Astronomía

Conmoción entre los astrónomos por la observación de un fenómeno inédito en 50 años: no hallan explicación

Fenómeno inédito
El punto naranja es una explosión repetida varias veces en un solo día. Foto: A. Levan, A. Martin-Carrillo et al.

El universo sigue mostrando procesos que los especialistas no consiguen encajar en los modelos establecidos. Recientemente, la atención se ha concentrado en una explosión cósmica que rompe con cinco décadas de observaciones. La aparición de este fenómeno inédito ha encendido el debate en la comunidad científica, que ahora busca respuestas para explicarlo.

Para ir dando un poco de contexto, las explosiones cósmicas son parte fundamental de la investigación espacial, pues permiten comprender la vida y muerte de las estrellas, así como el papel de la energía en la evolución de las galaxias. Sin embargo, el reciente suceso abre un escenario distinto, al presentar características que nunca se habían asociado a estos eventos.

¿Cuál es el fenómeno inédito que conmocionó a los astrónomos y que no tiene precedentes?

El evento que estamos por develar se identificó como una explosión de rayos gamma que mostró un comportamiento inesperado. Se trató de una ráfaga que no se limitó a una sola emisión, sino que se repitió en varias ocasiones durante un mismo día.

Según los datos, publicados en The Astrophysical Journal Letters, la señal fue localizada más allá de la Vía Láctea gracias a las observaciones del Very Large Telescope (VLT), gestionado por el Observatorio Europeo Austral.

Los rayos gamma, conocidos como GRB por sus siglas en inglés, son los estallidos más energéticos que se producen en el cosmos. Se suelen vincular al colapso de estrellas masivas o a la fusión de objetos compactos.

En este caso, ninguna de esas hipótesis encaja del todo con lo observado. La anomalía ha llevado a calificar el evento como un fenómeno inédito, distinto a cualquier otro descrito en los últimos 50 años de registros.

Un estallido mucho más prolongado de lo habitual

Los GRB normalmente duran desde milisegundos hasta pocos minutos. En este suceso, identificado como GRB 250702B, la actividad se prolongó durante todo un día. El astrónomo Andrew Levan, de la Universidad de Radboud (Países Bajos), señaló que se trató de un tiempo de emisión «entre 100 y 1000 veces más largo que lo registrado en la mayoría de los GRB».

El aspecto más llamativo es que estos estallidos no se repiten. Una vez liberada la energía, el proceso que los origina queda destruido. Sin embargo, los instrumentos espaciales detectaron hasta tres ráfagas procedentes de la misma fuente en cuestión de horas.

Además, la misión Einstein Probe reveló que la actividad había comenzado incluso antes de la primera detección oficial.

Un fenómeno inédito y fuera de la Vía Láctea

Al inicio, los cálculos situaban la señal en el plano de la Vía Láctea. No obstante, el uso de la cámara HAWK-I del VLT permitió descartar esa hipótesis. Posteriormente, el Telescopio Espacial Hubble confirmó que la fuente del estallido estaba en otra galaxia, a miles de millones de años luz de distancia.

El investigador Antonio Martin-Carrillo, del University College Dublin, explicó que este hallazgo cambia por completo la perspectiva inicial: «Lo que descubrimos fue mucho más emocionante: el hecho de que este objeto sea extragaláctico significa que es bastante más potente».

El tamaño y brillo de la galaxia que alberga el fenómeno apuntan a que se encuentra en una ubicación muy lejana, aunque aún se requiere un análisis más preciso.

Hipótesis abiertas sobre el origen de esta explosión cósmica

La explicación de este fenómeno inédito sigue siendo un enigma. Una de las posibilidades es que se trate del colapso de una estrella masiva. Sin embargo, ese escenario no justifica la duración del estallido. Otra opción sería la destrucción de una estrella por un agujero negro, pero para ello se necesitaría un sistema poco común con características fuera de lo habitual.

El equipo internacional mantiene en marcha un seguimiento con diferentes telescopios, como el espectrógrafo X-shooter del VLT y el Telescopio Espacial James Webb, con el fin de estudiar los restos del evento.

La clave está en confirmar si el comportamiento registrado corresponde a un modelo desconocido hasta ahora o si se trata de una combinación de procesos nunca antes observada.

Algunas teorías mencionan incluso la posibilidad de una periodicidad en la fuente, dado que la tercera ráfaga se produjo con un intervalo múltiplo del tiempo transcurrido entre las dos primeras. Aunque no existen pruebas concluyentes, esta hipótesis abriría un campo nuevo en el estudio de los sistemas progenitores de los GRB.

La observación de este evento obliga a los investigadores a revisar las bases de los modelos que explican las explosiones de rayos gamma. En palabras de Martin-Carrillo, «todavía no sabemos qué originó este evento, pero hemos dado un gran paso hacia la comprensión de este objeto extremadamente inusual».

Así, el hallazgo demuestra que, a pesar de los avances en instrumentación y teoría, el universo continúa ofreciendo sucesos que desafían los límites del conocimiento.

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