Atención a los atragantamientos con las uvas en Nochevieja, sobre todo si tienes disfagia

La Unidad de Disfagia de Quirónsalud Madrid ofrece consejos para que este momento familiar no sea un peligro para las personas con problemas en la deglución.

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Uvas de Nochevieja. @Istock

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Cuidado con las uvas en el último día del año, sobre todo si sufres de disfagia, la imposibilidad de transportar los alimentos de la cavidad oral hasta el estómago. Debemos tener en cuenta que esta dolencia, además, afecta tanto a líquidos como sólidos.

Más de 2,5 millones de españoles tienen disfagia, un trastorno de la deglución que conlleva un elevado riesgo de malnutrición, deshidratación y atragantamiento y que supone la primera causa de muerte en pacientes neurológicos y la tercera en mayores de 85 años, pero muchos de ellos ni siquiera lo saben. De hecho, sólo el 10% está correctamente diagnosticado, según datos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).

Las personas con disfagia tienen peligro de malnutrición o que los alimentos entren en la vía aérea. En España es tradición a final de año brindar con la familia y amigos y tomar las 12 uvas mientras termina un año y comienza el siguiente. Nos encanta comerlas rápido para llegar al 1 de enero con nuestros deseos pedidos y sin uvas en el plato, pero debemos poner mucha atención para no tener un disgusto.

Muchos momentos de nuestra vida tienen como protagonista al alimento y la persona con disfagia suele verse aislada por sus problemas para tragar. Las Campanadas de Año Nuevo es uno de esos momentos en lo que la persona con disfagia se ve aislada de su núcleo familiar y prefiere no participar en esta tradición que le puede suponer un riesgo.

“La disfagia supone no solo un riesgo de malnutrición y deshidratación por un manejo inadecuado de los alimentos, sino que también supone mayor aislamiento social y menor participación en la vida diaria, lo cual impacta de forma negativa en la salud”, comenta Jaime Paniagua, logopeda de la Unidad de Disfagia y Trastornos de la Deglución del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.

También advierte que “la uva es un objeto peligroso para una persona con disfagia porque es redondo, tiene piel y pepita. Puede causar incidentes graves si se introduce en la vía aérea y la piel requiere más ciclos masticatorios. Además, la presencia de pepita obliga al paciente a estar atento”.

No obstante, y para que las personas con disfagia no se queden al margen de las celebraciones de Nochevieja con el rito de las uvas como protagonista, Paniagua ha elaborado unas recomendaciones sencillas.

“Pueden elaborar unas uvas adaptadas con mosto, colorante alimentario verde y espesante que consigan una preparación con textura similar a la miel o al pudin. Esta preparación se puede distribuir en 12 cucharillas para que las personas con disfagia puedan participar con su familia de este momento familiar”. Esto, explica, es sobre todo para disfagias severas, aquellas con grave dificultad para la deglución, para las que también propone una preparación de espuma estabilizada comestible realizada con mosto, lecitina de soja que con un compresor genera una espuma comestible estabilizada. “La espuma genera flujo salival, pero no genera bolo alimenticio, siendo fácil de digerir por estos pacientes”, apunta.

Paniagua también propone para los pacientes que puedan digerir alimentos troceados que pelen las uvas, las quiten las pepitas y las partan por la mitad o en cuartos, obteniendo un alimento con menor resistencia que requiere menos esfuerzo y menos ciclos masticatorios para ser digerido.

¿Qué perfiles sufren disfagia?

“Hasta un 67% de los pacientes que han sufrido un ictus padecen algún grado de trastornos de la deglución; también es frecuente en afectados por enfermedades neurodegenerativas o pacientes con tumores de cabeza y cuello, más probable en enfermos que han sido sometidos a Radioterapia”, explica Paniagua.

También es frecuente, detalla, “la disfagia en personas que se han sometido a una cirugía cervical, personas con trastornos neurológicos funcionales y afectados por fagofobia, que son aquellas que tienen miedo a tragar alimentos y que desarrollan con frecuencia trastornos en la deglución”.

Por su parte, la Dra. Silvia Verónica Domínguez Ovejas, otorrinolaringóloga de la Unidad de Disfagia y Trastornos de la Deglución de Quirónsalud Madrid explica que “las personas que padecen disfagia pueden tener problemas para que el bolo alimenticio sea deglutido, lo que incrementa su riesgo de malnutrición. También tienen el riesgo de que el alimento entre en la vía aérea contaminando los pulmones y poniendo en riesgo de aparición de patologías respiratorias”.

Tampoco cree que debamos despreciar los síntomas emocionales que padecen estos pacientes debido a “la incapacidad para poder alimentarse y el miedo a atragantarse, que les acompañan en su día a día disminuyendo la calidad de vida”.

Cómo identificar si estamos ante una disfagia

Los pacientes que tienen sospecha de sufrir disfagia deben ser cribados a través de pruebas que pueden ser realizados por los pacientes o cuidadores que nos mostrarían los síntomas de alarma. Por ejemplo: ¿he perdido peso por mis problemas para tragar? ¿Evito comer fuera de casa por estos problemas? ¿Tragar líquidos o sólidos me supone un problema? ¿Toso cuando como? 

Si la respuesta afirmativa a esta u otras preguntas puede indicarnos que se sufre un trastorno de la deglución. “Las personas en las que se ha detectado alguna señal de alarma deben ser sometidas a una evaluación objetiva de su mecánica deglutoria en el que; a través de pruebas como la bucofaringoscopia y fibrolaringoscipia se observa si existen problemas estructurales para la deglución. También se puede realizar videoendoscopia de deglución con test de texturas a alimentos para precisar el diagnóstico”, explica la Dra. Domínguez Ovejas.

Una vez diagnosticado con precisión al paciente se puede ofrecer intervenciones compensatorias que “están basadas en modificar las características texturales de los alimentos o la conducta del paciente al tragar. También se le puede ofrecer al paciente terapia rehabilitadora con ejercicios orofaciales para que la mecánica deglutoria cambie y sea más eficaz y segura. Estas propuestas de tratamiento son revisadas periódicamente para adaptar el plan de intervención”, concluye Paniagua.

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