Sánchez, ciego y sordo

Ciertamente estoy decepcionado. Creía que Sánchez no sólo era más inteligente, sino mucho más controlador, más competente. Resulta que Sánchez I el Traidor es un verdadero cándido, es un absoluto inepto que no se enteraba de nada con respecto a lo que hacía su mano derecha y ministro Ábalos, tampoco de lo que hacía su otra mano, el secretario de Organización de su partido, Santos Cerdán, ni de nada del partido al que tenía que controlar, tanto como presidente del Gobierno, como secretario general del PSOE. No se enteraba ni de las papeletas que metían en las urnas sus amigos citados para ganar las primarias.
De hecho, su grado de ineptitud es tal que no ha sabido del tráfico de influencias de su esposa Begoña Gómez, con la cátedra de la universidad, con el rescate de Air Europa, con África Center y el resto de chanchullos que manejaba. Menos mal que ha pedido perdón por su incompetencia y que está muy decepcionado, pero ha dicho que su corrupción caduca, no como la de la derecha, que es eterna, la del PSOE, se indulta, se amnistía o se limpia con KH7 y se acabó, a seguir robando. Al estar profundamente enamorado no dimite y no convoca elecciones porque eso de la ética y la moral política es cosa de los clásicos griegos.
Sus socios tampoco son amigos de la ética, más bien de la pasta, competencias, referéndums y demás que le pueden sacar al de «son las cinco y no he comido» y por ello le apoyarán hasta que se lo saquen todo, aunque no sé qué pueden pedirle, que no le hayan pedido ya. A la espera del próximo informe de la UCO, la única y última barrera de defensa de esta España rodeada absolutamente de enemigos, me asalta una esperanza, intuición quizás, en forma de disco duro, ese que escondía en la vulva la India Summer española, amiga del putero Ábalos.
Quizás ese USB termine con Sánchez y aunque él no se enteraba de nada, el juez sí lo hará y terminará como todos sus compañeros, como toda la banda del Peugeot, donde parece que el más listo era el conductor, Koldo, porque éste sí sabía todo lo que robaba el resto y todo lo que se cocía, incluso podía tratar de «cariño» a Armengol, la presidenta del Congreso que no conocía a Aldama tras tener una reunión con él. Todos se enteraban excepto Sánchez I el Ciego Sordo.
Esto parece un vodevil pero tristemente es la realidad de una España vendida y rendida a la podredumbre política socialista y liderada por un gran farsante llamado Pedro Sánchez, que se ha erigido en el dictador supremo para sentenciar que no puede permitir que la derecha llegue al poder por el bien de los españoles a los que ha suplantado en el ejercicio de la voluntad popular en unas elecciones. Así ha sido y así lo hemos contado. «La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy» (Mahatma Gandhi).