El viaje que todos los amantes del vino deben hacer una vez en la vida
La tradición vinícola de La Rioja se remonta a más de 2.000 años
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Cuando hablamos de enoturismo, La Rioja es un destino que brilla con luz propia. Reconocida internacionalmente como una de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo, es mucho más que un lugar para degustar excelentes vinos. La Rioja es una tierra llena de historia, cultura, paisajes cautivadores y, por supuesto, viñedos que parecen extenderse hasta el infinito. Para los verdaderos amantes del vino, un viaje a La Rioja no es sólo una escapada, sino una experiencia que combina pasión, aprendizaje y placer para los cinco sentidos.
La tradición vinícola de La Rioja se remonta a más de 2.000 años, cuando los romanos introdujeron las primeras técnicas de cultivo de la vid en la región. Con el tiempo, esta herencia se consolidó y alcanzó su apogeo en el siglo XIX, cuando los viticultores locales comenzaron a adoptar métodos franceses, especialmente tras la crisis de la filoxera en Francia. El prestigio de La Rioja quedó oficializado en 1925, cuando se convirtió en la primera denominación de origen protegida en España, y más tarde, en 1991, al obtener la categoría de Denominación de Origen Calificada (DOCa). La vendimia, que tiene lugar en septiembre y octubre, es un momento ideal para visitar esta región, ya que las bodegas están en plena actividad, y los paisajes se llenan de colores otoñales.
La Rioja, un paraíso para los amantes del vino
La región se divide en tres subzonas. Por un lado, la Rioja Alta, conocida por sus vinos elegantes y de gran acidez, gracias a su clima más fresco y suelos arcillo-calcáreos. Es aquí donde se encuentran algunas de las bodegas más antiguas y prestigiosas de la región. Por otro lado, la Rioja Alavesa, situada al norte, dentro del País Vasco, esta subzona es famosa por sus vinos jóvenes y afrutados, aunque también produce excelentes crianzas y reservas. Y, finalmente, la Rioja Oriental. Con un clima más cálido y seco, produce vinos más robustos y potentes.
Los mejores planes en la región
Uno de los mayores atractivos de la región es la gran cantidad de bodegas que alberga, más de 500 en total, que van desde pequeñas empresas familiares hasta grandes productores reconocidos internacionalmente. Entre las bodegas más destacadas se encuentra Marqués de Riscal, situada en Elciego, que combina tradición vinícola con innovación arquitectónica gracias a su emblemático edificio diseñado por Frank Gehry. Por otro lado, Bodegas López de Heredia, en Haro, ofrece una experiencia auténtica y tradicional, ideal para quienes buscan la esencia pura de los vinos riojanos. Otra parada obligatoria es Vivanco, donde además de degustar vinos excepcionales, se puede conocer el impresionante Museo de la Cultura del Vino, un espacio dedicado a la historia y las curiosidades del mundo vinícola.
Recorrer la Ruta del Vino de Rioja Alta es otra actividad que merece mucho la pena. Esta ruta atraviesa pintorescos pueblos como Haro, Briones y San Vicente de la Sonsierra, ofreciendo una combinación de viñedos espectaculares, visitas guiadas a bodegas y catas exclusivas. Además, muchos de estos lugares cuentan con restaurantes que maridan a la perfección los vinos locales con productos tradicionales.
Para quienes buscan experiencias más festivas, la Batalla del Vino, que se celebra el 29 de junio en Haro, es plan increíble. Esta fiesta, en la que los asistentes se rocían con vino tinto, refleja el carácter alegre de la región y su pasión por esta bebida. Es una celebración divertida que combina tradición, cultura y entretenimiento en un ambiente inigualable.
La conexión entre La Rioja y el vino también está presente en su historia y arquitectura. Los monasterios de San Millán de la Cogolla, Yuso y Suso, Patrimonio de la Humanidad, destacan por su importancia religiosa y cultural, así como por su papel en la producción temprana de vino en la región. Suso, el más antiguo, fue fundado en el siglo VI por San Millán, un ermitaño que se convirtió en figura clave del monacato en España. Por su parte, Yuso, construido en el siglo XI, representa la transición al estilo románico y gótico, y su biblioteca alberga manuscritos muy valiosos.
Por supuesto, ningún viaje a esta región estaría completo sin disfrutar de su deliciosa gastronomía. Platos emblemáticos como las patatas a la riojana, el cordero asado y los pimientos del piquillo son el complemento perfecto para los vinos locales. Además, la famosa calle Laurel en Logroño es el lugar ideal para probar una amplia variedad de tapas y pintxos, acompañados de una copa de tinto de la región.
En definitiva, un viaje a La Rioja trasciende el simple placer de degustar vino; es una experiencia cultural que combina tradición, historia y paisajes impresionantes. Con más de 500 bodegas, rutas entre viñedos y celebraciones como la Batalla del Vino, esta región ofrece momentos únicos que reflejan su pasión por la viticultura. Para los amantes del buen vivir, La Rioja es un destino imprescindible, donde el vino es sólo el comienzo del viaje.