El precio de la luz es una soga en el cuello del Gobierno

A quienes en enero del año pasado advirtieron de la escalada sin límites en el precio del recibo de la luz, el Gobierno les llamó agoreros. Según la ministra de Energía, Teresa Ribera, después de la borrasca Filomena llegaría la calma, pero mes tras mes la factura eléctrica ha ido batiendo récords hasta situarse en el precio más alto de la historia. El Ejecutivo socialcomunista de Pedro Sánchez ha ido parcheando la situación, pero que nadie se engañe: las arcas del Estado son las primeras beneficiadas de la subida de la luz, por la sencilla razón de que cuánto más pagamos los españoles más recauda el Gobierno. En estas circunstancias, todas las promesas del Ejecutivo no son más que un brindis al sol. Lo que viene será bastante peor, porque la estructura de la factura eléctrica es un caos imposible de embridar. El contexto internacional amenaza con un infierno energético al Gobierno, porque el precio del gas seguirá al alza como consecuencias de las crecientes tensiones entre Marruecos y Argelia, que es nuestra principal fuente de suministro.

El Gobierno es víctima de su pasado y está probando su propia medicina: todavía resuenan las demoledoras críticas, envueltas en la más cutre demagogia, lanzadas por PSOE y Podemos al Gobierno de Rajoy a cuenta del incremento del recibo eléctrico durante el mandato del PP: un 30% en cuatro años, frente al casi 217% que ha subido la luz sólo en el último año (de septiembre a septiembre). El recibo de la luz es una estaca clavada en la espalda del Gobierno socialcomunista. Y lo peor es que no hay soluciones mágicas. A Sánchez, el invierno que viene se le va a hacer muy largo, porque vienen meses por delante en los que el precio de la luz seguirá subiendo de forma exponencial.

¿Se acuerdan de lo que decía la izquierda de la brecha energética? Aquello de que millones de españoles tenían que elegir entre encender la calefacción o comer por culpa de Rajoy. Pues comparen ustedes aquella subida de la luz con esta que sufren los españoles bajo un Gobierno socialcomunista que sigue instalado entre la propaganda y la mentira.