El aislamiento social es un factor de riesgo

Más teléfono y correos electrónicos: el aislamiento social es un «factor de riesgo» para la demencia

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Demencia y aislamiento social.

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Dos estudios recién publicados sugieren que el aislamiento social es un factor de riesgo de demencia en adultos mayores, e indican que el contacto con otras personas por medio de la tecnología puede atenuarlo.

Investigadores de la Universidad Johns Hopkins han contribuido con su trabajo a afinar la descripción del entorno que facilita que una persona desarrolle demencia. Una de las claves de ese escenario es, de acuerdo con sus datos, el aislamiento social, al que se refieren como “un riesgo sustancial de demencia” en personas mayores no institucionalizadas. También aseguran que aprovechar la tecnología puede ayudar a contrarrestar ese riesgo.

Los autores definen el aislamiento como falta de contacto social e interacciones con otras personas de forma habitual. Sus respectivos trabajos se suman a estudios anteriores que vinculan las relaciones sociales con el menor riesgo de deterioro cognitivo.

Los consejos que ofrecen para contrarrestarlo son “relativamente sencillos”, dicen: Enviar mensajes de texto a sus teléfonos y usar el correo electrónico.

Thomas Cudjoe, profesor de medicina en la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) y autor principal de las dos investigaciones, indica que “las conexiones sociales tienen importancia desde el punto de vista de la salud cognitiva, y el riesgo de aislamiento de los mayores es algo que podemos intentar modificar”.

El primer estudio, publicado en la revista científica de la Sociedad Americana de Geriatría, se basa en datos de más de 5.000 personas, analizados en un periodo de nueve años. Todos los participantes tenían 65 años o más, y accedieron a ser entrevistados en sesiones anuales de dos horas en las que se valoró su salud cognitiva, su estado físico y bienestar general.

Al comienzo del trabajo, el 23% de ellos estaba socialmente aislado, pero sin signos de demencia. Al final del estudio, 21% de todos los sujetos habían desarrollado la enfermedad. El riesgo era un 27% mayor entre los que vivían aislados.

La coautora Alison Huang explica que las personas solitarias tenían menos redes sociales, vivían solas y participaban poco en actividades sociales. “Una posible explicación es que tener menos oportunidades de socializar hace que se reduzca la activación de las capacidades cognitivas, lo que podría contribuir al riesgo de demencia”.

El segundo estudio es el que aporta intervenciones para reducir ese riesgo. Se ha publicado pocos días después en la misma revista. Los investigadores han visto que usar tecnología de la comunicación como el móvil y el correo electrónico ayuda a reducir el riesgo de aislamiento.

Según información recabada en un gran estudio a escala nacional sobre salud y envejecimiento, más del 70% de los mayores de 65 años que no están aisladas usan teléfonos u ordenadores para comunicarse con otras personas.

En un periodo de observación que duró cuatro años, este perfil de participantes mostró un riesgo de aislamiento un 31% inferior al del resto de sujetos.

Uno de los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, Mfon Umoh, razona que “la tecnología básica para la comunicación es un instrumento excelente para luchar contra el aislamiento”. A su modo de ver, este estudio muestra que “el acceso y empleo de tecnología sencilla es un factor importante para proteger a los mayores del aislamiento, que se asocia con mayor riesgo para la salud, es alentador, porque pequeñas intervenciones pueden aportar beneficios significativos”.

En los últimos años, la ciencia ha prestado cada vez más atención al aislamiento, un fenómeno que cobró fuerza durante las restricciones impuestas por la pandemia, pero hace falta seguir investigando para identificar a las poblaciones de riesgo y crear instrumentos para atender a estas personas, indican los autores.

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