La astuta trampa de Karlos Arguiñano para pillar a un ladrón con las manos en la masa
Karlos Arguiñano ha puesto las cartas encima de la mesa
El presentador está centrado en su programa de Antena 3, 'Cocina abierta'
Gracias a este truco, el comunicador descubrió que uno de sus camareros le estaba engañando
Era el cocinero estrella de España, pero se arruinó por una deuda: huyó del país y así es su vida ahora
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A sus 76 años, Karlos Arguiñano continúa siendo uno de los rostros más queridos de la televisión y uno de los cocineros más influyentes del país. Su éxito se debe a sus recetas caseras y su cercanía, pero también a una forma de entender la vida que gira en torno al equilibrio, la moderación y el respeto por lo esencial. En ese contexto, ha popularizado una fórmula sencilla que aplica tanto a su día a día como a su alimentación: el método CLM.
Este sistema, conocido por las siglas de «comer la mitad», propone una reducción consciente de las cantidades que se consumen habitualmente. No se trata de eliminar alimentos ni de hacer dietas restrictivas, sino de servirse menos, introducir variedad y evitar los excesos. Arguiñano lo adoptó a raíz de una recomendación médica que recibió hace años en Zaragoza y desde entonces lo practica con disciplina. La clave, según él, está en la constancia, no en el sacrificio extremo. Un poco de ejercicio físico diario, unido a esa alimentación mesurada, le ha permitido mantenerse ágil y con buen aspecto físico, lo que para muchos es una verdadera inspiración.
Aunque se muestra siempre sonriente y bromista en televisión, detrás del personaje televisivo hay una persona rigurosa, con hábitos sólidos y una visión muy clara sobre cómo cuidar la salud sin perder el disfrute. Para él, cocinar bien y vivir bien son dos caras de la misma moneda. Su método no pretende ser una dieta milagrosa, sino una pauta de vida sostenible.
El truco de Arguiñano para cazar al ladrón
A pesar de su éxito profesional y de la admiración que genera, la trayectoria de Karlos Arguiñano no ha estado exenta de episodios desagradables. Uno de los más impactantes lo reveló él mismo durante una entrevista televisiva, cuando recordó un suceso ocurrido en su propio restaurante: el descubrimiento de un robo perpetrado por uno de sus camareros. No fue un descuido ni un error puntual. Era una práctica repetida que afectaba directamente a la caja del negocio y que requería tomar medidas drásticas.
Lejos de perder los nervios, el cocinero optó por actuar con cabeza fría. Elaboró un plan que parecía sacado de una novela policíaca: decidió marcar discretamente los billetes de la caja registradora. De esta manera, si alguien tomaba dinero sin autorización, quedaría expuesto sin posibilidad de escapatoria. Y así ocurrió. Al finalizar la jornada laboral, el sospechoso fue confrontado. Arguiñano le pidió que mostrara lo que llevaba encima, y los billetes marcados aparecieron entre sus pertenencias. La trampa había funcionado a la perfección.
Aquella situación no fue fácil para nadie, pero el cocinero actuó con determinación. El despido fue inmediato. No hubo margen para la duda ni espacio para la negociación. Aunque reconoció que le dolió tener que tomar esa decisión, sobre todo porque confiaba en su equipo, también dejó claro que no tolera la deshonestidad.
La trayectoria de Karlos Arguiñano
La presencia de Arguiñano en la pequeña pantalla comenzó hace más de treinta años, cuando entró por la puerta grande en TVE para dar continuidad a un formato que ya había calado en los hogares: Con las manos en la masa, de Elena Santonja. Lo que nadie imaginaba es que aquel cocinero vasco, con su delantal colorido y su lenguaje desenfadado, se convertiría en un fenómeno televisivo capaz de mantenerse en antena de forma ininterrumpida durante más de tres décadas.
Actualmente, sigue al frente de su programa diario en Antena 3, donde cada mediodía prepara recetas sencillas, bien explicadas y adaptadas a todos los bolsillos. Su estilo directo, sin florituras ni ingredientes exóticos, ha conquistado a generaciones enteras. El secreto está en su manera de acercarse al espectador, como si cocinara para un amigo en la cocina de su casa. Además, siempre introduce algún comentario humorístico, un consejo práctico o una anécdota personal que convierte cada emisión en algo único.
El éxito del famoso cocinero
Más allá de las cámaras, Karlos continúa al frente del restaurante que fundó junto a su familia en Zarautz (Guipúzcoa). Situado muy cerca del Cantábrico, este establecimiento se ha consolidado como una referencia de la cocina vasca. Allí se respira la misma filosofía que transmite por televisión: buena materia prima, atención al detalle y una apuesta decidida por la tradición. No se trata de un local lujoso ni exclusivo, pero sí de un sitio donde el cliente se siente bien recibido y donde se cuida cada plato como si fuera el primero.
Arguiñano continúa cocinando ante las cámaras con la misma energía con la que empezó. Cada receta es una excusa para compartir algo más que comida: transmite valores, emociones y sentido común. Sus comentarios espontáneos, sus bromas con el equipo técnico y su inconfundible risa hacen que el programa tenga un sello propio, difícil de imitar. Su longevidad televisiva no es casual. Ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia, por eso su nombre ocupa los titulares de los mejores medios.