Fertilidad

¿Disminuye realmente la fertilidad femenina tras los 35 años? Esto es lo que dicen recientes estudios

La fertilidad femenina: más allá de los 35 años

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Las posibilidades de embarazo desde los 35 años.
Blanca Espada

Existe la idea de que la fertilidad femenina disminuye drásticamente después de los 35 años, lo que ha llevado a calificar los embarazos posteriores a esta edad como «geriátricos» y de alto riesgo. Sin embargo, nuevos estudios desafían esta noción y nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de la fertilidad a lo largo de la vida de una mujer.

Si bien es cierto que, muchas mujeres pueden enfrentar dificultades para concebir después de los 35 años y que el embarazo y el parto conllevan mayores riesgos, cada mujer experimenta su propio camino en términos de fertilidad. No existe un momento preciso en el que la fertilidad caiga en picado, sino más bien un proceso gradual y variable para cada individuo.

Nuevos hallazgos sobre la fertilidad después de los 35 años

Un estudio publicado por Obstetrics & Gynecology reveló que más del 50% de las mujeres de treinta años que no habían logrado concebir después de un año, lograron un embarazo natural después de dos años si su pareja era más joven. Este porcentaje disminuye al 43% si la pareja tenía más de cuarenta años. Otro estudio reciente, publicado en Europe PMC, registra tasas de embarazo del 84% para mujeres de 25 a 29 años, del 88% para aquellas de 30 a 34 años, y del 73% para las mujeres de 35 a 40 años que mantenían relaciones sexuales al menos dos veces por semana.

Reproducción asistida: una opción viable

En el ámbito de la reproducción asistida, las estadísticas muestran que el éxito de las extracciones individuales de óvulos disminuye con la edad. Sin embargo, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades informa que en 2020, en EEUU, el 40,6% de las extracciones de mujeres entre 35 y 37 años resultaron en nacimientos. Aunque esta cifra es menor que la tasa de éxito del 54,1% para mujeres menores de 35 años, demuestra que la fecundidad no experimenta cambios bruscos, sino más bien una disminución constante a medida que avanza la edad.

La posibilidad de concebir naturalmente

Las investigaciones, sin embargo, se centraron en la posibilidad, para las mujeres definidas como clínicamente estériles, es decir, las que tiene algún impedimento para concebir naturalmente durante más un año: a los 35 años la probabilidad era del 29%, porcentaje que se mantuvo estable hasta los 38 años, después de lo cual comenzó a descender: a los 39 años el 25% de las mujeres quedan embarazadas, a los 40 el 22%, a los 41 el 18% y a los 42 el 15%.

Spencer McClelland, ginecólogo del Denver Health Hospital, argumentó que se presta demasiada atención a las personas de 35 años. «Hay un cambio estadísticamente significativo en la tasa de disminución a los 38 años. ¿Pero es clínicamente relevante? Quizás no», apunta la BBC. «¿Es tan diferente el 29% a los 35 años del 22% a los 40 años? Probablemente, la mayoría de la gente no vería mucha diferencia en estos números (…) entonces no deberíamos comportarnos de manera diferente con pacientes de 35 años y con pacientes de 40 años».

Consejos para la fertilidad a partir de los 35 años

Podemos decir que, aunque disminuye, la fertilidad no tiene por qué reducirse al máximo a partir de los 35 años. De hecho, existen varias claves para aquellas que deseen concebir a partir de esta edad:

  • Conocimiento del ciclo menstrual: Familiarízate con tu ciclo menstrual para identificar tu ventana de fertilidad, el periodo más propicio para la concepción.
  • Vigilancia de la salud ovárica: A través de exámenes médicos, puedes obtener una evaluación de tu reserva ovárica y calidad de óvulos.
  • Evaluación preconcepcional: Una consulta con un especialista en fertilidad puede ofrecerte un panorama claro sobre tu salud reproductiva y recomendaciones específicas.
  • Pruebas de fertilidad: Estas pruebas pueden ayudar a identificar cualquier problema subyacente que pueda afectar tus posibilidades de concebir.
  • Nutrición: Una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales y ácidos grasos omega-3 puede mejorar la fertilidad.
  • Ejercicio moderado: La actividad física regular, pero no excesiva, favorece un peso saludable y una mejor función reproductiva.
  • Reducción del estrés: Técnicas de relajación y manejo del estrés pueden tener un impacto positivo en la fertilidad.
  • Evita el tabaco y el alcohol: Estos pueden afectar negativamente la fertilidad tanto en hombres como en mujeres.
  • Controla la exposición a toxinas ambientales: Algunos productos químicos y pesticidas han sido asociados con la disminución de la fertilidad.
  • Inseminación artificial (IA): Este método puede ser una primera opción para superar ciertas barreras de fertilidad.
  • Fertilización in vitro (FIV): A menudo se considera la técnica de reproducción asistida más efectiva, especialmente útil para mujeres mayores de 35 años.
  • Donación de óvulos: Para mujeres con baja reserva ovárica, la donación de óvulos puede ser una alternativa viable.
  • Suplementación de ácido fólico: Comenzar a tomar ácido fólico antes de la concepción puede reducir el riesgo de defectos del tubo neural en el bebé.
  • Control de enfermedades crónicas: La gestión de condiciones como la diabetes o la hipertensión es crucial antes y durante el embarazo.
  • Mantén expectativas realistas: El proceso de concebir puede llevar más tiempo de lo esperado, especialmente a partir de los 35 años.
  • Apoyo emocional: Busca el apoyo de tu pareja, familia, amigos o grupos de apoyo para manejar las emociones asociadas con la fertilidad.
  • Adopción y subrogación: Para algunas parejas, explorar alternativas como la adopción o la gestación subrogada puede ser un camino hacia la paternidad.

En resumen, la fertilidad femenina es un proceso complejo y variable. Si bien existen estadísticas sobre la disminución de la fertilidad con la edad, es importante recordar que cada mujer es única y su capacidad reproductiva puede verse influenciada por una gran variedad de factores. Los nuevos hallazgos nos invitan a alejarnos de la idea del «declive repentino» y adoptar una visión más matizada y personalizada de la fertilidad femenina.

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