Sánchez hace de la necesidad del Falcon traición

Sánchez hace de la necesidad del Falcon traición

Lo de ayer de Pedro Sánchez no tiene nombre. Si no me fallan los cálculos,  pronunció por segunda vez la palabra que hasta hace nada existía en el diccionario de todos los españoles menos en el suyo: amnistía. No fue una mención sin más, la aderezó con unas dosis de inmoralidad estratosféricas, incluso para alguien que ha batido todos los récords habidos y por haber en la materia. Ojito a la parrafada. Ahí va la primera frase:

—En el nombre de España, del interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña—.

El amoral entre los amorales prosiguió con una retahíla de proposiciones a cual más cínica a la par que embustera. Todas ellas con un común denominador, nos toma por gilipollas:

—Va a contribuir definitivamente a la normalidad política de Cataluña—.

—Son medidas que, sinceramente, no las planeábamos—.

—Cataluña está lista para el reencuentro total—.

—Los representantes de más del 80% de los catalanes respaldan esta medida—.

Con todo, la más heavy no fue ninguna de estas cinco sino una sexta que retrata de manera definitiva al personaje:

—Hay que hacer de la necesidad virtud—.

Esto es el colmo de la burla a todos los españoles. Ahora resulta que una amnistía ilegal, que no sólo legaliza definitivamente el golpe de Estado de 2017 sino que sitúa al Supremo como una suerte de tribunal inquisitorial, es virtud porque él tiene enfermiza necesidad de continuar pernoctando en Moncloa, pasando las vacaciones en la Residencia Real de La Mareta y volando en un Falcon que le sirve para moverse por toda España y toda Europa sin que le molestemos esos vulgares y pesadísimos mortales a los que nos va a prohibir buena parte de los trayectos aéreos nacionales por mor de un ecologismo del que él mismo abjura. Tan cierto es que siempre hubo clases como que nunca como ahora con Su Sanchidad. Los caprichos del maniaco del Falcon por excelencia.

Querido Pinocho, ¿no eras tú el que decías que la excarcelación de los golpistas ya había logrado la «normalización política de Cataluña»?

Vayamos por partes, que diría Jack El Destripador. Lo de que la amnistía «va a contribuir definitivamente a la normalidad política de Cataluña» es repe. Basta con tirar de la hemeroteca de OKDIARIO para concluir que esta frase ya nos la escupió en la cara a los demócratas españoles cuando otorgó los indultos a Junqueras y cía, derogó el delito de sedición y cuasilegalizó la malversación. Querido Pinocho, ¿no eras tú el que decías que la excarcelación de los golpistas vía indulto prevaricador ya había logrado la «normalización política de Cataluña»? Y cuidadín porque estas armas las carga el diablo: no quiero pensar lo que puede ocurrir en este país como alguno de sus locoides socios le exija hacer virtud del asesinato, de las agresiones a constitucionalistas o del secuestro para satisfacer su adicción a una droga llamada Falcon. Por pedir salvajadas vía reforma legal, que no quede. El mal es infinito.

Añade el susodicho que «son medidas que, sinceramente, no las planeábamos». A este paso va a tener que acudir a Planas, a Monereo, a Mañero, a De la Fuente o a cualquiera de los otros Messis o Cristianos de la cirugía plástica para que le practiquen una rinoplastia. Miente tanto que corre serio riesgo de dejar de ser El Guapo, que es como le llaman despectiva o admirativamente en el PSOE, para transformarse en el hombre elefante.

Planeaban la amnistía y todo lo que está por venir, como tenía in mente con un lustro de antelación los pactos con Bildu, los acercamientos de los mayores hijos de perra etarras con Henri Parot y su votante Txapote de escalofriantes epítomes, los indultos, la supresión del delito de sedición, la cuasilegalización de la malversación y lo que venga. Es un grouchomarxista de libro: «Si no les gustan mis principios, tengo otros». Vaya si los tiene. Le importa un pepino haber pasado sin solución de continuidad de ser el «concejal más de derechas del Ayuntamiento de Madrid, incluidos los míos», que decía Gallardón, a convertirse en un tipo cuyo nivel de wokismo deja reducido al delincuente de Pablo Iglesias a la condición de «facha peligroso».

Una vez más, y ya van muchas, la silenciosa mayoría constitucionalista de Cataluña tendrá que envainársela, agachar la cabeza y decir amén

La siguiente se comenta por sí sola: «Cataluña está lista para el reencuentro total». Sí, para el reencuentro total de los golpistas, toda vez que el prófugo Puigdemont volverá a su tierra natal en loor de multitudes, cual posmoderno Josep Tarradellas —bendito Tarradellas—, y me temo muy mucho que resucitando la mítica frase «¡ja sóc aquí!». Un golpista al que al menos hay que reconocerle la dignidad que le faltó a Junqueras: «Amnistía, sí, pero no para mí solo sino para los 4.000 que están en la misma situación que yo». Una vez más, y van ya no sé cuántas, la silenciosa mayoría constitucionalista tendrá que envainársela, agachar la cabeza y decir amén como los ucranios del Donbás ante el nazismo putiniano, los yazidíes en tiempos del Isis o los tutsis ante los hutus.

Aunque en el fondo la más grave de todas es la que salió a continuación de su sucia boca: «Los representantes del 80% de los catalanes apoyan esta medida». Se atuvo, entiendo, a los resultados de las urnas el 23 de julio, cuando el PSC-PSOE se anotó el 34% de los votos, Sumar el 14%, el PP el 13,3%, ERC el 13,1%, Junts el 11,1% y Vox el 7,7%. Lo cual es tanto como dar a entender que ya incluye al PSC, que no llevaba la amnistía en su programa electoral, en el elenco de los partidos abiertamente secesionistas. Lo más grave de todo es que no creo que ni el 30% de los votantes de la formación que dirige Salvador Illa esté de acuerdo con la medida. Aunque me daría igual porque en 1933 la mayoría de los alemanes eligió canciller a Adolf Hitler y sobra decir que fue una decisión suicida. El pueblo es soberano pero no siempre tiene razón. Yo me pregunto: ¿Acaso hay que dar por saco a las minorías con una decisión que, para más inri, se pongan como se pongan y dictamine lo que dictamine el Constitucional digitado por él, es manifiestamente ilegal?

Lo que sí le ruego a Pedro Sánchez es que deje de apropiarse de la sacrosanta palabra España. España no eres tú, presidente, ni mucho menos. Tú pasarás, no lo dudes, más pronto seguramente de lo que te imaginas, y España seguirá existiendo a pesar de ti, de tus desmanes, de tus felonías, de tus mentiras, de tus ententes con el diablo. Porque 550 años de vida en común no se borran de la noche a la mañana, porque la huella indeleble de la nación más antigua de Europa no sé si es eterna pero, desde luego, no se antoja finita a corto ni medio plazo. Y que nos sueltes el cuento chino ése de que perdonarás el delito y la pena a 4.000 golpistas por «el interés de España» es sadismo cuando no recochineo. Lo haces por lo que haces y no hace falta explicarlo porque es tan evidente que supondría tomar por lerdos a nuestros lectores.

Lo que va a perpetrar el Partido Socialista con la amnistía a los golpistas por orden del autócrata es una inconstitucionalidad insuperable

Luis Balcarce avanzó en rigurosa primicia el nombre de la norma que verá la luz en tres semanas: «Ley Orgánica de Amnistía por la convivencia institucional». El pájaro de Moncloa se regodeó ayer en el término «convivencia» olvidando que lo único que va a conseguir esta cacicada es, para empezar, enemistar a los habitantes del resto de España con Cataluña al ver que eso de que todos los ciudadanos somos libres e iguales es una entelequia. Y, tiempo al tiempo, se generará una injusta animadversión hacia la tierra de mis dos abuelas, Cataluña, animadversión contra la que algunos lucharemos con el mismo esfuerzo y la misma poca suerte que esos gregarios del pelotón ciclista que dan pedales, dan pedales, más y más pedales, pero jamás consiguen alcanzar al maillot amarillo. Porque, como afirmaba El Guerra, «lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible».

Lo que va a perpetrar el Partido Socialista por orden del autócrata es una inconstitucionalidad insuperable. No lo digo yo que soy un fascista recalcitrante. Me remito a lo que él mismo declaró 72 horas antes de las elecciones generales, es decir, el 20 de julio de 2023:

—El independentismo pide la amnistía, algo que este Gobierno no va a aceptar y que desde luego no entra en la legislación ni en la Constitución—.

Moraleja: va a delinquir aprobando una ley de Amnistía «que desde luego no entra en la legislación ni en la Constitución». Espero que el Tribunal Supremo actúe en consecuencia iniciando los trámites para procesar a este traidor de marca mayor y a sus compinches. El silogismo es de cajón: si él subrayó que la amnistía es ilegal e inconstitucional, aprobarla es delinquir, una prevaricación en sentido amplio. Desgraciadamente, no caerá esa breva, y tras este diktat España estará más cerca de esa Argentina o ese México que son la antesala de un macabro destino final llamado Venezuela.

Lo último en Opinión

Últimas noticias