Opinión

Sánchez teme más a Bruselas que al Tribunal Constitucional

La pretensión de los socios de Pedro Sánchez es cambiar las mayorías necesarias en el Parlamento para elegir a los vocales del CGPJ, pasando de los tres quintos actuales de la Cámara Baja a la mayoría absoluta. Está claro que lo que pretenden podemitas, golpistas y etarras es aprovechar su hegemonía en el Congreso para maniatar al órgano de los jueces, una vuelta de tuerca más en su estrategia de asalto a la Justicia y demolición del régimen del 78. El plan de okupación institucional del socialcomunismo está claro, aunque en el PSOE no las tienen todas consigo. No por falta de ganas, que sabemos cómo se las gasta Pedro Sánchez, sino porque en Moncloa creen que ese paso, con la que está cayendo, haría saltar todas las alarmas en la UE, que ya paró hace dos años un plan similar.

En aquella ocasión, el PSOE y Unidas Podemos registraron la petición en el Congreso en un intento de forzar al PP a una negociación para desbloquear la renovación del CGPJ. Aquello no les salió bien, porque Bruselas ya advirtió que para cambiar el sistema de elección de los órganos constitucionales era necesario el consenso parlamentario y el visto bueno del Poder Judicial. Ahora, no hay consenso -la tensión se ha elevado a niveles nunca vistos- y el Poder Judicial se enfrenta a la amenaza de ser maniatado por el socialcomunismo, con lo que la situación es todavía mucho más grave que entonces. En las últimas horas, Pedro Sánchez ha dejado abierta la puerta a poder recuperar esa reforma del sistema de elección de los vocales del CGPJ, pero tiene que andarse con extremo cuidado porque existe para el presidente la amenaza real de que la Comisión Europea coloque a España al mismo nivel de Hungría o Polonia, países marcados por no respetar la independencia judicial. Y ya se sabe que Sánchez aspira, cuando deje el Gobierno, a ocupar un puesto de máxima representación internacional. Quedaría marcado. O sea, si Sánchez se frena no es por falta de ganas de tomar al asalto la justicia, sino porque la UE puede ponerle una cruz y frustrar así sus perspectivas personales de futuro.