El PSOE expulsa a la dignidad
El PSOE ha decidido expulsar a Nicolás Redondo Terreros de dicho partido, tras haberle abierto un expediente el pasado mes de agosto. El partido de Sánchez argumenta que lo hace por «reiterado menosprecio a las siglas del partido», según Ferraz. La reiterada petición de Redondo para que el PSOE no pactase con un prófugo de la Justicia parece que pudo motivar el expediente de expulsión.
De hecho, Redondo, en un artículo titulado Dignidad, publicado en diversos medios de prensa regionales, llegó a decir que si se aprobaba la amnistía, con el nombre que fuese, el PSOE ya no sería su partido, y, prosiguió diciendo «Ni me deben, ni les debo. Y con la libertad de tener la cuenta saldada puedo decir sin que me tiemble la voz que la formación de ningún gobierno y menos las pretensiones de ninguna persona merecen el sacrificio de lo más apreciable que tenemos cada uno de nosotros: la dignidad».
Por tanto, si el PSOE ha expulsado a Nicolás Redondo, puede inferirse que le molesta que se critique la posibilidad de pacto de los socialistas con Puigdemont, porque desean pactar con él, ya que es su único camino posible para lograr conformar un Frankenstein ampliado y mantenerse en el Gobierno, de forma que se ve claramente que Sánchez antepone, como es habitual en él, por otra parte, sus intereses personales a los del bien de España. Lo que él llama «cambios de criterio» no son más que el ejercicio de moldearse para adaptarse al recipiente que, en cada ocasión, necesita para seguir en el banco azul. Es su obsesión.
Con la expulsión de Redondo, no pierde el hijo de quien fuera histórico dirigente de UGT (Q.E.P.D) del mismo nombre, sino el PSOE, porque la dignidad a la que alude Redondo en su magnífico artículo, completada con una «Tercera» magnífica en ABC de días después titulada La ignorancia voluntaria, la pierde el PSOE al expulsarle a él.
El Partido Socialista Obrero Español cada vez tiene menos de sus cuatro siglas y se parece más a una unión temporal en función de diversos intereses por conservar el poder de Sánchez, ya que de él dependen los puestos de trabajo de muchas personas de su partido que, actualmente, prestan sus servicios en el Gobierno.
Queda manifiestamente claro que en el PSOE se ha impuesto la ley del silencio u omertá al grito de «prietas las filas», y la expulsión de Redondo es un mensaje para que otros históricos del socialismo e incluso muchos cuadros y afiliados no se atrevan a decir nada. Sin embargo, como yo decía en un artículo publicado el otro día en OKDIARIO -que tanto gustó a algún fiel lector de mis artículos-, es ahora cuando esos socialistas históricos, esos miembros del PSOE y esos cuadros del partido socialista tienen que seguir el ejemplo de Redondo y ser rotundos en su crítica a que Sánchez, para mantenerse a toda costa en el poder, ponga en riesgo la Constitución, la Transición y la concordia de los españoles con una amnistía que no tiene cabida ni en la Constitución ni en un régimen democrático.
Deben tener valor, porque no es probable que Sánchez tenga coraje para expulsar a González, a Guerra o a un grupo nutrido de socialistas históricos, pero si, aun así, los expulsa, quien seguirá perdiendo es el PSOE, al igual que ahora, ya que con la expulsión de Redondo lo que expulsa es a la socialdemocracia y a la dignidad.