EL CUADERNO DE PEDRO PAN

De repente, Buster Keaton una y otra vez

El pasado 4 de octubre se conmemoró el 130 aniversario de su nacimiento

Buster Keaton
El histórico humor de Buster Keaton.

Si les hablo de Piqua, probablemente no les dirá nada. O tal vez sí. Piqua es un pequeño asentamiento en el condado de Woodson (Kansas) y, según el último censo, cuenta con una población de 107 habitantes. Desde luego no es gran cosa salvo si los lugareños en su totalidad se dedican a lo mismo en el sector primario, un suponer, pues tanto en agricultura como en ganadería el Estado de Kansas es hiperactivo. No lo he mencionado, pero uno de sus vecinos, para ser exacto nacido en 1895, es conocido universalmente.

Se trata de Buster cara de piedra Keaton. El pasado 4 de octubre era el día para conmemorar el 130 aniversario de su nacimiento, algo que sí ocurrió, al menos en las redes sociales especialmente en Facebook e Instagram. Hoy en día se le considera un referente de la interpretación. Los americanos, por extensión los anglosajones, son muy dados a listados y clasificaciones. El año 1999 el American Film Institute situó a Buster Keaton en el puesto 21 de las cien estrellas del cine clásico de los EEUU, mientras su película El maquinista de la General, de la que pronto se cumplirán 100 años, para el British Film Institute ocupa el lugar 34 entre las mejores películas de todos los tiempos. El puesto más alto conseguido por una película de comedia.

Y si de los Oscars de Hollywood hablamos, por regla general es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que una comedia sea reconocida la Mejor Película. Y hablando de El maquinista de la General, el pasado 11 de octubre en el Aljibe de Es Baluard el guitarrista Damià Timoner incluyó en su recital el tema que dedica a Buster Keaton. Aquí quería llegar yo.

De un tiempo a esta parte, de repente Buster Keaton aparece una y otra vez. He mencionado la dedicatoria del manacorí, pero también tenemos que el 19 de noviembre el Teatro Principal de Palma presentará Multilatérale, a modo de exploración de Buster Keaton y la música por parte del ensemble parisino. Música experimental, compuesta por Martin Matalon, a modo de  banda sonora de estas películas de Buster Keaton: The Playhouse (1921), One Week y The Scarekrow, ambas de 1920. Interesante. O no.

Llevo un tiempo colaborando con el Jazz Voyeur Festival en lo referido a sus actividades paralelas. Por ejemplo, el año pasado presenté en una sala de Es Baluard los dos documentales referidos a Antonio Carlos Jobim en el ciclo Cine y Jazz, aprovechando que Egberto Gismonti pasaba por ahí. Lo mismo este año, aprovechando que el guitarrista Bill Frisell pasará por ahí. Me tocará esta vez presentar composiciones de Frisell para tres películas de Buster Keaton: The High Sign (1921), One Week y Go West (1925). La coincidencia de Frisell y Multilatérale en One Week me obligará a ver (simple curiosidad) la función del Principal justo ocho días después de mi presentación en Es Baluard. También presentaré por las mismas fechas el documental de 2016, Chasing Train, en el centenario del nacimiento de Johan Coltraine. Pero volviendo a Buster Keaton, ¿qué justifica el interés?

La musicología lo tiene claro. Para empezar, la llamada música incidental en el planeta de la música clásica abrió la puerta el siglo XIX al nacimiento décadas después de las bandas sonoras cinematográficas. Beethoven, Grieg y Mendelssohn, muy en especial. Las proyecciones del cine mudo solían ir ilustradas con acompañamiento musical, por regla general bastante próxima al ragtime y el jazz. Siempre fue así: un piano de pared bajo la pantalla y a pasarlo bien. Ésta era y es la imagen tópica. El pianista con manoplas.

¿Por qué tanto interés en Buster Keaton? Adelanto que los trabajos de Bill Frisell con películas de Buster Keaton se remontan a 1995, bastante antes que la propuesta que nos llega del argentino Martin Matalon y desde luego bastante contemporáneas de El maquinista de Damià Timoner. 

La musicología nos indica que el interés de los músicos por Buster Keaton se explica por la naturaleza musical de sus películas mudas que en cierto modo son ballets, con solos (Chaplin y Keaton) o duetos (Laurel y Hardy), pero también de conjunto (la narrativa). Los músicos se interesan en Buster Keaton por la expresión física y el ritmo de sus películas; por la habilidad de contar historias, visualmente y sin palabras, lo que multiplica el interés por su  maestría para estimular el ritmo, la armonía y la melodía que están en la naturaleza misma de la música.

Llegados a este punto permítanme la duda sobre la efectividad de la música experimental o de vanguardia, que desde hace décadas ha alejado al público de las salas de conciertos por su vorágine individualista y egoísta alejada de los sentimientos compartidos, que en ello reside, precisamente, la naturaleza misma del cine. 

Vuelvo a la musicología, donde encontramos el siguiente razonamiento: la dicotomía entre la cara impasible (de Keaton) y la acción desenfrenada, lo que ofrece es una rica paleta de emociones y movimientos que puede ser traducida en ritmo y compás. Su habilidad –la de Buster Keaton- para la sincronización de movimientos y reacciones con precisión es un concepto central en la música, que a través de la danza, utiliza el cuerpo apelándole ser herramienta principal de expresión musical. Ahora falta por verificar si Bill Frisell tiene razón o al contrario Martin Matalon. Admito apuestas.

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