Prohibido prohibir

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Sánchez se sacó de la chistera varias carteras vacías de competencias para saldar su estancia en Moncloa y una de las más bizarras es la de Consumo, claro, pues nunca antes en la historia de España existió, y menos ocupada por un comunista.

Desde su nombramiento Alberto Garzón ha tenido poco que hacer; o permanece encerrado en el despacho o asoma la patita para provocar polémicas ridículas. ¡Tiene que ganarse el pan (de espelta) el muchacho!, por los 41 millones de euros que nos cuesta a los contribuyentes.
¿Recuerdan su ataque contra la carne? Completamente contraproducente la campaña, por cierto, ha creado una corriente loquísima pro chuletón en España.

Ahora le ha llegado el turno a las golosinas. Adiós a la publicidad de bollos, galletas, zumos y helados destinados a los menores. Nuestros hijes, menores de edad, podrán abortar pero no ver un anuncio de chuches en la televisión;  podrán cambiarse de género, hormonarse, drogarse o lo que es peor, ver a Jorge Javier bailando la conga a media tarde, pero no ver un anuncio de nocilla.

Prohibidas las miradas, los piropos, la carne roja, los dulces. Es lo que tienen los ministerios comunistas, que confían en que la riqueza de un país se crea metiendo un euro en el microondas y esperando a que haga “pop-pop-pop” y no protegiendo a las miles de pequeñas empresas que son nuestra economía.

 

 

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