Del abuso de las redes sociales a la soledad no deseada: cómo afecta a la salud mental de los jóvenes
Viven la ansiedad o la tristeza como algo extraño, ajeno a sus vidas cómodas repletas de satisfacciones inmediatas
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El próximo 2 de marzo se celebra el Día Mundial del Bienestar Mental para Adolescentes, con el objetivo de visibilizar y sensibilizar sobre los problemas de salud mental que afectan a las personas en esta etapa de la vida. También es una oportunidad para reflexionar sobre dichos problemas, a la vez que identificar propuestas de mejora que favorezcan el bienestar global de nuestros jóvenes.
Nosotros lo hacemos junto al Dr. Jesús Paños, Responsable de la Unidad de Psicología Clínica Infancia y Adolescencia del Hospital Universitario San Rafael (HUSR), con quien hemos examinado los datos recogidos por el Observatorio de Salud Mental Infanto-Juvenil de la Fundación Atalaya, en un estudio con el que se analiza la situación actual en la juventud española.
Y de sus conclusiones se desprende que la juventud piensa en su salud mental como ausencia de trastorno mental y no como un estado de bienestar emocional, psicológico y social, siendo éste esencial para el funcionamiento general y la calidad de vida. ¿Por qué piensan así los jóvenes? Para el Dr. Jesús Paños, no todos los jóvenes son iguales, «algunos tienen la sensación interior de no tener estrategias para enfrentar las situaciones que les generan malestar y en ocasiones no saben ni qué ha podido disparar ese malestar».
Viven la ansiedad o la tristeza como algo extraño, ajeno a sus vidas cómodas repletas de satisfacciones inmediatas: «dan la sensación de fragilidad, de no saber las consecuencias que conlleva su estilo de vida». La familia como principal escuela de aprendizaje de habilidades para afrontar la vida Ansiedad, bajo estado de ánimo, depresión… a menudo nos preguntamos qué grado de responsabilidad tienen los progenitores en estos problemas de salud mental de los jóvenes y en que estos adopten conductas de riesgo. Según Paños, «las familias han de ser nuestra principal escuela de aprendizaje, no solo de cuidados, sino de habilidades para afrontar la vida».
Debemos enseñar a nuestros hijos la importancia de aceptar la frustración y ser constantes en los intentos de solución, «dando por sentado que en muchas ocasiones las cosas no salen a la primera como nosotros esperamos». Esta es una obligada lección que hemos de transmitirles.
«También hemos de enseñarles a pensar de forma racional, a saber identificar las fuentes del malestar y entrenarles en algunas estrategias que lo minimicen. A crecer en entornos seguros, con vínculos cercanos y con modelos de estabilidad emocional. A mostrar cariño y atención, pero también límites y normas», añade Paños. La familia puede canalizar el ocio de sus hijos, fomentar el interés por unos u otros temas y puede acompañar el inicio de su vida social. «Pero todo ello requiere esfuerzo y tiempo».
Porque la educación no termina cuando ya saben vestirse o estudiar solos, aquí empieza la etapa más difícil: «ayudarles a valorar a los demás, alejarse de los peligros, crear redes sociales cercanas y significativas, cultivar un ocio sano, ayudarles a buscar sus gratificaciones de valor y no las que la sociedad les facilita». Quererles de forma incondicional no está reñido con ayudarles a ser autónomos y “sobreprotegerles limita su desarrollo psicológico».
Soledad no deseada
La soledad no deseada es un aspecto fundamental en la salud de los jóvenes y así se desprende también del Estudio sobre Juventud y Soledad no deseada en España, promovido por la Fundación ONCE, en colaboración con Ayuda en Acción. Este es un problema creciente en nuestra sociedad y no solo en personas mayores, sino que afecta especialmente a la juventud. Según este segundo estudio, la soledad afecta a 1 de cada 4 personas jóvenes en España y este no es un fenómeno puntual o pasajero, pues cerca de la mitad de los jóvenes que se sienten solos actualmente llevan sintiéndose solos desde hace más de tres años. De hecho, 2 de cada 3 jóvenes se sienten solos o se han sentido solos en el algún momento de su vida.
Con estos datos, cabe preguntarse si las habilidades sociales y las actitudes hacia las relaciones sociales son determinantes en el problema de la soledad juvenil y el papel que juega el mundo digital en este problema. Hay muchos estudios que relacionan el abuso de las redes virtuales y las pantallas con la aparición de trastornos del ánimo, de ansiedad y de falta de habilidades sociales. Y para este especialista «es fácil que lo uno, usado de forma abusiva, nos lleve a lo otro. Llenar nuestro tiempo libre con tareas digitales nos resta oportunidades de socialización, de practicar deporte y de muchas actividades de ocio sano en la naturaleza y con iguales que consideramos agradables».
Falta de apoyo social percibido
Además de la soledad no deseada, la falta de apoyo social percibido y el sentimiento de anomia y falta de cohesión social se identifican como aspectos importantes en la salud mental y el bienestar socioemocional de los jóvenes. De ello se desprende que las intervenciones deben ir dirigidas no solo a éstos, sino también al entorno en el que se desenvuelven, promoviendo ámbitos familiares, de estudio y de trabajo más saludables. Pero, ¿cuáles son las claves para lograrlo?
«Las sociedades han de reflexionar de forma muy seria sobre el modelo de educación y de maduración que quieren para sus hijos», opina Paños. «No podemos ofrecerles todo al alcance de la mano y luego quejarnos de que lo usan». Hemos de ser capaces de crear entornos donde nuestros niños y adolescentes aprendan aquellas habilidades que la ciencia nos ha demostrado que son necesarias para la vida: «saber pensar de forma racional, saber aceptar la frustración, saber autocontrolarnos, saber relajarnos, saber aceptar los problemas como parte de la vida y tener alguna estrategia para enfrentarlos, aprender habilidades sociales, saber identificar y manejar nuestras emociones en nuestro beneficio, aprender valores y saber esforzarse para conseguir resultados».
Colegios, Institutos, Centros de Salud, Centros de Jóvenes, Universidades deberían ofrecer talleres y seminarios dirigidos a impartir estas habilidades. «Las familias más exitosas y sanas mentalmente lo hacen de forma intuitiva, porque han identificado la importancia de estos recursos en su propia vida», pero «cuanto más y mejores recursos personales de enfrentamiento tengamos, menor será el efecto que provocarán en nosotros los problemas y la adversidad».
Unidad de Psicología Clínica Infancia
La salud mental es una de las áreas de atención a la que la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (a la que el HUSR pertenece) se dedica desde su origen. De hecho, 21 dispositivos de los 80 que componen San Juan de Dios España son específicos de salud mental, lo que la posiciona como entidad referente en la atención integral de la salud mental.
En 2023, el 16% de los casos atendidos por San Juan de Dios corresponden a la salud mental en niños y adolescentes. Una estadística que no es sólo un número, sino un reflejo de la creciente necesidad social de abordar a los colectivos más jóvenes para romper el estigma y sensibilizar en general. Como responsable de la Unidad de Psicología Clínica Infancia y Adolescencia del HUSR, Jesús Paños también considera que el estigma asociado a los problemas de salud mental sigue siendo una barrera significativa, especialmente entre los jóvenes. De ahí que el camino a la normalización pase por generalizar y facilitar el acceso de la población a buenos recursos profesionales, ágiles y cercanos. «Hemos de saber equilibrar el modelo actual de atención, que está a la espera de que aparezca el problema, con un modelo más proactivo, destinado a entrenar a nuestros adolescentes y hacerles fuertes frente a la adversidad e inteligentes para disfrutar de su vida».
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