De toreros… y otras campañas

Pedro Sánchez elecciones

En esta absurda campaña electoral a la que se ha lanzado Pedro Sánchez y no parece que no hay ninguna idea que le nazca a los Cien Mil hijos de San Luis que tiene de asesores en el sanedrín monclovita, ha aparecido un torero. El de Tetuán ha querido crear un batiburrillo, mejor un saldillo, para mezclar en la coctelera de la voz trémula el lío de las municipales, los pactos de las autonómicas y lo que es la foto mezclada del abanico electoral.

Nuestro presidente del Gobierno de los últimos 5 años ha encontrado nada menos que un torero. ¡Eureka! ¡Un torero, menos mal! La campaña de Goya, quien a pesar de su sordera era moderno, tiene un nuevo símbolo para que el decálogo de la progresía se rompa por los cuatro costados, y haya que recoger los pedazos en la procesión de la gran política. Ésa que selecciona por curriculum o por ideas a los candidatos, aunque la verdad mejor esta última, que es más igualitaria y además no hay que estudiar. Y si no, habrá que abrazar la urna del cambio electoral, que es el de continuar en el roneo y el coche sin gasolina propia.

Nada menos que un torero valenciano, en el territorio donde ese decepcionado Puig ha recogido el mobiliario y las bicicletas de los amigos. Malos mensajes son aquellos que le sacan a pasear al bueno de Sánchez o los corifeos por la ofensa de un matador de toros, y para mayor golpe moral y a la cofradía del santo reproche de la ayuda pública, nada menos que a una gestión pública de cultura asociada con el toreo. ¡Pero no habíamos quedado que esto de la tauromaquia era sólo de los panzones del puro, y de una España que no cree en el cambio climático! ¡Qué desastre! Pedro, menos mal que como somos muchos antitaurinos, herrados en el pensamiento moderno, ya tenemos algo que lidiar. Esa palabra no viene al caso, pero representa una buena oportunidad de coger el estoque, y despenar al espada que no nos entiende. Porque en definitiva los incomprendidos se tapan tras cada barrera.

Aquí no hay otra cosa, y no poca, que un simple ciudadano licenciado en Derecho y abogado, que fue torero como su abuelo, por ciento recordado como el rey del descabello en La Vaquilla, por un soldado republicano que decía que iba a hacerlo como Vicente Barrera. Y le da por la política… Qué confundido debe estar…

Los foros de opinión, que sólo saben agitar los espantajos de apoyo al mayor elenco del disparate normativo que conozca nuestra democracia, ya tienen santo en la procesión. En el akelarre de los ignorantes que no piensan como nosotros, porque los boletines de democracia los repartimos nosotros. La primera persona del plural de la cultura que añora a ese Franco contra el que siempre se vivía mejor. Quizá sea un error, porque las moquetas son muy mullidas y silenciosas.

La campaña de la tristeza electoral, colocada justo después de los encierros de Pamplona, tiene pinta de ser una miurada sin ningún pase para ese fino diestro llamado Sánchez «el resucitable».

El golpe de efecto de toda esta eterna campaña electoral que se ha decidido no acabe nunca hasta la derrota final, tiene majas y toreros chulapeando en la pradera de los sueños de la razón.

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