Cuando los proetarras son tus colegas
En cualquier democracia de calidad un personaje como el eternamente sobreexcitado Juan Carlos Monedero sería poco más que carne de squat. Nadie le tomaría en serio, como en ningún país normal se toma en serio a un personaje cuya patria chica es la injuria y su patria grande una dictadura tan cruel como la venezolana. No sólo no tendría cabida en los medios de comunicación sino que muy probablemente estaría sentado en el banquillo por ser un defraudador con aspiraciones a delincuente fiscal. Y no digamos si hubiera elogiado, defendido o relativizado el terrorismo de una banda de crueles malhechores que se ha llevado por delante la vida de 900 personas, que ha secuestrado a decenas, extorsionado a miles y dejado con secuelas o quemaduras de por vida a no menos de un millar. Me produce pavor cívico que un tipo que soltó una frase para el vómito moral sea tenido en consideración por medios, rivales políticos y ciudadanía en general. Porque no fue Arnaldo Otegi, ni Josu Ternera, ni tampoco Mikel Antza el que pronunció las siguientes 25 palabras: «Cuando se piensa que en el País Vasco la represión ha tenido un espacio muy alto, uno puede empezar a entender la violencia de ETA». ¿Se puede actuar más miserablemente? ¿Se puede ser más mala gente? ¿Se puede tener la cabeza más asquerosamente amueblada?
El miércoles pasado conocimos que su repugnancia moral es ilimitada. Que como su demagogia, es infinita. Me refiero, obviamente, a sus palabras sobre Albert Rivera, al que acusó de meterse coca con una retahíla de mensajes subliminales acompañada de sucesivos toques en la napia amén de inconfundibles inspiraciones. Espero que sus deleznables insinuaciones le sienten en el banquillo y le den donde más duele a pesar de su condición de multimillonario: en el bolsillo. Imputaciones tan graves no pueden salir gratis, ni siquiera aunque el que las pronuncia esté viajando en esos instantes por Afganistán, Colombia y Marruecos.
Tanto estupor o más me genera el hecho de que a ese Podemos –al que yo prefiero denominar ¿Pueden? para excluirme de ese plural mayestático– sea considerado un actor normal de ese sistema de gobierno que es el peor exceptuando los demás: la democracia. Lo digo porque el veintiunmileurista Pablo Iglesias ha participado en mítines proetarras en mi pueblo además de sentenciar en compañía de dos indeseables (Sabino Cuadra y Alberto Pradilla) que «ETA fue la única formación que se dio cuenta desde el principio de que determinados derechos no se pueden ejercer en el marco de la legalidad española». Eso fue en 2013. En junio pasado, anteayer como quien dice, tildó de «problema trágico» que haya «500 presos de ETA alejados de su familia». Pobrecitos, Pablito, pobrecitos; qué inhumano y represor es el Estado que a unos asesinos los manda lejos de sus amak (madres), gurasoak (padres), mujeres, maridos, hijos e hijas. Al menos sus familiares tienen el privilegio de disfrutar de ellos, cosa que no sucede con las familias de los ciudadanos a los que asesinaron y a los cuales tú no dedicas un segundo de tu tiempo y ni un milímetro cuadrado de tu alma. Toda esta palabrería debería haber provocado la repulsión de Juan Antonio Delgado, hasta hace bien poco portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, y del ex jefe del Estado Mayor, José Julio Rodríguez. Pues no. Todo lo contrario. Han dicho «sí» a Pablo e implícitamente a Monedero olvidando que ETA tiene en su macabro currículum la muerte de 230 guardias civiles y 103 militares.
Para un demócrata no puede merecer respeto quien pacta con los terroristas o con los amigos de los terroristas
Todo ello por no hablar del scoop que se marcó Fernando Lázaro en EL MUNDO al descubrirnos que Pablo Iglesias era el embajador en Madrid de la asociación de presos etarras, Herrira, a la que la Audiencia Nacional considera parte inalienable de la banda terrorista. Su entonces compañera sentimental, Tania 1.400.000, también participó en un acto de ayuda a los proetarras. Cuando agentes del cuerpo fundado por mi paisano el duque de Ahumada detuvieron a 18 integrantes de esta organización, se llevaron kilos y más kilos de documentación. Se pusieron a analizarla procelosamente, sin prisa y sin pausa, y pronto descubrieron una anotación que no merece mayores comentarios porque se comenta por sí sola: «Personas de contacto en Madrid, Pablo Iglesias y Tania Sánchez».
El centro debe ser para ¿Pueden? en general y para Pablo Iglesias en particular ese sinónimo de Batasuna que es Bildu. Más que nada, porque su viaje a la centralidad con el que tanto nos han dado el coñazo ha terminado en las marcas blancas de ETA. No es precisamente ocioso recordar que el etarra Asirón es alcalde de Pamplona gracias a los votos de ¿Pueden? Sin los votos de la sucursal foral de Pablo Iglesias este amiguete de los que mataron a 35 paisanos jamás hubiera sido alcalde de Pamplona.
De las cosas más made in Spain es el buenismo, el eufemismo y esa tendencia tan nuestra a parecer moderados cuando por dentro siguen anidando cual células durmientes esas dos Españas que tan magistralmente reflejó Goya en su Duelo a Garrotazos. Ese afán cuasidemoniaco por acabar con el que no piensa como tú. Esa paletoide manía del «o estás conmigo o estás contra mí». Pero por fuera nos gusta dárnoslas de caballerosos, comprensivos y centrados. Tal vez por eso tantos se muestran respetuosos con Podemos cuando para un demócrata no puede merecer respeto quien pacta con los terroristas o los amigos de los terroristas.
Todo ello por no hablar de su inquietante a la par que indecente perenne negativa a incurrir en esa obviedad tautológica (es decir, una perogrullada al cuadrado) que supone llamar «asesinos» a unos asesinos. Tal vez eso explique una decisión que en este país de miedosos ha pasado desapercibida: la que ha tomado Podemos de compartir papeleta al Senado en Navarra con Bildu. Un gesto que retrata al partido al que se han pasado con armas y bagaje muchos de los periodistas que antaño bebían los vientos y defendían con uñas y dientes al PSOE. Ése es el partido que quería tomar el cielo por asalto y que me temo muy mucho que se va a quedar en tierra víctima del gatillazo monumental que vaticinan unas encuestas que hace no tanto le otorgaban las llaves de La Moncloa.
En toda esta línea hay que enmarcar su determinación de propinarle una metafórica peineta al Pacto Antiyihadista, su corte de mangas a quienes les reclaman una condena del asesinato del líder opositor venezolano y que se sumen a la reprobación de la dictadura chavista que mantiene encarcelados a ¡¡¡77 líderes opositores!!! incluido ese héroe de nuestro tiempo que es Leopoldo López. «No», «no» y «requeteno». No hay manera. Cuando alguien se niega a condenar el MAL ABSOLUTO sólo hay dos opciones: o comulga totalmente con ese MAL ABSOLUTO, o comulga bastante con ese MAL ABSOLUTO o comulga parcialmente con ese MAL ABSOLUTO. O una opción, o la otra, o la de más acá. Como acertadamente recalcó Pedro Sánchez, «o se está en el Pacto Antiyihadista o no se está». Y punto. En estas cuestiones no puede haber medias tintas.
Anteayer volvieron a demostrar que siguen siendo los coleguitas de los proetarras. Los virreyes podemitas en mi tierra sumaron sus votos a los de Geroa Bai y Bildu para reclamar el derecho a decidir, chorrada semántica con la que estos indocumentados se refieren a un referéndum independentista. Es el primer paso para convocar un plebiscito sobre la incorporación de Navarra al País Vasco. Posibilidad cierta. Certísima, más bien, ya que el único referéndum que autoriza explícita y directamente la Constitución es el que facilitaría la anexión de uno de los más antiguos reinos de Europa a eso que los cursis y los nacionalistas llaman «Euskadi». Bastaría una mayoría simple en el Parlamento navarro para convocarlo. Si se unen Geroa Bai, Bildu, Podemos y la Izquierda Unida regional lo sacan adelante con la gorra. A los podemeros se les podrá catalogar de incoherentes, de extremistas, de amigos de las dictaduras, de colegas de los proetarras, pero no de embusteros. Al menos, en este asunto. Lo han dejado meridianamente claro desde el minuto 1: «Hay que convocar un referéndum para anexionarnos a Euskadi». Mejor dicho: «Ha-ha-ha-ha-hay que co-co-co-co-con-vocar un re-re-feréndum pa-pa-para anexionarnos a E-e-e-euskadi», que diría esa antítesis de Demóstenes, Castelar y Churchill que es Laura Pérez Ruano. Eso en el caso de que entendiera su propia letra porque, de lo contrario, no saldría del bucle.
Dicho todo lo cual no me queda más que dar la razón a una de las políticas de más fuste que ha dado la democracia española de 20 años a esta parte. Rosa Díez, valiente y clarividente como pocos, y decente como ninguno, se atrevió poner negro sobre blanco lo que todos piensan pero nadie se atreve a espetar: «Pablo Iglesias no defiende la autodeterminación, defiende a ETA». Yo no iré tan lejos. O sí. Me retrotraeré a sus aseveraciones sobre el acuerdo antiyihadista: «El terrorismo no se combate con pactos». ¡Albricias! Ahora empiezo a comprenderlo todo. Me ha costado, porque una mente tan pequeña como la mía no alcanza a un tipo al que le cabe el Estado en la cabeza, pero lo he conseguido. Pablo, tú te has arrimado a los proetarras porque cuando no puedes con tu enemigo lo mejor es unirte a él. ¡Acabáramos!