Pedro Sánchez, un presidente terminal

Nos cuentan que el número 1 inició su carrera política promocionado por un empresario de saunas-prostíbulos, cuyo poder se acrecentó a base de posibles chantajes repugnantes. No sé si es cierto, pero visto el personaje, la forma de alcanzar el poder y mantenerlo es muy probable.
Alcanzó el poder de forma sucia, lo ha ejercido siete años violando la lógica, la inteligencia y el sentido de Estado. Ha pisoteado todas las normas éticas y de buena gobernanza y sabe que está acabado, aquí y fuera de España. Siete años de permanente juego sucio, de necedades, de mentiras, sometiéndose a lo peor de la clase política, pasan factura. Tener que estar hipotecado y tener que negociar cada día con partidos políticos separatistas, filoterroristas y truhanes comunistas es muy tóxico.
Está demacrado, quebrado, es un apestado y se le nota. Hará todo lo posible para seguir, pero sabe que se está acabando su deleznable recorrido. En su último intento de lavar su mala hoja de servicios, se nos ha hecho palestino y casi chino, ya no sabe dónde buscar la noticia. No entraré en cientos de detalles, ustedes lo han visto y los que no han querido verlo por ser parte del clan, porque han sido los beneficiados de tanta corrupción o porque pasan de la política y de los políticos, lo pagaremos caro, muy caro.
Recuperar el Estado nos costará años, recuperar la economía décadas, recuperar la dignidad y decencia espero que menos. España pasa por una frágil situación y necesitamos dos milagros. El primero es echar al monstruo de la Moncloa y a su corrupto Gobierno, el segundo es poner en la presidencia del Gobierno a un político con las ideas muy claras y con los arrestos para coger la dirección política en tan difícil situación. Sacar al monstruo de la Moncloa posiblemente lo hará la justicia o un extraño poder externo, el mismo que apartó a otro indeseable que se llama Rodríguez Zapatero. Poner a un líder se puede hacer si se sabe sumar y se pone por encima el interés de España al de los partidos. Caer en la tentación de apoyarse en el PSOE sería un suicidio. Ya no es un partido, es una mafia en general y, como bien dice un conocido filosofo, ahora no hay ningún socialista válido.
Manos a la obra. Ya debería estar funcionando una comisión de los partidos democráticos que respetan la Carta Magna y quieren reflotar nuestra maltrecha nación. Se organizarán varios grupos de trabajo, el primero consiste en analizar la situación lo que llamaríamos control de daños. Es decir, un chequeo político al estilo de un profundo chequeo médico, para detectar nuestros males. Un segundo grupo, medicina de tratamiento inmediato, que hemos de recetar para que el paciente no se nos vaya de las manos. Un tercer grupo, hacer la hoja de ruta para recuperar la fortaleza social, económica y de valores con tres subgrupos. El de Gobierno inmediato, el de Gobierno a cuatro años y el de Gobierno a veinte años. Ya contamos con excelentes trabajos hechos, es analizarlos, actualizarlos y poner en claro lo que es vital, urgente y necesario.
Tenemos un ejemplo que no gustará a todos, el que hizo Trump hace cuatro años cuando quería ganar las elecciones, las ganó y en los primeros días tomó 100 medidas para corregir los graves errores de los demócratas. No fue un capricho, fue el resultado de años de estudios y propuestas de grandes expertos en economía, en política federal, en asuntos exteriores, en defensa y seguridad y tantas otras áreas. Estas 100 medidas, mal entendidas por Europa y otros países, sí han sido claras para los que le votaron y lo situaron en la presidencia.
Seguro que usted, querido lector, sí tiene en la cabeza más de una lista de cosas que haría si le nombraran presidente del Gobierno, algo irreal pero seguro que sabe por lo menos 50 medidas que mejorarían el caos en el que vivimos. ¿Se imagina si en vez de ser usted o yo con nuestras grandes limitaciones, reunimos a los mejores de cada área para hacer este trabajo? Eso se lo digo yo, porque lo he vivido y afortunadamente, el resultado fue excelente. Recuerdo cuando un ministro de mucho peso me llamó para hacer algo y tuvo la amabilidad de decir que le habían hablado muy bien de mí. Le dije: «Sr. ministro, soy una persona muy normal pero tengo una norma que da unos resultados increíbles. Me suelo rodear de los mejores, claro que entre militares es algo normal».
Señores políticos, les pido o les suplico, manos a la obra, no podemos perder tiempo, la situación está al límite, empecemos a trabajar y en serio.
Temas:
- Gobierno
- Pedro Sánchez