Tiros nucleares contra el «insolvente» gallego

Pedro Sánchez

Le preguntábamos el miércoles un muy reducido grupo de periodistas a un dirigente regional del PP hasta dónde creía el equipo de Feijóo que iba a llegar Moncloa en su ataque a lo que ellos representaban. La respuesta no se cortó un pelo: “Hasta donde la imaginación les dé, seguro que no se pararán en barras”. Y mostraba un ejemplo: “Hace unos días -nos dijo- han hecho circular desde la sede del PSOE regional una fotografía en la que aparezco con una chica menor en una actitud simplemente amistosa, pero ellos han dejado correr que es algo más que eso”. Este dirigente, que se juega la vida política personal y la de su región en las elecciones del próximo 28 de mayo, nos advertía, sin embargo: “No me amedrentan, no voy a salir al ring con las manos atadas a la espalda”. O sea, una confesión de dureza y aviso argumental que quizá difiere de la táctica amable que utiliza el propio presidente nacional del Partido Popular cuando recibe los improperios del PSOE. Una persona muy cercana a Feijóo, dice a este cronista: “Ya tenemos testado que cada vez que lanza sapos y culebras contra el presidente suben nuestras posibilidades de ganar el partido”.

Pero Moncloa no ceja: utilizará todos los instrumentos a su alcance para erosionar a Feijóo. Los actos de propaganda de Sánchez no le están sirviendo para nada; fíjense hasta qué punto lo de “echarse a la calle” se está volviendo contra sus promotores, que los críticos han llegado a temerse que, si Sánchez persiste en el error, sus próximas comparecencias públicas tendrán que cumplimentarse en un remedo del papamóvil del Pontífice. Ya se ha hecho viral, ya se distribuye en las redes, ese cartel demoledor que grita: “Que te vote Txapote”. No se puede ser más explícito, ni peor intencionado. Claro está que los promotores del tiro al gallego no descansan en el empeño de convertir a Feijóo en un muñeco del pim, pam, pum. Las acusaciones de insolvencia dirigidas a la arquitectura intelectual de Feijóo no se las cree nadie, sobre todo si quienes las propalan son personajes de tan escasísima talla profesional y cultural como Adriana Lastra o Patxi López, un pobre militante de infantería, que tiene que encubrir sus pasadas en inhabilitantes diatribas contra Sánchez mamoneando ahora como el principal artillero de la causa.

Pero en La Moncloa cunde, aunque no lo reconozcan, una cierta decepción porque, hasta el momento, todas las presuntas ojivas nucleares que han lanzado contra el gallego han explotado en las manos de los artificieros. Ni han tenido éxito, ni tampoco lo están teniendo esos inventos que los cursis funcionarios sanchistas denominan “iniciativas propositivas”, por ejemplo, el serial televisivo que, con tanto amor, con tan exquisita dedicación, han venido preparando para ensalzar a Su Persona. Dos datos al respecto: según musita un ejecutivo cercano, mejor dicho, muy implicado, en una de las dos firmas productoras de la serie, el resultado no es nada bueno, el individuo retratado queda más bien en precario por su presencia abrumadoramente apoteósica: “Ya se sabe -me dice- que de lo sublime a lo ridículo sólo hay un pequeño paso”. Otra cuestión: los encargados de la serie están encontrando grandes dificultades para hallar una cadena o plataforma televisiva que quiera hacerse cargo del endoso y emitirla ahora que se avecinan tres tipos de elecciones, entre ellas, las Generales. “Es natural, indican al cronista, ¿quién va a convertirse en plena campaña en el altavoz de un personaje que puede perder el envite electoral?” Aun si los promotores del panfleto televisivo encontraran un cómplice, ¿quién asegura que su emisión no se convertiría en un boomerang que le estallara en la cara al propio líder? Consta que el mismo director de la serie, hijo de Paco de Lucía, y un buen fautor de documentales, ya ha avisado sobre estos posibles efectos nocivos.

Pero en La Moncloa siguen adelante. Ahora se han empeñado en retratar a Feijóo y su círculo más estrecho, incluyendo dirigentes regionales, en una especie de voceros y cómplices del “gran capital”, acuérdense de la cita predilecta del comunista Marcelino Camacho. Y como son tan torpes se han estrellado a las primeras de cambio con sus contradicciones marxistas y su propia inconsistencia. Un ministro, especialmente antipático y ufano como Escrivá al que los empresarios describen como “un tipo absolutamente insoportable”, ha exigido la centralización fiscal y claro está, sus colegas territoriales se le han echado al cuello, salvo el jefe de Compromis en Valencia, Joan Baldoví, nacionalista catalán furioso que, en su papel de leninista puro, prefiere que Madrid articule todos los impuestos antes que lo hagan las autonomías. ¿Cómo se casa eso? De ninguna forma. Visto que han metido la pata hasta el corvejón la animosa ministra de Hacienda, ha sustituido el término “recentralización” por el de “armonización”, que “no son lo mismo”, según afirmó enfáticamente esta semana en las Cortes. Pues sí, son lo mismo. Al final la armonización es prohibir por ley que los territorios bajen los impuestos. Y a eso vamos: contra Moreno, contra Mañueco, contra Ayuso y contra todos los candidatos populares que, como el levantino Carlos Mazón en la Diputación Provincial de Alicante, ha bajado el Impuesto de Actividades Económicas desde el 20 al 5 por ciento.

Hasta ahora todos los tiros contra Feijóo le han fallado a Sánchez más que una escopeta en la feria de Albacete, pongamos el caso sin ánimo de ofender. La respuesta a tanto fiasco ha sido caer en el tópico: “Cuando se comete un error, se comete hasta el final”. Y en eso están. Si no les funcionan las acometidas bárbaras contra Feijóo, seguirán enchufando “paguitas” (subvenciones de todo jaez) a todos los posibles y hambrientos votantes. ¿Qué más les da a estos depredadores tirar con pólvora del Rey (hasta el momento más de veintidós mil  millones de euros solo en impuestos) si con eso pueden apañarse las voluntades de unos españoles a los que les han dejado para el tinte? Eso y presentar a Feijóo como el apóstol de los ricos, de los empresarios a los que la sangre del obrero les resbala por las mejillas. Lo malo para ellos es que, hagan lo que hagan y aunque se gastan en “paguillas” todo el Tesoro nacional, ya nadie les cree. Es más: si se les cree como los más perjudiciales y sectarios gobernantes que haya tenido nunca España desde el rey felón, Fernando VII. Sánchez redivivo.

 

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