Tumbar a Feijóo para abrir una guerra en el PP
Pedro Sánchez ya no tiene capacidad de provocar sorpresa. Ha demostrado en sus siete años de poder que no se para en barras. Especialmente en los últimos tiempos, cuando se han conocido las trapisondas económicas y abuso de poder de su entorno familiar y, singularmente, lo que afecta de plano al que fue su hombre de máxima confianza en el Gobierno y en el PSOE y que se conoce como la gran trama Ábalos.
Los equipos políticos que ha conformado a su alrededor se dedican fundamentalmente a inventar cosas para mantenerse en el machito; más que gobernar van dando saltos de conejo en pos de impedir al precio que sea resultar desalojados del poder. Tienen su lógica. La mayor parte de ellos tendrían difícil cobijarse en la sociedad civil con el estatus económico y de todo tipo del que disfrutan detentando el poder de la nación.
Como no sacan ley esencial alguna, ni tienen fuerza para ello, y prácticamente su chistera para entregar a los ramplones secesionistas está agotada (salvo la Catedral de Burgos) se limitan a hacer la oposición a la oposición, fundamentalmente al Partido Popular, la única organización desde la que se pudiera otear un gobierno alternativo al sanchista, teóricamente con la aquiescencia de la formación también a su derecha.
Y en esas están. La liquidación de Pablo Casado también representó un triunfo para Sánchez; de hecho no hay día que no lo lleve a colación. Ahora de lo que se trata, según estrategas nítidamente sanchistas que no ocultan la orgía de satisfacción que ello les produce, es de iniciar un ataque frontal a Alberto Núñez Feijóo, el sibilino lleva meses vehiculándose, a ver si derrapa en cualquier curva y bajo cualquier argumento cierto o inventado. Creen que si logran cazar esa pieza, el PP entraría en nueva crisis interna, tan propia de las formaciones de centroderecha en Europa, de la que costaría salir años. Es decir, el campo quedaría libre y a disponer por el leviatán monclovita.
Como diseño estratégico táctico no esta mal. Lo mollar del caso es si Feijóo, por un lado, y el PP, por otro, se dejan.
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