Entre paréntesis

Entre paréntesis

No hicimos estío del empate con el Real Madrid, ni hagamos primavera de la victoria en Butarque. El camino es largo y, de salida, no se vislumbra un «Almería» que llegue al mes de enero sin ganar un solo partido. Vayamos al fondo de la cuestión y sigamos la máxima de Héctor Cúper: jornada a jornada.

Recordaremos las reflexiones esbozadas en artículos pasados, aunque recientes. La apocalíptica frase «la plantilla está cerrada», pronunciada por Alfonso Díaz, CEO del Mallorca diez días de comenzar la liga, no solo revelaba el poder del director financiero al no encontrar réplica a su presunción, sino una realidad económica descrita en «No es oro todo lo que reluce», publicado en este blog hace muy pocos días.

Con dinero o sin él resulta igual de cuestionable el trabajo de Pablo Ortells al frente de la dirección deportiva. Por enésima vez se ha demostrado que esperar al último día para fichar no garantiza un menos coste de contratación, pero si tiene visos de tener que apechugar con lo que nadie o pocos quieren y recurrir a ofertas desesperadas en detrimento de los objetivos marcados. La alineación de Rodri y Abde en el equipo titular del Betis el pasado jueves en el choque de vuelta de su clasificación para la Conference fue una bofetada en toda regla al ejecutivo de Son Moix.

Pero no olvidemos que el primer responsable es el presidente, Andy Kohlberg. Si tu secretario técnico ha invertido mal la cuenta de 22 millones como producto de la venta de Kang in Lee y ha perdido la batalla de renovar a Galarreta, no lo tiene que pagar el equipo, sino el responsable. Este a quien fuerzan a construir la gran mentira: no se puede aspirar a clasificarse en la primera mitad de la tabla, con cesiones de ochocientos mil euros que ni en el mejor de los casos contribuyen al crecimiento futuro que nos quieren vender.

Este verano han salido otros dos jugadores de evidente rendimiento, Rajkovic y Gio. No ha habido reinversión. La pasta debe ocupar una caja de seguridad en algún banco de Delaware. Nada que objetar, pero que no se pasen todo el tiempo contando películas de indios tanto a los suyos, los propios, como a la afición. Yo me quedo, una vez más, con el Mallorca de Contestí, sin nostalgia y disculpas por la reiteración: menos plata en boca, pero ningún cuento de hadas.

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