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La fiebre de lassa: qué es y qué consecuencias tiene

La fiebre de lassa: qué es y qué consecuencias tiene
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En general, la fiebre de Lassa es una enfermedad vírica hemorrágica aguda de 1 a 4 semanas de duración con origen en África Occidental. Según las investigaciones científicas, es transmitida a los seres humanos como resultado del contacto con alimentos o elementos domésticos contaminados con orina o heces de roedores. Es decir, se trata de una patología común en regiones de escasa higiene.

En los países africanos no sólo se han producido contagios de esa forma, sino de otros modos más difíciles de prevenir aún. Por ejemplo, de manera intrahospitalaria. Al carecer de medidas de control de infecciones, se generan las condiciones ideales que favorecen la reproducción del virus. Por eso, la ausencia de políticas de estado es una de las causas de este tipo de afecciones.

Datos básicos de la fiebre de Lassa

Endémica en Benín, donde el primer paciente fue diagnosticado en el año 2014, se conoce de casos en un sinfín de naciones africanas como Mali, Ghana, Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. Sin embargo, no se descarta que en otros países de África occidental se haya propagado la enfermedad pero los enfermos todavía no hayan sido diagnosticados. Es una cuestión de tiempo.

La tasa de letalidad global de este virus es de apenas un 1%, pero escala hasta el 15% en los pacientes que son hospitalizados. Justamente, eso se debe a que ni siquiera las mejores clínicas de África poseen suficientes medidas de control de infecciones.

Esta patología fue descrita hace más de medio siglo, si bien no se supo qué la provocaba sino hasta el año 1969. Ahora, somos conscientes de que es un virus con RNA monocatenario perteneciente a la familia Arenaviridae. Y lo que dificulta su tratamiento es que aproximadamente el 80% de los contagiados no tienen síntoma alguno. Al no aislarse, se transforman en «patógenos andantes».

En el 20% restante de los enfermos, la fiebre de Lassa se convierte en una afección potencialmente mortal. La infección avanza por su cuerpo, alterando el correcto funcionamiento de buena parte del organismo. Bazo, hígados y riñones, por citar solamente tres de los órganos alcanzados por el virus, dejan de realizar sus funciones metabólicas poco a poco, deteriorándose.

El curso clínico de la enfermedad es muy variable, por lo que la detección de los síntomas y la identificación de la enfermedad depende de los recursos y de la cercanía de un centro de salud. Un problema que en África es más grave de lo que creemos.

¿Cuáles son los primeros síntomas de esta patología?

El periodo de incubación de la fiebre de Lassa es de 2 a 21 días, y a lo largo de esas tres semanas van apareciendo estos signos. Normalmente, los primeros síntomas son la fiebre -de ahí su nombre- el malestar general y la debilidad física y psicológica. Otras sintomatologías comunes son los dolores musculares, las náuseas, los vómitos, la diarrea y la tos. Es una infección «prototípica».

Si la afección progresa, pueden darse otros síntomas como tumefacciones faciales, derrames pulmonares y hemorragias bucales. Excepcionalmente, el paciente podría desarrollar problemas nasales, vaginales o gastrointestinales. Para cuando aparecen signos como los temblores y desorientaciones, el enfermo está cerca del coma y, por ende, de la muerte. Las consecuencias de este virus no son menos desagradables. Hasta un 25% de los pacientes que lo sobreviven sufren de sordera temporal y caída del cabello.

Quienes padecen la enfermedad suelen fallecer al cabo de los 14 días. Es especialmente letal en las mujeres embarazadas, conllevando la muerte materna y/o fetal en más del 80% de las enfermas que están cursando el último trimestre del embarazo.

Tratamiento y vacunas de la fiebre de lassa

Estudios recientes, como éste, señalan que el tratamiento antiviral con Ribavirina por vía intravenosa tiene evidencia de ser efectivo si se utiliza durante los estadios iniciales de esta patología. Las pruebas no han sido tan concluyentes con la afección ya avanzada.

Mientras tanto, los informes advierten que no hay vacunas que protejan contra la fiebre de Lassa. Todo depende de la prevención.

El concepto de «higiene comunitaria» es de suma relevancia en estos poblados, donde se les pide encarecidamente a los habitantes que cuiden que los ratones no entren en sus casas y se busca eliminarlos por todos los medios posibles. No dejar comida descubierta ni granos en envases sin tapas es crucial para no atraer a estos animales que infectan las superficies.

En los centros sanitarios, el personal debe seguir siempre las precauciones y medidas preventivas de control de infecciones. Independientemente, esto, del presunto diagnóstico de cada paciente. Descartar los materiales usados y utilizar otros nuevos resultará fundamental para reducir la probabilidad de contagio en este ámbito. El lavado de manos debe ser regular y profundo.

En los laboratorios donde se analizan las muestras obtenidas, la prevención es similar. Deben ser manipuladas únicamente por profesionales que estén capacitados para hacerlo, en ambientes aislados que respondan a normas de confinamiento biológico.

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