Recursos estratégicos

Ni oro ni bronce: Europa revela el mayor tesoro oculto bajo el océano, con 45.000 toneladas extraídas

tesoro oculto bajo el océano
Ilustración ficticia de un parque eólico en el Mar del Norte. Foto: ilustración propia.

Bajo las aguas del Mar del Norte, Europa identificó un recurso que podría transformar su mapa energético. Este hallazgo, que tranquilamente podría ser considerado como un tesoro oculto bajo el océano, no está compuesto por metales preciosos ni joyas perdidas, sino por una fuente de energía limpia que promete reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

Ahora, los avances tecnológicos y la cooperación internacional serán claves para aprovechar este potencial que ya se traduce en miles de toneladas anuales de producción.

¿Cuál es el mayor tesoro oculto bajo el océano y que es clave para la energía europea?

En los últimos años, el Mar del Norte ha pasado de ser un punto clave para la extracción de gas y petróleo a convertirse en el epicentro de una nueva revolución energética: la producción del hidrógeno verde. Su vasta extensión, sus vientos constantes y sus aguas poco profundas lo convierten en un entorno idóneo para el desarrollo de parques eólicos marinos.

Este cambio de paradigma ha permitido a los países ribereños (como Bélgica, Alemania, Noruega, Dinamarca, Países Bajos y Reino Unido) proyectar la creación de una red de infraestructuras destinadas a la generación de hidrógeno verde mediante electrólisis.

Según estimaciones técnicas, esta región podría producir 45.000 toneladas de hidrógeno verde al año, un volumen que representa un avance significativo hacia la descarbonización de la economía europea.

¿Cómo se obtiene este tesoro oculto bajo el océano?

El funcionamiento detrás de este tesoro bajo el océano no consiste en la extracción de recursos naturales, sino en la conversión de la energía eólica en hidrógeno. Las turbinas instaladas en el mar generan electricidad renovable, que alimenta electrolizadores capaces de dividir el agua en oxígeno e hidrógeno.

Este proceso, conocido como electrólisis, permite obtener un combustible sin emisiones de carbono que puede ser almacenado, comprimido o transportado para uso industrial, logístico o energético.

Uno de los proyectos más representativos de esta estrategia es HOPE (Hydrogen Offshore Production for Europe), liderado por la empresa francesa Lhyfe. Su objetivo es desarrollar un electrolizador de 10 MW frente a la costa belga, con una producción inicial de 4 toneladas diarias prevista para 2026.

El proyecto HOPE forma parte de una red de iniciativas similares que buscan aprovechar el potencial del Mar del Norte como plataforma de producción energética sostenible. La Unión Europea ha fijado metas ambiciosas en esta línea: alcanzar 300 GW de capacidad eólica marina en 2050 y desplegar decenas de gigavatios de electrolizadores antes de 2030.

Inversiones y desafíos técnicos que implica el hidrógeno verde

La magnitud de estas infraestructuras conlleva una inversión considerable. Solo el electrolizador de Zeeland, en Países Bajos, requiere una inversión cercana a los 600 millones de euros. Además de los costes económicos, los desafíos técnicos son numerosos: las instalaciones marinas deben resistir corrosión, tormentas, oleaje intenso y mantenimiento complejo.

Otro reto es la conectividad continua con los suministros de agua (que en muchos casos debe desalarse o tratarse) y con las redes eléctricas terrestres para garantizar un flujo estable. El transporte del hidrógeno desde el punto de generación hasta su almacenamiento o consumo final implica también un alto grado de coordinación logística.

A nivel normativo, la fragmentación regulatoria sigue siendo un obstáculo. Cada país del Mar del Norte aplica marcos diferentes para permisos ambientales, uso de suelo marítimo, conexiones eléctricas y evaluaciones de impacto.

Esa falta de armonización ralentiza los plazos de aprobación y dificulta la ejecución de proyectos transfronterizos, algo que la Comisión Europea busca resolver con una regulación común para la energía marina.

Un empujón hacia la independencia energética europea

El desarrollo de hidrógeno verde en el Mar del Norte no solo representa un avance ambiental, sino también estratégico. Este tesoro oculto bajo el océano puede reforzar la independencia energética del continente, reduciendo su dependencia del gas importado.

Además, el hidrógeno verde tiene aplicaciones en sectores difíciles de electrificar, como el transporte pesado, marítimo, la industria química y la producción de acero.

A largo plazo, una producción masiva generará economías de escala, abaratando los costes de electrólisis, almacenamiento y distribución.

Según las previsiones de la UE, si los países ribereños logran coordinar inversiones e infraestructura, el hidrógeno verde podría abastecer refinerías, fábricas e industrias metalúrgicas, además de suministrar combustible a flotas marítimas y estaciones de transporte pesado.

El horizonte temporal de ejecución de muchos de estos proyectos se extiende hasta 2029 y 2030, un margen ajustado para resolver cuestiones técnicas y logísticas. Sin embargo, los ensayos piloto ya operativos (como el HOPE) demuestran la viabilidad de la tecnología y su potencial de escalado.

Si los objetivos se cumplen, el Mar del Norte pasará de ser símbolo de la dependencia petrolera a núcleo de producción energética limpia. En términos económicos, la transición hacia el hidrógeno verde podría generar miles de empleos y abrir un nuevo capítulo en la política energética europea.

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