El pueblo de España lleno de viñedos que te hará sentir como en la película ‘Bajo el sol de la Toscana’


Cuando uno piensa en Ibiza, es casi imposible no imaginar las emblemáticas playas de aguas turquesas, los chiringuitos de moda o las noches interminables de música electrónica. Sin embargo, más allá de los focos, los clubs y las costas bañadas por el sol, existe una cara de la isla mucho más tranquila, auténtica y profundamente ligada a la tierra. Una Ibiza rural, de tradiciones agrícolas, sabores intensos y paisajes que parecen sacados de una postal. Es aquí donde se esconde San Mateo, una pequeña localidad que, sin hacer ruido, ha sabido conservar el alma de la isla y convertirse en un paraíso para los amantes del vino.
Situado en pleno corazón de la isla, San Mateo ha permanecido ajeno al bullicio del turismo de masas. Aquí, el tiempo parece ir a otro ritmo, marcado por los ciclos de la vid y las estaciones. Los viñedos que se extienden por la zona, los muros de piedra que delimitan las parcelas y la vegetación típicamente mediterránea ofrecen una estampa que recuerda más a la campiña toscana que al Mediterráneo más conocido. Y es precisamente ese aire de autenticidad lo que ha convertido a este rincón ibicenco en un verdadero tesoro.
La Toscana escondida en Ibiza
La historia del vino en Ibiza no es nueva. De hecho, se remonta a miles de años atrás. Los primeros en plantar vides en la isla fueron los fenicios, quienes trajeron sus conocimientos agrícolas y sus técnicas de vinificación desde Oriente. Más tarde, romanos, árabes y cristianos continuaron esta tradición, adaptándola a las condiciones únicas del terreno y el clima ibicenco.
San Mateo, gracias a su ubicación en el interior, su altitud y su suelo fértil, se ha convertido en una de las zonas más favorables para el cultivo de la vid. Lejos de los vientos marinos y con temperaturas más moderadas que en la costa, éste pequeño enclave ofrece un microclima ideal para el desarrollo de cepas autóctonas. Las suaves brisas, los inviernos templados y los veranos calurosos ayudan a que las uvas maduren de forma equilibrada, aportando a los vinos una personalidad muy especial.
El entorno de San Mateo es una delicia para los sentidos. Las colinas onduladas cubiertas de pinos, almendros y sabinas se mezclan con las hileras perfectamente alineadas de viñedos. Los colores varían según la época del año: verdes intensos en primavera, tonos dorados en verano y ocres en otoño. Entre las parcelas se levantan los clásicos muros de piedra seca que separan los terrenos y que forman parte del patrimonio paisajístico de Ibiza.
Bodegas
A pesar de su pequeño tamaño, San Mateo alberga algunas de las bodegas más reconocidas de la isla. Estos proyectos, muchos de ellos familiares, han sabido combinar la tradición con la innovación, respetando los métodos artesanales de producción mientras incorporan técnicas sostenibles y ecológicas.
Una de las más emblemáticas es Bodegas Can Rich, fundada en 1999 en el corazón de San Mateo. A pesar de ser relativamente joven, esta bodega ha logrado posicionarse como una de las referencias del vino ibicenco. Cultiva variedades autóctonas como la Monastrell, la Manto Negro y la Malvasía, respetando siempre el entorno y apostando por prácticas ecológicas. Su filosofía se basa en dejar que la tierra hable, que el vino exprese lo mejor del paisaje de donde nace.
Can Rich ofrece visitas guiadas en las que se puede recorrer el viñedo, conocer el proceso de producción y participar en catas de sus vinos más representativos. Blancos frescos, rosados intensos y tintos con carácter se combinan con la experiencia de caminar entre vides y respirar el aroma de la tierra recién labrada.
Otra de las bodegas destacadas de la zona es Ibizkus Wines, que ha apostado por una línea más internacional sin perder de vista sus raíces. Con vinos frescos, elegantes y pensados para el maridaje con productos locales, Ibizkus ha conseguido exportar su esencia más allá de la isla. Su filosofía mezcla innovación y respeto por la tradición, ofreciendo una gama de vinos que reflejan el carácter ibicenco con un toque moderno.
Los vinos de San Mateo no buscan parecerse a los de otras regiones. Tienen su propio carácter, marcado por el clima, el suelo y las variedades que se cultivan. La Monastrell, por ejemplo, aporta estructura y profundidad a los tintos; la Malvasía, por su parte, da lugar a blancos aromáticos y frescos, perfectos para el clima cálido de la isla.
Visitar San Mateo es también una forma de reconectar con lo esencial. Aquí no hay grandes hoteles ni multitudes. Lo que abunda es el silencio, el canto de los pájaros, el sonido del viento entre las hojas de vid. Es un destino ideal para quienes buscan una experiencia distinta, para los curiosos que quieren descubrir la esencia de la isla y para los amantes del vino que valoran la autenticidad por encima de todo.