Descubrimiento sin precedentes: el ámbar confirma que la Antártida tuvo bosques hace 90 millones de años
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Parece que la capacidad que tiene la Antártida para sorprender a los científicos nunca se acaba. Hay hallazgos en el hielo que reescriben su historia, pero en esta ocasión la pista la han dado unos fragmentos de ámbar.
Un grupo de científicos identificó los fragmentos en varios sedimentos del fondo marino antártico, y son una prueba directa de que hace millones de años la Antártida albergó bosques templados y un clima cálido.
Es decir, el paisaje era verde y muy distinto a la versión helada actual. Al menos así lo afirma. El estudio publicado en la revista Antarctic Science. Da nuevas pistas sobre la región durante el Cretácico, hace unos 90 millones de años.
Los científicos encuentran pruebas de que la Antártida tuvo bosques y un clima templado
El hallazgo se ha producido en la Bahía de Pine Island, en la costa del mar de Amundsen, al oeste de la Antártida. Allí, los científicos encontraron varios fragmentos pequeños de ámbar, de entre 0,5 y 1 milímetros.
Estos se formaron a partir de la resina de antiguos árboles que alguna vez cubrieron la región. Son diminutos, pero su importancia es gigante, ya que representan el primer ámbar confirmado en la Antártida.
Es decir, son la prueba de que, mucho antes de que existieran los glaciares, esta zona estaba cubierta por bosques húmedos de coníferas.
El ámbar es una cápsula del tiempo natural. Se origina cuando la resina de un árbol fluye, se endurece y atrapa dentro diminutos restos de vida: insectos, trozos de corteza o granos de polen.
Con el paso de millones de años, esa resina se fosiliza y conserva una muestra intacta de ecosistemas desaparecidos. En este caso, los fragmentos hallados revelan características químicas propias de coníferas y texturas que indican que los árboles sufrían heridas y respondían produciendo más resina, igual que las especies actuales.
La expedición científica para encontrar ámbar en la Antártida
Para llegar hasta estos restos, los investigadores perforaron el fondo marino desde el rompehielos alemán Polarstern. Al final, profundizaron más de 900 metros bajo la plataforma de hielo.
Allí extrajeron una muestra de unos tres metros de sedimentos que contenía capas de lignito, un carbón blando formado por turba comprimida. Al analizar ese material bajo el microscopio, detectaron granos translúcidos de resina fosilizada, con fracturas curvas y reflejos dorados típicos del ámbar.
Las piezas tenían signos de resina solidificada tras daños en los troncos, lo que sería la prueba de que los árboles estaban en un entorno en el que sufrían incendios o ataques de insectos.
De hecho, el mismo depósito incluye partículas de carbón vegetal. Esto sería casi imposible sin que el fuego fuera un elemento habitual en aquel paisaje polar.
El bosque antártico que desafía la historia del hielo
Hasta ahora, los yacimientos más australes de ámbar procedían del sur de Australia y de Nueva Zelanda, pero ninguno tan cercano al Polo Sur.
Este descubrimiento llena ese vacío y confirma que, hace 90 millones de años, la Antártida disfrutaba de inviernos suaves, sin hielo, y de una vegetación exuberante.
De hecho, la conclusión del estudio es que este paisaje fue gracias a unos niveles de dióxido de carbono altos que mantuvieron un efecto invernadero natural y temperaturas por encima de cero grados todo el año.