LA BUENA SOCIEDAD

La condesa Belén de Limburg-Stirum

La condesa Belén de Limburg-Stirum

La española Belén López-Montero, por su matrimonio con Louis de Limburg-Stirum, es condesa y pertenece a una de las familias más prestigiosas de la nobleza europea. Su suegra es princesa de Francia, vive en un castillo y es amiga de los actuales reyes de Bélgica. Con esto bastaría para entrevistarla, pero Belén es mucho más.

Con su familia, madre y hermanos es propietaria de un conglomerado de empresas, Altosa, que preside su madre. Con Altosa fabrican aguardientes, destilados y alcohol como el coñac François Premier; con Verum producen vinos en la extensa finca que poseen en Tomelloso, Ciudad Real, y que ha pertenecido a la familia desde hace 300 años.

Su madre es María Victoria Montero y fue muy amiga de la infanta Pilar. Está acostumbrada a producir los vinos y destilados que toman desde emperadores, los de Japón, hasta los reyes de toda Europa. Es una habitual de los veranos mallorquines junto a su marido y sus hijos.

Cuenta su llegada a Mallorca como una una historia preciosa que le encanta compartir. Su padre falleció pocos días antes de su boda de un infarto fulminante. Anularon el viajazo de novios previsto, no la boda, y eligieron quedarse en España y decidieron venir a Mallorca y alojarse en casa de su tía Anne de Wurtemberg, más conocida como Diana de Francia, hermana de su suegra. Les ofreció su casa, su barco solo para ellos y lo pasaron fenomenal. Esa tranquilidad que necesitaba se la dio la Flor de Lys y Mallorca.

La condesa Belén de Limburg-Stirum
Belén López-Montero posa junto a su retrato, obra del artista José María Fayos.

Cuando uno conoce a Belén, mas allá de la condesa que representa a la perfección, descubre a una mujer inteligente, arriesgada, fuerte y, además de todo ello, de una belleza interior, no sólo la exterior que es más que evidente. Esa belleza se refleja a la perfección en el cuadro que pintó para ella José María Fayos y que hoy cuelga en las paredes del castillo belga donde vive con su marido y sus hijos.

Se casó con su padre recién fallecido, muerto sólo diez días antes de la boda, con 57 años y de un infarto fulminante. La familia decidió seguir adelante con la boda. En su casa las mujeres son muy fuertes. Su madre le dijo que la mirara y que se comportara siguiendo su ejemplo. Hubo un momento en que sintió que su padre estaba a su lado en todo momento, no faltó que mirara más a su madre. Se sintió flotar, etérea… y así la vimos ese día.

Es de las novias más bonitas que he visto y ya he visto a muchas. La peinó el famoso Ruphert, que antes de la ceremonia, además de ayudarla con su tocado y maquillaje, la llenó de coraje para que desde esa bellísima casa de Tomelloso, llena de historia y emblema de la familia, saliera la novia más bella jamás vista, en honor a su padre.

Tras la boda siguió trabajando en la empresa familiar, aunque fuera desde Bélgica, vinculada a la rama de vinos de la empresa, Verum. En un momento, en plena pandemia faltó en España algo tan básico como el alcohol así que pusieron sus medios para suplir su falta de una manera rápida y eficiente. Y lo hizo desde su castillo rodeado de lagos preciosos, un remanso de paz, desde el que se ayudó mucho en medio de aquella tormenta que nos parece tan lejana pero que nos ha cambiado para siempre.

Tuvo mucha relación con la reina Fabiola

Casarse con una gran familia europea, con una suegra que es princesa de Francia, Helene de Orleans, que es princesa por dentro y por fuera, no debió de ser fácil, aunque Belén, como la gran dama que es, jamás lo admitiría. Cuando Isabelle, condesa de París, venía a casa, le decía que a sus hijos les hablara siempre en español y que sobre todo rezara con ellos siempre en español. Jean Thierry e Inés hablan perfectamente español. «La gente no sabe la fuerza que da la oración, deberían probar», asegura con fuerza la condesa cuando me cuenta esta historia tan bonita de la intimidad familiar.

Tuvo mucha relación con la reina Fabiola a la que define como una mujer con una fe increíble, profundamente espiritual, afable, una señora que estaba en otra dimensión, era majestuosa, flotaba, por su fe y por el hecho de ser reina. Y hoy es íntima amiga de los actuales reyes de Bélgica, a los que admira profundamente.

Esta joven de Tomelloso, que quería viajar y sin embargo estaba tan apegada a la familia, ha tenido una vida de cuento de hadas, y la sigue teniendo, apegada a la más moderna de las tradiciones, que no es otra que seguir adelante. Para que el pasado no se olvide y para que no nos obliguen a ser lo que no somos.

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