La ‘tournée’ llorona de Sánchez

Sánchez entrevistas

Pedro Sánchez está de gira y hace igual que los cantantes que sacan nuevo disco o los actores que estrenan película y se pasan un mes concediendo entrevistas en las que, sin ningún rubor, comentan todos los temas familiares y personales que hasta ese día eran intocables porque pertenecían a su intimidad más estricta, pero todos sus reparos terminan el día que les toca hacer promoción, que ya entonces se olvidan de ellos con tal de conseguir unos minutos en la franja horaria de mayor audiencia. Tenemos a Sánchez hasta en la sopa. En los más de cinco años que lleva como presidente del Gobierno, hasta ahora Sánchez sólo había dejado que lo entrevistasen en La Ser, El País y TVE. Al programa de radio Hoy por hoy de Àngels Barceló ha acudido cada dos o tres meses. Xabier Fortes en TVE y Pepa Bueno en el diario de Prisa, también han podido hacerlo. Masajistas profesionales, pero nadie más.

Pero todo cambió el día que, tras el descalabro del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales, a Sánchez se le ocurrió que su mejor estrategia era convocar inmediatamente elecciones generales para el 23 de julio. Conociendo a Sánchez, este adelanto se debió exclusivamente a que en algo pensó que le beneficia a él; no a España, ni siquiera al PSOE, sino sólo a su persona. Unos dicen que lo hizo para evitar una rebelión interna de los barones socialistas, que, si les daba tiempo, podrían intentar hacerle responsable de sus malos resultados electorales. Yo creo que más bien lo hizo porque, aunque al PSOE le había ido mal, los resultados de Podemos sólo podían calificarse como tragedia, que fue el adjetivo exacto que usó su portavoz, Pablo Echenique. Y Sánchez ha creído que, quitándoles tiempo para organizar el nuevo partido de Yolanda Díaz y enfangándolos en batallas internas, él puede apropiarse de los restos del naufragio de la extrema izquierda y desde ahí, iniciar su remontada.

Y con ese motivo ha iniciado una gira por los medios de comunicación de los que, hasta hoy, no se había acordado. Se ha atrevido a dejarse entrevistar por Carlos Alsina en Onda Cero. Ha ido a los programas del Gran Wyoming y de Jordi Évole, en La Sexta. Este martes estará en El hormiguero, con Pablo Motos, en Antena 3. Y hasta ha tenido tiempo para dejarse entrevistar durante una hora por un pequeñísimo diario digital de extrema izquierda como Infolibre, que por audiencia ocupa el puesto número 40 entre los digitales españoles, con 25 millones de usuarios únicos menos que OKDIARIO, que ocupa el segundo puesto en ese ranking de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD). Eso sí, a Évole le mintió con todo el descaro, diciéndole que no había concedido ninguna entrevista a los periodistas Ana Rosa Quintana, Vicente Vallés o Carlos Herrera y no había acudido a medios como El Mundo, Abc o La Razón, porque «es que no he parado de trabajar», ya que ha tenido cuatro años que «no son normales» al tener que enfrentarse a una pandemia y las consecuencias de una guerra.

Pese a que todos podríamos enumerarle cientos, Pedro Sánchez sólo reconoce haber cometido dos errores durante su presidencia. Uno que califica como «técnico» al haber rebajado las penas a más de 1.127 violadores y pederastas, de los que más de 115 han sido excarcelados gracias al «error técnico» de Sánchez y Montero. Para reconocer su segundo error, Sánchez se disfraza de Donald Trump y como el expresidente estadounidense arremete contra la prensa que, según él, «se ha inflado de mentiras, manipulación y maldades» contra él y por ello su error ha sido no aparecer más en los medios, para evitar ese «veneno que iban metiendo en la sociedad con esto del sanchismo». Tras más de cuatro años sin bajarse del Falcon, Sánchez pretende mostrar ahora su imagen más llorona y lastimera. Se queja de como la prensa trata a alguien tan guapo, tan listo y tan bueno como él, provocando que, en vez de ir tendiendo alfombras por donde pisa su persona, le recibimos con pancartas de «¡Que te vote Txapote!», porque la malvada prensa nos tiene a todos engañados. Debe pensar que si a Pablo Iglesias le sirvió echarse a llorar cuando apareció la pintada del «Coletas rata» a dos kilómetros de la casa donde pasaba sus vacaciones asturianas, a él también le va a servir hacerse la víctima del «poder económico que marca el camino a la oposición política y la oposición mediática» contra él. «El que no llora, no mama», dice el refrán. Es indudable que Sánchez quiere seguir mamando y a poco que nos descuidemos, se queda con el biberón.

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