¿Por qué Calviño miente tanto como los demás?

¿Por qué Calviño miente tanto como los demás?

La vicepresidenta Nadia Calviño se negó la pasada semana a posar en un acto organizado por la patronal madrileña por ser la única mujer que aparecería en la foto y ya había advertido que eso va contra sus principios, o sea que la próxima vez habrá que contratar unas figurantes para que se sienta cómoda con su feminismo extemporáneo y recalcitrante.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, entregó también la semana pasada la cabeza del Bautista -la directora del Centro Nacional de Inteligencia- a pesar de haberla defendido enardecidamente unos días antes en el Congreso, y declaró solemnemente estar muy agradecida al presidente Sánchez por formar parte de un Gobierno que tanto está haciendo por los discriminados y desfavorecidos.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, pretende llevar mañana al Consejo una reedición de la ley del Aborto que establece un permiso preparto remunerado a partir de la semana 36 de embarazo, así como obligar a que las menstruaciones dolorosas den derecho a una baja de tres días ampliables a cinco, lo mismo que las interrupciones voluntarias del nasciturus.

¿Hay alguna diferencia sustancial entre estas ministras o entre ellas y el conjunto del Gobierno? A mí no se me ocurre ninguna salvo el grado de experiencia política y de formación, tirado penosamente por la borda. Todos los miembros de este Gabinete están conjurados para destruir el país, o por la vía de la economía o por la de la degradación institucional, o por la de la corrupción moral.

El efecto inmediato que tendrán las propuestas de la señora Montero será el de subir los costes laborales de las empresas, y esto derrumbará las expectativas de crear empleo, sobre todo entre las mujeres a las que dice defender. Si al final el que paga la juerga es el Estado, esto aumentará la presión extenuante sobre el déficit público. Decretar que las jóvenes a partir de 16 años puedan abortar sin el permiso de sus padres cuando no pueden adquirir una cajetilla de tabaco hasta que cumplen los 18 es un paso más en el deterioro de las reglas más elementales de la ética y del sentido común en que está empeñado el presidente, sin parar en barras en la división social y la discordia civil que causa. Todo lo que se propone es un pandemónium que raya en la vileza y el ataque a los principios que guían a buena parte de la sociedad. A la mejor.

En el terreno económico, la ministra Calviño está abonada simplemente a la mentira. En una reciente entrevista en El País, el diario de cámara, pronostica que no hay nada que se parezca a una espiral de inflación, que ésta bajará en el segundo semestre, que la recuperación es robusta y que el despliegue de los fondos europeos de ayuda va a un ritmo impresionante. También dijo que las reformas del Plan de Estabilidad enviado a Bruselas no tienen precedentes, entre ellas la de la Formación Profesional -todavía ignota- y la laboral.

Venturosamente, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, un organismo que se tuvo que crear por exigencia de Bruselas, porque no se fiaba de España, y que da cuentas a la Comisión de la UE, ha venido a desarmar con datos los bulos con los que riega La Moncloa a los medios afines. En su opinión, el Plan de Estabilidad de Calviño no incluye clase alguna de ajuste fiscal, a pesar de nuestro elevado nivel de déficit estructural y de deuda pública, y no aporta información relevante alguna sobre la ejecución de los fondos europeos. También vaticina que la inflación se situará este año en el 6,3%, una cifra ofensiva que sólo se moderará ligeramente en 2023. Y pronostica que la futura subida de los tipos de interés puede tener un impacto en la carga financiera del presupuesto del Estado de hasta veinte mil millones en el periodo 2022-2025, sin que Calviño haya tomado medida alguna para disipar un riesgo tan alto.

Un amigo economista, responsable del servicio de estudios de una de las empresas más importantes del país, acaba de volver de varias reuniones en Fráncfort y me cuenta que la preocupación en Alemania por la marcha de la inflación es extrema. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, acaba de solicitar al Banco Central Europeo que suba los tipos de interés en julio sin dilación, porque cualquier retraso en adoptar medidas punitivas para contener los precios agravará el problema a medio plazo. El presidente del Banco de Finlandia y miembro del consejo del BCE, Olli Rehn, afirma que debemos dar una señal a nuestros ciudadanos, a los mercados, a los sindicatos, a los agentes sociales de que nos tomamos en serio la inflación alta.

Al parecer, ninguna de estas noticias hace mella en el optimismo delirante de la ministra, más preocupada por gestos como el de la foto, que generalmente provocan una repugnancia infinita a todas las personas todavía cuerdas. Dice que la economía está robusta y acaba de reducir la previsión de crecimiento tres puntos, hasta el 4,3%, un nivel que habrá que tener mucha suerte para alcanzar. Dice que la reforma laboral está siendo todo un éxito y nos enteramos al poco tiempo de que la mayor parte de los masivos contratos indefinidos son en realidad de fijos discontinuos o a tiempo parcial, que además suman menos horas trabajadas que antes de la pandemia. Todo esto sucede cuando se legisla contra el mercado, o se tapan las vías de flexibilidad de las empresas: éstas buscan la manera de sobrevivir aún a riesgo de sortear la ley, o en el peor de los casos cierran por imposibilidad manifiesta de continuar con un negocio mínimamente rentable.

Dice la ministra que los fondos europeos se están gestionando de manera impecable, pero con los empresarios que hablo no hay uno solo que dé fe de tamaño bulo. ¿Por qué mientes tanto Calviño? ¿Por qué Margarita Robles tuvo el atrevimiento de decir en La Moncloa que la destitución de la directora del CNI era una mera sustitución? ¿Por qué Irene Montero, ministra de Igualdad, sigue enredando en la economía con su serial de ocurrencias que sólo encarecen los costes laborales y perjudican básicamente a las mujeres?

¿Por qué hasta los hombres y mujeres del Gobierno tenidos por más inteligentes hacen piña con este presidente embaucador de aire chulesco que está destruyendo aceleradamente el país? La respuesta a esta pregunta, la resolución de este comportamiento peligrosamente patológico, de esta abducción eminente, habrá que dejarla en manos de la psiquiatría.

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