Plutocracia

Plutocracia

Una de las mejores lecturas del año, para regalar o disfrutar, ha sido escrita y dibujada por Abraham Martínez, un autor español, bajo el título de ‘Plutocracia’. Se trata de una novela gráfica que se lee con mucha fluidez y que invita a una gran reflexión sobre la evolución del sistema político dominante en Occidente, nominalmente democracia, pero donde cada vez más quienes están en posesión del dinero se aprovechan de las fuertes situaciones de desigualdad social para influir en las políticas gubernamentales o hacer efectivas sus propias políticas. La historia de ‘Plutocracia’ transcurre en un entorno situado en 2050, pero a la vista de algunas de las cosas que se describen podría decirse que tienen vigencia actual. La plutocracia o gobierno de los ricos es aquel sistema muy vinculado con la oligarquía, en tanto en cuanto sólo unos pocos tienen acceso al ejercicio del gobierno.

Llevamos escuchando hablar de regímenes iliberales desde hace algunos años para referirnos a una serie de países que en Europa –caso de Hungría, Italia o Polonia– o fuera de ella –EE. UU. o Brasil– que cuentan con unos presidentes que han sido etiquetados machaconamente por hacer guiños a formas antidemocráticas de gobierno. Sin embargo, ninguno de ellos ha violado la Constitución de sus respectivos países. Empezando por Orban y acabando por Trump, todos ellos son acosados constantemente desde las elites económicas por las barreras que han creado para evitar que el ejercicio del poder emane desde arriba en lugar de la voluntad popular de los de abajo que es lo que da legitimidad a una democracia. Observen el caso de la Francia de Macron o la Italia de Salvini. Las protestas de los de abajo se reproducen en el país galo desde el movimiento integrado por los llamados “chalecos amarillos”. La crítica de las capas populares va dirigida en Francia contra el establishment que tiene en la figura de Macron su gran icono.

Similares movimientos de protesta no se conocen en Italia, Hungría o Polonia. Las diatribas a estos países proceden desde las élites políticas económicas y políticas europeas. Algunos se escudarán diciendo que ha habido también muchas ONG que han criticado las políticas de Orban o de Salvini, pero precisamente estas supuestas ONG son auténticos cortijos de las élites que quieren imponer sus idearios en los países en cuestión. Uno de esos plutócratas a los que Martínez se refiere en su libro bien podría ser el multimillonario George Soros, que ha construido su inmensa fortuna a partir de la especulación financiera, y quien utiliza la práctica totalidad de sus ONG, fundaciones o centros de estudios para influir en las decisiones políticas, de forma que no sea la voluntad popular la que impere, sino la de los intereses que él representa.

Por eso hay un movimiento ciudadano en España y fuera de ella que se ha declarado en contra de esos intentos por dominar la política desde fuera de las urnas. La gran diferencia entre los plutócratas y los llamados gobernantes iliberales es que mientras los últimos se presentan a unas elecciones y obtienen un respaldo mayoritario, los primeros nunca concurren al escrutinio popular y prefieren moverse entre bambalinas de forma muy poco democrática. En el mundo descrito en Plutocracia ya no hay electores, sólo accionistas. Es un caso de extrema ficción, pero bien podría explicar el temor de muchos de los chalecos amarillos. Y también podría explicar por qué Plutocracia ha sido un éxito en Francia.

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