OPINIÓN

Prenafeta, la mano derecha de Pujol

Prenafeta, la mano derecha de Pujol
  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

El 8 de mayo de 1980, tras tomar posesión por primera vez como presidente de la Generalitat, Jordi Pujol le dijo a Lluís Prenafeta:

—Lluís, ¿tú sabes qué es la Generalitat?

El nuevo flamante Secretario General de Presidencia, que acaba de fallecer a los 86 años, pensó que era un examen.

Pujol no le dio tiempo a pensar: “Lluís, en estos momentos, la Generalitat somos tú y yo”. La anécdota es verídica. Incluso la recoge el propio expresidente en el segundo volumen de sus memorias.

Estaba todo por hacer. Y la verdad es que, la Generalitat actual, en buena parte es obra de Prenafeta. Pujol era el capitán. Pero él estaba en la sala de máquinas.

Él puso en marcha TV3 o la política exterior de la Generalitat. En la primera, nombraron a Alfons Quintà, que hasta entonces era el delegado de El País en Cataluña en pleno caso Banca Catalana. Era una manera de sacárselo de encima. O de comprarlo por decirlo claramente. El primer director de TV3, por cierto, acabó suicidándose tras matar a su esposa en el 2016.

Estuvo, en efecto, al lado de Pujol durante diez años entre 1980 y 1990. Hasta que tuvo que dimitir entre acusaciones de corrupción.

Nunca le perdonó a La Vanguardia las informaciones publicadas e impulsó un diario que tenía que ser la competencia del rotativo del conde de Godó: El Observador. Fue un fracaso.

El ex consejero Macià Alavedra, que asesoraba a Godó, me contó un día que al final consiguió que hicieran las paces por la vía de dedicarle un semáforo verde el día de su cumpleaños.

Cuando yo empecé en el periodismo político, Lluís Prenafeta ya no estaba en la cumbre. Pero se había resarcido de los últimos golpes económicos. Era de esos que siempre se volvía a levantar.

Me invitó un día a comer. E incluso me hizo una oferta por e-notícies, el digital que yo dirigía entonces. Por un precio irrisorio, todo hay que decirlo.

Pero en la comida me lo pasé muy bien. Me contó una anécdota de Pla. Resulta que un domingo regresaban de Palamós en auto y una pareja de la Guardia Civil les dio el alto

—¿De dónde vienen, señores?
—¡De putas, señor agente! —exclamó el autor ampurdanés.

Como no podía ser de otra manera, al menos para la época, los dejaron pasar.

Luego fue detenido en la Operación Pretoria, un presunto caso de corrupción urbanística -al final hubo sentencia firme- que implicaba a él, al citado Macià Alavedra y al alcalde de Santa Coloma de Gramenet, el socialista Bartomeu Muñoz.

Los encerraron, a la espera de pasar a la Audiencia Nacional, en el calabozo de la casa cuartel de la Guardia Civil en Sant Andreu de la Barca (Barcelona). No lejos de mi domicilio particular.

Me apiadé de Alavedra -que también me había invitado a comer un día en ‘cal Isidre’- y encargué un menú en el mejor restaurante de Martorell. Todavía guardo la factura. Me costó más de 200 euros. Fue hace más de quince años.

En el acto de caridad incluí al dirigente del PSC. Un día le había dado un disgusto al publicar que el alcalde de Santa Coloma vivía, en realidad, en el Turó Park, una de las zonas más pijas de Barcelona.

Pero nunca nadie me agradeció nada. Macià Alavedra falleció en el 2018. A Prenafeta me lo encontré un día, en la presentación de su libro, y le recordé el episodio. Se acordaba pero creyó que había sido pitorreo por mi parte. Mientras que a Bartomeu Muñoz le perdí la pista.

En su libro “El malson” -la pesadilla en castellano- explicaba su experiencia carcelaria. De Soto del Real a can Brians, la misma que acogió también a los presos del procés.

No sé si habría estado de acuerdo con el procés. “Companys -afirma- se equivocó. Como se equivocan aquellos que quieren atizar el conflicto de manera sistemática sin saber con qué fuerzas reales cuentan”, afirma. Nunca mejor dicho.

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