Sánchez afila la guillotina

Sánchez afila la guillotina
Sánchez afila la guillotina

Pedro Sánchez es un tipo peligroso, de esos que con tal de salvar el pellejo son capaces de ir dejando un reguero de cadáveres por el camino. Incapaz de aceptar que el responsable de la caída del PSOE es él  -lo que les suele ocurrir a las personas que tienen un altísimo concepto de sí mismas- busca desesperadamente mantenerse a flote y no duda en echar lastre por la borda cuando alguien ya no le resulta rentable. Nadie está salvo, ni siquiera los más afines, porque no es hombre pródigo en afectos y es capaz de todo por seguir en el poder. Es un caso de narcisismo político de libro: purgó  a algunos de sus más fieles escuderos en el Gobierno hace un año, después del batacazo en Madrid, y ahora se plantea hacer lo propio en el partido, tras la humillante derrota en Andalucía.

Tras  cobrarse ya la cabeza política de Adriana Lastra, su intención es cargarse a algunos de los barones del partido para sustituirlos por las ministras emergentes de su Ejecutivo. En eso está y ya maneja informes para justificar, cuando toque, su decisión. Pocos están a salvo, porque Sánchez es implacable y no le temblará el pulso a las hora de decapitar a todo aquel que no le garantice una victoria segura en las urnas. Y como en las actuales circunstancias pocos hay que sean una garantía de éxito, Sánchez puede provocar un auténtico baño de sangre.

Todo menos asumir que el culpable del hundimiento socialista es él. Para las elecciones autonómicas quedan menos de un año y Sánchez no va a dejar pasar el tiempo. Parece decidido a imponerse por la fuerza del poder que todavía ostenta. Es muy posible que su estrategia termine por dejar al PSOE como un solar, pero sólo le preocupa su propia supervivencia. Es Saturno devorando a sus hijos. Y concibe la política como un ejercicio de canibalismo.

Lo último en Opinión

Últimas noticias