Los test de embarazo más singulares

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Descubre los test de embarazo más singulares

Cuando una mujer sospecha que está esperando un hijo apuesta por salir de dudas mediante un análisis de orina o bien comprando una de las pruebas que están a la venta en farmacias. De esta manera saldrá de dudas. No obstante, hay que tener en cuenta que, además de esos métodos, existen otros test de embarazo de lo más singulares.

¿Quieres conocer alguno de esos peculiares sistemas que se utilizan en distintos rincones del mundo o que se han usado en algún momento pasado? Toma nota, te los presentamos a continuación:

Semillas y germinación

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Germinación de semillas

Hasta el Antiguo Egipto hay que remontarse para poder descubrir uno de los test de embarazo más antiguos que existen. En aquel momento cuando se intentaba saber si una mujer esperaba un bebé se optaba por hacer que orinase en dos recipientes, uno tenía semillas de trigo y otro semillas de cebada.

Tras varios días, se procedía a observar cómo se encontraban esas “macetas” y en base a los resultados se podía saber si la fémina se hallaba en estado:

  • Si ninguna de las semillas había germinado, no estaba embarazada.
  • En el caso de que hubieran germinado las del trigo eso establecía que iba a ser madre de una niña.
  • Si habían germinado las semillas de la cebada eso venía a indicar que estaba esperando un niño.

Puede parecer realmente extraño e increíble. No obstante, los estudiosos han venido a indicar que este sistema tenía un 70 % de probabilidad de acierto, como así lo han comprobado con pruebas en laboratorio.

Cebolla en la vagina

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Introducir una cebolla en la vagina

Si te ha parecido curioso el test de embarazo anterior, más aún te lo va a parecer este. En concreto, hay que saber que en la Antigua Grecia también se estableció uno realmente peculiar que fue “patentado” por Hipócrates. Este, como posiblemente sabrás, se trata de un doctor que está considerado como el padre de la medicina.

A ese personaje lo que se le ocurrió es que introducir una cebolla en la vagina de la mujer era la mejor manera de saber si estaba esperando un bebé o no. El método consistía en meter en el interior de la fémina ese alimento durante la noche.

Luego, a la mañana siguiente, debía producirse la extracción del citado producto. Y se establecía que si tenía el mismo sabor es que la fémina estaba embarazada. En el caso de que se hubiera modificado el sabor de la cebolla, la mujer no se encontraba esperando un hijo.

La mirada

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Observar la mirada es otro test de embarazo

En el siglo XVII podemos encontrar otro de los más peculiares métodos para saber si hay una gestación o no. Y es que en ese entonces un médico francés llamado Jacques Guillemeau, que se convirtió en un referente por sus libros de cirugía, ideó un nuevo sistema. En concreto, este hombre vino a indicar que era posible detectar un embarazo simplemente observando la mirada de la mujer.

Exactamente decía que en el segundo mes de la gestación la fémina cambia sus ojos. Sí, porque estos se vuelven más hundidos, las pupilas presentan pequeñas venas que son claramente perceptibles y, además, los párpados se caen un poco.

El método de la rana

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Método de la rana

Uno de los antiguos test de embarazo que posiblemente conozcas es el llamado método de la rana. A partir de la década de los años 40 y hasta la de los 70 se recurrió mucho al mismo. Consistía básicamente en inyectar orina de la mujer en una rana y había que esperar entre 18 a 24 horas para poder descubrir los resultados. En concreto, se afirmaría que la fémina estaba en estado si el animal producía huevos.

En torno a un 90 – 95 % probabilidad de acierto tenía esta prueba que, sin embargo, no era efectiva si la fémina estaba de pocas semanas.

Otros singulares test de embarazo

Además de los citados, podemos subrayar otros sistemas para saber si una mujer está esperando un hijo o no:

  • En el Imperio Romano se determinaba que si esa figura se comportaba de una forma extraña es que estaba llevando adelante una gestación.
  • Se considera que otro de los sistemas empleados siglos atrás consistía en que la fémina orinara en un bote con hojas de diente de león y se guardaba durante unas horas sin que le diera la luz. Si esas se volvían de tonos rojizos, el bebé venía en camino.
  • Durante parte de la Edad Media se estableció que la fémina estaba embarazada si su orina tenía un color tirando a blanco.

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