«Pedro Sánchez se nos ha enamorado»

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Paren las rotativas, paren España y paren sus vidas: Pedro Sánchez está enamorado. Hemos pasado de vivir en una nación en la que se indulta a delincuentes prófugos de la justicia por aritmética parlamentaria y se acerca a terroristas presos a cambio de presupuestos, por vivir en un cuento de Disney heteropatriarcal. El hombre guapo, todopoderoso, abandonando la gloria por el amor de su mujer. Enternecedor.

Cuando Pedro Sánchez dice que no todo vale contra su familia, se refiere a que lo que no vale es el Código Penal, y sinceramente no le culpo. Si le ha redactado uno ad hoc a Puigdemont, qué menos que hacer lo propio con su señora. Es una cuestión de justicia.

Pero volvamos al principio: a pesar de sus esfuerzos por ser un caballero andante, lo que dice nuestro aún presidente en su carta de amor es sencillamente mentira. Porque la inminente imputación de Begoña Gómez no es una intromisión contra la vida privada de Sánchez, es una investigación judicial para dilucidar si la mujer del presidente del Gobierno se ha aprovechado de su condición de primera dama para hacer negocios privados y, por tanto, ha cometido tráfico de influencias.

Pero es que, en cualquier caso, ¿qué clase de broma de mal gusto es que la izquierda diga que no todo vale en política cuando atacan a la familia de alguien de izquierdas? ¿Acaso no se acuerdan de Ione Belarra en el Congreso de los Diputados, sentada en la bancada azul en calidad de ministra de Sánchez, ataviada con una camiseta con la cara del hermano de Ayuso? ¿Y de la lona gigante con su cara en plena calle Goya? ¿Qué tal si hablamos del Fiscal General del Estado filtrando comunicaciones privadas entre la fiscalía y el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid? ¿Y dónde estaban los lamentos cuando en sede parlamentaria la vicepresidenta del Gobierno acusaba a la mujer de Feijóo de un bulo cutre mientras Sánchez gritaba «¡y aún hay mucho más!» entre aplausos de la bancada socialista? ¿Les recuerdo al primo de Almeida en la estafa de las mascarillas, al que Podemos pidió imputar? ¿O las risas e insultos cuando Pablo Iglesias decía que Ana Botella sólo era Alcaldesa de Madrid por ser la mujer de Aznar?

Tantos años achacando que la familia era un concepto filofascista y ahora resulta que los únicos que tienen esposa, esposo, espose, padres e hijos son los socialistas. Ignoro si Pedro Sánchez está profundamente enamorado o preocupado por Pegasus, pero es que da exactamente igual. Su baremo moral con la derecha es que la destrucción es lo mínimo que merecen y su estándar ético consigo mismo es que todo lo que no sea Corea del Norte poco le parece. Que nos ahorre el fin de semana y dimita ya, que está tardando.

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