¿A quién beneficia el yolandismo?

Yolanda Díaz
Yolanda Díaz

La semana pasada dediqué esta columna a analizar escasas las posibilidades de que Yolanda Díaz termine siendo presidenta del Gobierno como sugiere Iván Redondo. Les prometí también que esta semana intentaría analizar a quién beneficia el yolandismo que nos invade estos días.

Veamos: siempre que una fuerza política tercera ha crecido considerablemente, ha beneficiado o perjudicado a una de las dos grandes. Y no sólo en el sentido de quitarles votos, sino en el sentido de propiciar su gobierno o hipermovilizar a su electorado.

El origen de este tipo de operaciones de hinchar a un partido tercero tal vez haya que buscarlo en Francia, donde el socialista Mitterrand decidió dar alas al Front National de Le Pen para evitar que los conservadores pudieran derrotarle. En España, en esto como en otras cosas (el liderazgo de AP en la derecha, el emerger de Podemos), el kilómetro cero de la novedad fue Galicia. Llegado Fraga al poder por la mínima en 1989 (obtuvo 38 de 75 diputados, obteniendo 28 el PSdG-PSOE) dio alas al líder del BNG Xosé Manuel Beiras, que encabezaba un grupo de sólo cinco diputados. En las siguientes elecciones, el BNG subió de 5 a 13, haciendo perder nueve diputados al PSOE. Además del desgaste socialista por su izquierda, y de los efectos de la fragmentación en el reparto de escaños, la amenaza comunista hipermovilizó al electorado de derechas. Fraga obtuvo una cómoda mayoría absoluta, situación que se perpetuaría durante doce años.

La operación de impulso a un tercer partido funcionó también en 1996 en toda España. El PP ganó por poco más de 300.000 votos al PSOE en unas elecciones en las que IU incrementó en más de 400.000 sus votantes. Si IU no hubiera crecido, Aznar nunca habría llegado al poder. Algo que aprendió muy bien todo el mundo. Por eso Rajoy aprovechó la ola de 2014 para hinchar a Podemos, logrando retener la victoria en 2015 y 2016. Y por eso Iván Redondo y Sánchez dieron mucho aire a Vox en 2019: para evitar que el PP les superase de nuevo.

Ahora bien, esto no siempre funciona así de bien. A veces ocurre que el surgimiento de un tercer partido lleva a las urnas votantes que normalmente no votarían a ninguno de los dos grandes, y entonces gracias al tercer partido se logra dar la vuelta y hace presidente a quien tenía que perjudicar. Así ocurrió en Andalucía 2018, donde el gobierno PP-Cs se pudo formar únicamente gracias al surgimiento de Vox; en Asturias 2011, en que la derecha ganó gracias a emerger Foro; o en muchos ayuntamientos, gobernados hoy por las derechas gracias al pluripartidismo. También pasa a veces que hinchas tanto al tercero que hace el sorpasso y te come, como le pasó a Esperanza Aguirre cuando perdió en 2015 la Alcaldía de Madrid.

Y es que en ocasiones hinchar un tercer partido puede ser la muerte del que juega con fuego. El propio Mariano Rajoy se podría decir que pereció a manos del monstruo de Podemos por él impulsado. A esto también juegan en Moncloa, pues saben que un Podemos fuerte les puede venir bien para volver a gobernar aunque el PSOE quede segundo.

En conclusión, la operación Yolanda podría ser beneficiosa para el PP, pero también puede retener en la izquierda determinado voto que impedirá la caída del sanchismo.

Lo último en Opinión

Últimas noticias