Sabotaje es enchufar a incompetentes

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Existen dos opciones, podría ser que el apagón que dejó a España entera sin luz durante 12 horas, causando 12 muertos y miles de millones de euros en pérdidas económicas, como nunca antes había pasado en ningún país occidental y sólo vemos en dictaduras socialistas como Cuba y Venezuela; hubiera sido causado por un complejísimo ciberataque anónimo tan enmascarado, que una semana después no se ha podido acreditar. En este supuesto, como los atacantes cibernéticos a nuestro sistema eléctrico no han reivindicado ninguna causa, podemos presuponer que su única intención habría sido provocar daños al Gobierno de Pedro Sánchez. O, alternativamente, puede que el apagón haya sido provocado por la mala gestión de los dirigentes de la empresa pública Red Eléctrica.

También puede ser, como ha proclamado el Gobierno y repiten sin pudor todas sus meretrices mediáticas, que el AVE Madrid-Sevilla dejara sin servicio a más de 10.000 pasajeros con 30 trenes afectados, durante más de 10 horas, por un presunto «acto de grave sabotaje», como ha dicho, entre otros, el ministro tuitero Óscar Puente, en el lapso que ha tenido entre escribir un tuit insultando como una verdulera a los políticos de la oposición, y redactaba otro mensaje acosando a algún anónimo tuitero de derechas. O, por el contrario, como dice la Guardia Civil, simplemente se trataría de uno más de los cientos de robos de cobre que afectan a nuestra red ferroviaria, carente de la más mínima vigilancia, abandonada y sin mantenimiento desde que ha caído en manos de esos mismos socialistas que se dedican a enchufar a sus sobrinas, amigas y amantes.

La misma disyuntiva nos encontramos en los juzgados españoles. Podría ser que la imputación de la esposa, el hermano, el fiscal general y quien fuera su ministro más importante y mano derecha; sean todos clarísimos casos de acoso judicial contra su sanchidad. Quizá Begoña Gómez hubiera tenido derecho a dirigir una catedra universitaria sin haber pisado ella la universidad, en caso de no ser la mujer de Sánchez. Es posible que David Sánchez fuera el más adecuado para embolsarse un sueldazo sin dar un palo al agua en la diputación de Badajoz, si no hubiera sido el hermanísimo del presidente del Gobierno. Tal vez Álvaro García Ortiz habría revelado secretos judiciales que perjudican a Isabel Díaz Ayuso, sin ser «su» fiscal general. Y es posible que Ábalos se hubiera forrado vendiendo mascarillas defectuosas a instituciones manejadas por el PSOE, sin ser la mano derecha de Sánchez. O, si no es así, entonces es posible que aún funcionen en España algunos restos de justicia independiente no controlados por el sanchismo.

Y también podría ser que todos los medios de comunicación independientes e incluso el conjunto de las redes sociales se hayan vendido a la derecha y la ultraderecha para inventarse, una tras otra, noticias falsas que hagan daño al Gobierno de coalición de socialistas y comunistas. O, por el contrario, lo que circulan sean noticias veraces que desde el poder se pretenden ocultar. O Pedro Sánchez está llevando a España por el mismo camino que el chavismo llevó a Venezuela, colonizando la Justicia en su propio beneficio, degradando las instituciones democráticas y prestando servicios públicos tercermundistas; o, alternativamente, somos un modelo de democracia y progreso en el que todo funciona mejor que nunca, pese a las mentiras de la ultraderecha, el lawfare fascista, los sabotajes nazis y los hackers fachas.

Porque de no ser todo mentiras, ciberataques y sabotajes fascistas, la única posibilidad que queda es que el problema esté en la negligente gestión de un presidente del Gobierno que se ha dedicado a colonizar las instituciones públicas enchufando al frente de ellas a inútiles sin otro mérito que su lealtad personal; quienes a su vez enchufan por debajo de ellos a sus familiares, amigos, sobrinas y amantes, hasta que el sistema ha colapsado por ineficiencia y desgaste. Con toda seguridad, quien ha saboteado nuestra democracia y degradado nuestras instituciones hasta la inoperancia ha sido Pedro Sánchez, enchufando a inútiles e incompetentes.

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