de los elementos más singulares son los anillos planetarios. Durante décadas, los de Saturno se han llevado toda la atención. Pero lo que muchos aún no saben es que no es el único. Hay otros planetas con anillos, y la NASA los tiene localizados. No es uno ni dos: son más.
¿Cuántos planetas en el Sistema Solar tienen anillos?
Los planetas en el Sistema Solar que tienen anillos son cuatro: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Todos tienen su propio sistema de anillos, diferente y único.
Saturno es el más conocido. Sus anillos son gigantescos y están compuestos, en su mayoría, por partículas de hielo de agua que reflejan la luz del Sol. Es el más fácil de observar desde la Tierra y el que mejor conocemos en la actualidad.
Júpiter, aunque a simple vista no lo parezca, también tiene anillos. Fueron descubiertos en 1979 gracias a la Voyager 1, que captó unas bandas tenues y casi invisibles formadas por polvo. Luego la sonda Galileo confirmó el origen: impactos de meteoritos sobre sus lunas más pequeñas. Cada colisión lanza al espacio partículas que acaban atrapadas por la gravedad del planeta.
Urano y Neptuno también comparten esta singularidad. Los suyos son más oscuros, menos llamativos y muy difíciles de detectar desde nuestro planeta. La Voyager 2 los descubrió, pero aún hay muchas incógnitas por resolver. En el caso de Urano, por ejemplo, se sospecha que deberían existir lunas diminutas que actúan como estabilizadores de los anillos. Hasta hoy, no se han localizado.
¿Cómo se forman los anillos planetarios y de qué están hechos?
A diferencia de lo que muchos creen, estas no son estructuras sólidas. Desde la distancia parecen láminas perfectas, pero la verdad es que se trata de un conjunto de fragmentos de rocas, hielo y polvo. Algunos son minúsculos, pero otros tienen el tamaño de una casa.
La teoría de cómo se forman habla de cuerpos celestes que se rompen al acercarse demasiado al planeta. Si una luna o un asteroide cruza un punto crítico (lo que se conoce como el límite de Roche), la gravedad del planeta lo desintegra. Esa masa se dispersa y queda girando en forma de anillo.
También hay casos en los que un impacto violento lanza escombros al espacio. Si el planeta tiene la fuerza suficiente, esos fragmentos no escapan, sino que se quedan orbitando. Otra opción posible es que sean restos antiguos del propio proceso de formación planetaria que nunca llegaron a unirse para formar una luna.
Estos anillos no son eternos. Saturno, por ejemplo, está perdiendo parte de los suyos, y los materiales que lo rodean, poco a poco, caen hacia su atmósfera. No es algo que vaya a ocurrir pronto, pero en unos cientos de millones de años esos anillos ya no estarán ahí.