Regeneración institucional y despolitización de la Administración
No hace ni diez meses que el Gobierno más usurpador del poder de nuestra reciente historia democrática presentó un eufemístico Plan de Regeneración del que sólo vamos a tomar el nombre. En efecto, el asalto promovido por el socialcomunismo a las instituciones del Estado no ha tenido precedentes, hasta el punto de que hemos asistido a toda una invasión que, más allá de la Justicia, ha diluido las competencias de un ramillete de organismos del Estado literalmente sometidos por el poder gubernamental. De modo que el auténtico Plan de Regeneración Democrática pasa no sólo por quitar las manos del sanchismo de órganos clave del Estado, sino por el compromiso de que las manos del poder político no dobleguen de ahora en adelante la autonomía e independencia de instituciones vitales para la salud democrática. Mención aparte merece la actual situación de la Administración Pública, convertida en agenda de colocación de afines.
Urge despolitizar la Administración y acometer una reforma en profundidad de sus estructuras orgánicas para evitar que el mérito y la capacidad de los funcionarios se someta a la voluntad del Gobierno de turno y del séquito habitual de apesebrados que encuentran abrigo en las distingas sedes ministeriales y organismos. Para ello es necesario limitar el acceso a la categoría de altos cargos a aquellas personas que no sean funcionarios públicos, del mismo modo que habría que limitar por ley el número de asesores ministeriales, que en su mayoría debieran ser profesionales de la Administración. Es la única manera de acabar con la grosera mamandurria que, además de multiplicar el gasto público, empobrece el nivel de gestión de los distintos ministerios.