Antisemitismo, la mancha tenaz que se niega a desaparecer

Antisemitismo, la mancha tenaz que se niega a desaparecer

Pintadas antisemitas, mofas a víctimas del Holocausto, prejuicios que relacionan a los judíos con poder, conspiración y dinero, expresiones como “perro judío” o “judiada” e intentos de discriminación hacia Israel y sus habitantes… Todo esto sucede en la España de hoy; y sucede dentro de un entorno europeo donde la sombra negra del antisemitismo continúa sobrevolando el Viejo Continente, y eso que la comunidad judía apenas supone el 0,1% de la población. El caso de España es singular, pues durante 500 años no ha habido presencia de judíos, pero sí han pervivido estereotipos y fuertes prejuicios contra esta comunidad.

Lo que vemos ahora, y queda reflejado en el Observatorio de Antisemitismo, es que persiste en el subconsciente colectivo español cierta idea confusa acerca de los judíos. Muchas de las manifestaciones antisemitas carecen de mala intención, pero suele abusarse de expresiones o comparaciones que se utilizan para asemejar un hecho con el peor genocidio de la Historia: el Holocausto. Pero lo cierto es que las expresiones ahondan el prejuicio y las comparaciones banalizan el asesinato de 6 millones de judíos. Además, hablar mal de los judíos y del Estado de Israel no sólo no parece un problema, sino que es bien visto en ciertos círculos populistas, tanto de la extrema izquierda demagógica como de la extrema derecha neonazi.

Cuesta asumir la ignorancia como otro factor que conduce al antisemitismo. Más bien habría que aducir falta de interés –o, peor aún, mala intención–, porque información hay mucha y cualquiera que quiera conocer tiene variadas opciones. La Federación de Comunidades Judías de España, por ejemplo, está siempre dispuesta a informar y atender a todo aquel que busque información sobre el mundo judío o Israel.

Aún así, nos topamos con comentarios de reconocidos periodistas como el del respetado Iñaki Gabilondo, que responsabilizó al “poderosísimo lobby judío” de la decisión de la dirección del New York Times de retirar las viñetas políticas internacionales. O de los tuits del profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Ernesto Castro, comparando el sacrificio de cerdos con la matanza de judíos de Babi Yar (Ucrania, 1941). Leemos comparaciones y expresiones escandalosas en las que, si se cambiara la palabra “judío” por cualquier otra de un colectivo minoritario o discriminado, serían absolutamente condenables por parte de los mismos autores de dichas expresiones.

No debemos dejar de citar el doble rasero con que se trata a Israel en muchos círculos. Israel se ha convertido en el “judío entre las naciones”. Imperfecto como cualquier otro Estado, pero democrático y respetuoso con las libertades y derechos fundamentales, Israel condensa en muchas ocasiones el milenario odio hacia los judíos y es tratado con el mismo prejuicio. De lo contrario, ¿cómo explicar el trato al cantante estadounidense Matisyahu, a quien en el año 2015 se le obligó a posicionarse sobre el conflicto árabe-israelí para poder actuar en el festival Rototom, en Castellón? ¿O cómo explicar que la selección femenina israelí de waterpolo se encontrara todas las piscinas catalanas cerradas en noviembre de 2018 para poder jugar su partido de la Liga Mundial contra la selección española? El partido se jugó, pero a puerta cerrada y casi con la luz apagada.

¿Es imaginable cualquiera de esas situaciones con otro país?

Con todo este panorama, no resulta sorprendente –pero sí inquietante– que el 81% de los jóvenes judíos europeos entre 16 y 34 años sientan el aumento del antisemitismo en sus respectivos países. Así lo señalan los resultados de la última encuesta de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, publicada la semana pasada. Según las conclusiones, el 44% de los 2.700 jóvenes judíos encuestados de 12 países de la UE –entre ellos, España– reconoce haber sufrido acoso, mientras que el 41% ha pensado en emigrar de Europa al no sentirse seguros.

El antisemitismo pervive y busca espacio para manifestarse. Como dijo el director de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales al presentar la encuesta, Michael O´Flaherty:El antisemitismo en Europa sigue siendo una mancha tenaz que se niega a desaparecer”.

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