Salud

Citomegalovirus : riesgos durante el embarazo y cómo mantenerlo «a raya»

¿Qué ocurre si se produce una infección por Citomegalovirus durante el embarazo?

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citomegalovirus
Todo sobre el citomegalovirus en el embarazo
Blanca Espada

El citomegalovirus (CMV) es un virus muy común que pertenece a la familia del herpes. Afecta a personas de todas las edades, pero especialmente a los niños pequeños, que lo pueden transmitir fácilmente en las guarderías o en el hogar. La mayoría de las personas que se infectan con el CMV no presentan síntomas o solo tienen síntomas leves, como los de un resfriado o una gripe. Sin embargo, el citomegalovirus  puede ser muy peligroso para las mujeres embarazadas y sus bebés, ya que puede causar complicaciones graves, como abortos, malformaciones congénitas, retraso del crecimiento, pérdida de audición y problemas neurológicos.

¿Cómo se contagia el citomegalovirus ?

El CMV se transmite por el contacto directo con los fluidos corporales de una persona infectada, como la saliva, las lágrimas, la orina, el semen y la leche materna. Algunas de las formas más habituales de contagio son:

  • Besar o compartir utensilios con una persona infectada, especialmente un niño pequeño.
  • Cambiar pañales o limpiar la boca o la nariz de un niño infectado.
  • Tener relaciones sexuales sin protección con una persona infectada.
  • Recibir una transfusión de sangre o un trasplante de órgano de una persona infectada.

¿Cómo afecta el citomegalovirus al embarazo?

Si una mujer embarazada se infecta con el CMV por primera vez durante el embarazo, existe un riesgo de que el virus pase al bebé a través de la placenta. Esto se llama infección congénita por CMV y ocurre en aproximadamente el 1% de los embarazos. La infección congénita por CMV puede tener consecuencias graves para el bebé, como:

  • Aborto espontáneo o muerte fetal.
  • Bajo peso al nacer o retraso del crecimiento intrauterino.
  • Microcefalia o hidrocefalia (tamaño anormal de la cabeza).
  • Calcificaciones cerebrales o daño cerebral.
  • Sordera o pérdida de audición.
  • Problemas de visión o ceguera.
  • Hepatitis o ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).
  • Neumonía o dificultad respiratoria.
  • Convulsiones o problemas neurológicos.

No todos los bebés infectados por el CMV presentan síntomas al nacer. Algunos pueden parecer sanos, pero desarrollar problemas más tarde, como la pérdida de audición, que es la secuela más frecuente. Se estima que entre el 10 y el 15% de los bebés infectados por el CMV tienen o desarrollan discapacidades permanentes.

Si una mujer embarazada ya ha tenido el CMV antes del embarazo, tiene anticuerpos que la protegen a ella y a su bebé. Sin embargo, en algunos casos, el virus puede reactivarse durante el embarazo y causar una infección recurrente. El riesgo de que el virus se transmita al bebé en estos casos es muy bajo (menos del 1%) y el riesgo de que el bebé tenga problemas graves es aún menor.

¿Cómo se diagnostica el CMV?

No existe una prueba rutinaria para detectar el CMV en las mujeres embarazadas. Algunas guías internacionales no recomiendan el cribado de forma estandarizada, ya que no hay un tratamiento eficaz para prevenir la infección congénita por CMV. Sin embargo, algunas clínicas ofrecen la posibilidad de hacer un análisis de sangre en el primer trimestre para saber si la mujer tiene anticuerpos contra el CMV. Esto puede ser útil para identificar a las mujeres que no han tenido el virus y que tienen un mayor riesgo de infectarse durante el embarazo.

Si una mujer embarazada presenta síntomas de CMV, ha estado expuesta a un contacto de riesgo o se detectan anomalías en la ecografía, se puede hacer una prueba de sangre para confirmar la infección. También se puede hacer una amniocentesis a partir de la semana 17 para saber si el bebé está infectado. Esta prueba consiste en extraer una muestra de líquido amniótico con una aguja e introducirla en un laboratorio para analizarla.

Si se sospecha que un bebé tiene una infección congénita por CMV, se le puede hacer una prueba de orina, saliva o sangre en los primeros 21 días de vida. Si la prueba es positiva, se le harán pruebas adicionales para evaluar su estado de salud y su audición.

¿Cómo se trata el CMV?

No hay una vacuna ni un medicamento que pueda prevenir la infección por CMV. Sin embargo, existen algunas medidas que pueden reducir el riesgo de contagio, especialmente para las mujeres embarazadas que no tienen anticuerpos contra el virus. Estas medidas son:

  • Lavarse las manos con frecuencia, sobre todo después de estar en contacto con niños pequeños o con personas enfermas.
  • Evitar el contacto con la saliva, las lágrimas, la orina o la leche materna de una persona infectada.
  • No besar ni compartir utensilios con una persona infectada, especialmente un niño pequeño.
  • Usar preservativo en las relaciones sexuales con una persona infectada.
  • No recibir transfusiones de sangre ni trasplantes de órganos de una persona infectada, a menos que sea imprescindible.

Si una mujer embarazada se infecta con el CMV por primera vez durante el embarazo, existe la posibilidad de recibir un tratamiento antiviral por vía oral. Este tratamiento puede disminuir el riesgo de que el virus se transmita al bebé y de que el bebé tenga problemas graves. Sin embargo, este tratamiento no está exento de efectos secundarios y no está disponible en todos los centros. Por ello, se debe consultar con el médico sobre los beneficios y los riesgos de este tratamiento.

Si un bebé nace con una infección congénita por CMV, se le puede administrar un tratamiento antiviral por vía intravenosa durante las primeras semanas de vida. Este tratamiento puede mejorar el pronóstico del bebé, sobre todo si tiene síntomas graves o afectación cerebral. No obstante, este tratamiento también tiene efectos secundarios y no garantiza la curación completa del bebé. Por eso, se debe seguir un seguimiento médico y audiológico regular para detectar y tratar cualquier problema que pueda surgir.

¿Qué pronóstico tiene el CMV?

El pronóstico del CMV depende de varios factores, como el momento de la infección, el estado inmunológico de la madre y el bebé, y el tratamiento recibido. En general, se estima que el 10% de los bebés infectados por el CMV durante el embarazo presentan síntomas al nacer, y de ellos, el 90% desarrollan secuelas a largo plazo, como pérdida auditiva, retraso mental, parálisis cerebral o epilepsia. El otro 90% de los bebés infectados por el CMV no presentan síntomas al nacer, pero el 10-15% de ellos pueden desarrollar problemas auditivos más tarde.

El tratamiento del CMV durante el embarazo consiste en la administración de antivirales, como el ganciclovir o el valganciclovir, que pueden reducir el riesgo de transmisión al feto y la gravedad de los síntomas. Sin embargo, estos medicamentos tienen efectos secundarios y no están aprobados para su uso en el embarazo, por lo que se reservan para casos seleccionados y bajo estricto control médico. El tratamiento del CMV después del nacimiento depende de los síntomas que presente el bebé y puede incluir antivirales, antibióticos, transfusiones de sangre, audífonos o implantes cocleares.

¿Cómo prevenir el CMV?

La prevención del CMV es fundamental, ya que no existe una vacuna ni una cura definitiva para esta infección. Las medidas de prevención se basan en evitar el contacto con las secreciones de las personas infectadas, especialmente de los niños pequeños, que son los principales portadores del virus.

Las medidas de prevención son especialmente importantes para las mujeres embarazadas, las que planean quedar embarazadas, o las que tienen un sistema inmunitario debilitado por alguna enfermedad o tratamiento. Si se sospecha o se confirma una infección por CMV durante el embarazo, se debe consultar con el médico para realizar un seguimiento adecuado y valorar las opciones de tratamiento disponibles.

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