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El conductor VTC atacado por un taxista: «Mi clienta sufrió un ataque de ansiedad, no cogerá más un taxi»

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David García de Lomana

El pasado viernes, Rafael Sánchez, conductor VTC en Sevilla, fue atacado por un taxista en plena calle Feria. Le insultó, le amenazó y le rompió la luna trasera a puñetazos. Los cristales cayeron sobre una pasajera que se encontraba en el interior del vehículo y que sufrió un cuadro de ansiedad. La Policía Nacional detuvo al taxista por presuntos delitos de daños y coacciones.

Es sólo el último de los constantes y mutuos ataques enmarcados en la guerra abierta en la capital hispalense entre el sector del taxi y los VTC. OKDIARIO Andalucía ha hablado con Rafael para conocer su postura sobre el conflicto. A pesar de los hechos, sale a trabajar cada día «sin miedo» y muestra su «profundo respeto» a los taxistas. «Ellos estaban antes que nosotros», reconoce. Pide al Ayuntamiento de Sevilla que tome medidas y advierte a la competencia: «Su actitud les está quitando clientes».

PREGUNTA- ¿Qué fue exactamente lo que pasó?

RESPUESTA- El pasado viernes por la noche me entra un servicio por la aplicación y recojo a la clienta en los alrededores del Hospital Macarena. Cuando llego a la confluencia de calle Feria con Resolana, el semáforo se pone en rojo. A la derecha tengo un vehículo civil y el central está ocupado por un taxista, así que me coloco en el carril de la izquierda. Cuando se pone el semáforo en verde, el taxi hace una maniobra brusca, sobrepasándome y cortándome la trayectoria. Le toco el claxon para que me deje pasar y saca la mano por la ventanilla diciéndome que no, que no continúo. Le vuelvo a tocar el claxon y es entonces cuando el hombre se baja del coche soltando improperios y barbaridades, diciendo que les estamos robando en la cara (según recoge la denuncia, a la que ha tenido acceso este medio, se dirigió a él en los siguientes términos: «Me cago en tus muertos, me estáis quitando el pan de mis hijos. Os voy a meter fuego cada vez que os vea en el aeropuerto»).

El hombre se dirige hacia mi puerta, aunque gracias a Dios los pestillos se autobloquean con el coche en marcha. No consigue abrirla e intenta abrir la de detrás, donde va sentada la clienta, que se asusta muchísimo y se cambia de asiento. Es entonces cuando empieza a propinar puñetazos y patadas al vehículo y rompe la luna trasera, cayendo todos los cristales encima de la pasajera. La clienta sufrió un ataque de ansiedad terrible e inmediatamente llamamos a la Policía Nacional. Durante el transcurso de ambas llamadas nos vemos rodeados por cerca de otros diez taxistas. Reitero las llamadas a la Policía ante el peligro que empiezo a observar y ya se personan allí cuatro patrulleros que disuelven la situación. Llamé a un compañero para que llevara a la pasajera a su destino y la sacara de este embrollo. El hombre sufrió varios cortes en el brazo al fracturar la luna del vehículo.

P.- ¿El taxista era consciente de que había una pasajera en el vehículo?

R.- Sí, sí, complemente. Varios de los improperios iban dirigidos a ella.

P.- Su intención inicial era entonces sacarle del vehículo a la fuerza y agredirle.

R.- Sí. Si llega a estar el pestillo abierto, ese hombre me habría sacado del coche y seguramente me habría agredido físicamente.

P.- Los taxistas que se acercaron tras los hechos, ¿intentaron mediar en la situación o mantuvieron también una actitud intimidante?

R.- Para nada, todo lo contrario. Lo único que hacían era decirme que eso nos pasaba porque provocamos, que ni siquiera deberíamos trabajar en este sector porque les quitamos el pan.

P.- ¿Ha recibido alguna muestra de apoyo por parte del sector del taxi?

R.- Nada, no se han dirigido a nosotros.

P.- ¿Ha podido hablar después con la clienta? ¿Se encuentra bien?

R.- Sí, a diario nos preguntamos mutuamente cómo estamos. Me preocupo por ella porque es una chica joven, no llegaría a los 30 años. Cuando la recogí me contó que iba a cenar con su novio. Ya te digo yo que ni ella ni su familia valorarán siquiera el día de mañana la posibilidad de coger un taxi. Son ciertas personas del sector del taxi los que están manchando el nombre, porque desde el sector del VTC nosotros les tenemos un riguroso y profundo respeto. Al fin y al cabo el sector del VTC nace del taxi. Ellos estaban antes que nosotros y se merecen nuestro respeto. Nosotros somos un sector de contratación privada y ellos un servicio público. Creo que la Administración local, que es de quien depende el sector del taxi, debería tomar alguna medida contra estas personas, que no son tantas. No todos los taxistas son así. Trabajamos a diario por las calles de Sevilla, convivimos con ellos, y no serán más de un 5% los que meten la pata. Son ellos mismos los que se están quitando clientes de encima. A la vista está la imagen que dan.

P.- ¿Sabe si el taxista va a ser suspendido o apartado?

R.- No sé las medidas que habrá tomado el Instituto del Taxi ni la Administración local contra esta persona. El Ayuntamiento, como máximo responsable del Instituto del Taxi, debería de tener más mano dura con estas personas, que al fin y al cabo manchan el nombre y la imagen del taxi. La Policía no detiene a una persona si no ha hecho nada. Hay unos hechos probados. Mientras llegue la sentencia, si una persona está investigada en una causa creo que debería de ser inhabilitada para ejercer sus funciones y evitar así que se puedan producir situaciones similares.

P.- ¿En cuánto estima el valor de los daños?

R.- Los daños del vehículo, entre 500 y 600 euros. Y si a eso le sumamos las pérdidas patrimoniales de la empresa por estar el vehículo parado, los daños ascienden a casi 900 euros. Cuatro horas después de lo ocurrido, tras haber prestado declaración en sede policial, la empresa me dio otro vehículo para que pudiera seguir trabajando esa misma noche. Nuestra actividad se paraliza lo menos posible.

P.- ¿Ve posible que la tensión entre los taxis y los VTC se rebaje a corto plazo o es un conflicto que va a perdurar mientras conviváis?

R.- El conflicto se puede acabar si las administraciones intervienen duramente, tanto para un lado como para el otro. Si a esta persona que ha sido detenida se la inhabilita provisionalmente a la espera de una sentencia firme creo que el siguiente que intente hacerlo se lo va a pensar dos veces, y el conflicto se acabaría rápido. Pero si por mucho que pase no se castigan los hechos, la llama se sigue avivando. Los ayuntamientos tendrían que tener mano derecha: el que la hace, que lo pague de forma preventiva.

P.- ¿Sale a trabajar con miedo?

R.- Te cohíbe un poco, pero yo, personalmente, paso. No es un hecho aislado, viene pasando desde hace tiempo y nosotros mismos nos hemos concienciado de que no es un ataque a título personal, sino que van contra Uber, Cabify, Bolt, Auro… las empresas fuertes. Aunque los perjudicaos somos los trabajadores, la cara visible. ¿Miedo? Ninguno. Si dejas que te amedrenten y te metan el miedo en el cuerpo entonces no vives. Al revés, los que tienen que tener miedo son ellos, porque pueden perder el pan de su casa y una licencia que no es barata.

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