Investigadores de UPM proponen postergar la Semana Santa 21 días

Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, UPM, ha lanzado la propuesta de postergar la Semana Santa tres semanas, para que el Viernes Santo, día festivo nacional, se celebre el 23 de abril y no el día 2, como lo establece el calendario que rige actualmente. Esto permitiría que un mayor número de personas se encuentre inmunizada y reduciría el impacto sanitario, así como el económico.

El Viernes Santo sería el 23 de abril

La propuesta de aplazamiento, según mencionan los investigadores, pretende que, llegado el momento, la Semana Santa pueda celebrarse con más personas vulnerables inmunizadas. Lo cual reduciría los riesgos que se corren en los períodos festivos, como se ha constatado tras las fiestas de fin de año.

Los autores han expresado que reconocen las dificultades que tendría ajustar las fechas con tanta premura, contando con tan solo un mes. Pero también recuerdan que una Semana Santa en esas fechas no es algo tan inhabitual. A pesar de los beneficios de esta medida, también hay opiniones en contra.

Si el primer plenilunio de primavera hubiese sido en las fechas del 18 al 20 de abril, la fecha de esta festividad hubiera coincidido con la que proponen. Pues el domingo de la Pascua de Resurrección es el domingo que sigue a la primera luna llena después del equinoccio de la primavera en el hemisferio norte.

Los beneficios de posponer la Semana Santa

Otro factor que indican los investigadores de la UPM como favorable es que estas fechas son totalmente aceptables por el conjunto de la sociedad y pueden adaptarse sin grandes problemas en entornos educativos o laborales. De hecho, esta no es una fecha inhabitual de Semana Santa, lo cual facilitaría su implementación.

También mencionaron que el poder contar con una Semana Santa más “segura” ayudaría a la población a sobrellevar la “fatiga pandémica”. Sobre todo, tras un año de crisis sanitaria y favorecería a ciertos sectores económicos que de otra forma se verían sumamente afectados, como el del turismo y la hostelería.

En conclusión, con este aplazamiento propuesto se conseguirían varios efectos positivos en simultáneo, afirman. El riesgo podría reducirse, evitando la consiguiente pérdida de vidas, aliviaría un poco el impacto económico y se obtendría un mejor bienestar del conjunto de los ciudadanos.

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