No todo está perdido en Navarra

No todo está perdido en Navarra
No todo está perdido en Navarra

Desde hace tiempo, muy concretamente desde que los mercenarios de Sánchez en el Viejo Reino pactaron con los separatistas vascos de Geroa Bai, la franquicia en Navarra del PNV, y los filoterroristas de Bildu un Gobierno de coalición para expulsar del poder al vencedor de las pasadas elecciones, la Unión del Pueblo Navarro, un viento de nostalgia por los años pasados, pero sobre todo de resignada tristeza, corroe una región que se siente ya sometida a la colonización eusquérica. El PSOE, que tiene en Navarra la historia bochornosa de dos presidentes regionales, Gabriel Urralbur y Javier Otano destituídos los dos por corrupción flagrante, nunca ha querido acordar con el centroderecha una solución foral y española que impida la invasión de los vecinos okupantes. Nunca. Por eso hace cuatro años concordó el PSOE, con la orden expresa del felón Sánchez Castejón, un acuerdo con los mencionados independentistas, una traición que aún les mantiene en el poder de Pamplona.

Dicho esto se entenderá que el vergonzoso pacto de esta semana del aún presidente del Gobierno con los herederos de ETA es sólo una consecuencia de lo expresado líneas arriba, pero es que, además, lo conocido hasta ahora, la cesión del patrullaje en las carreteras, es únicamente el principio de lo que se adivina que va a suceder si, quiéralo Dios que no ocurra, la coyunda de los filoterroristas con el PSOE se reedita en Navarra, y en España entera continúa en el Gobierno el tipo más mentiroso que haya regido nunca nuestros destinos. ¿Por qué adelantamos este temor? ¿Qué perpetran ambos conmilitones? Pues según se temen los más reputados miembros de la sociedad civil navarra, existe ya el diseño de una operación que consiste en desterrar totalmente a la Benemérita de la región, hasta el punto de que nunca tenga la ocurrencia de, por ejemplo, establecer controles de seguridad en las vías públicas cuando cada caso lo requiera. Es decir y sin ambages; expulsión total de un Cuerpo que durante todo el acoso letal de la banda asesina ETA sufrió un par de decenas de bajas a manos de los criminales que mandaron sucesivamente: Iturbe Abásolo, Ternera, Potros, Renteria, Eugenio Echeveste, Arizcuren Ruiz hasta llegar a la acémila más bestial de los facciosos, Garcia Gaztelu, alias “Txapote” que, por cierto, ahora mismo, y gracias a Sanchez y al ignominioso Marlaska, ya duerme en la cárcel de Pamplona. Hablamos del juez otrora admirado, convertido ahora por el contagio de un felón en un ministro al que ni, por un momento, se le ha ocurrido visitar cuarteles de la Guardia Civil como el de Dantzarinea, justo en la frontera con Francia, un enclave que padeció la embestida de los terroristas en más de cinco ocasiones.

Pero es que aquí no queda la cosa: si las informaciones de este cronista responden a la realidad, las próximas víctimas de los humillantes acuerdos de Sánchez con los herederos de ETA van a ser otras instituciones sociales tan imprescindibles como Protección Civil a la que el Gobierno de la afrentosa Chivite ha descalificado como repleta de fachas. Se trata en definitiva de lograr la inexistencia de cualquier bosquejo de representación nacional en Navarra con un sólo objetivo: el de completar la anexión, casi a la fuerza, que pretenden los nacionalistas del PNV y sus hermanos separados de Bildu. Es la decantación de esa república confederal y colonialista que Sánchez está edificando para toda España, un proyecto que no se detiene y que, a mayor abundamiento, se está acelerando desde La Moncloa para dejarlo listo para sentencia antes de las próximas elecciones generales que, esa es otra, sabe Dios cuando se convocarán.

Con estos diagnósticos y, llegado este punto, habrá quién se pregunte: y, ¿cómo dice este señor que no todo está perdido en Navarra? Empecemos por lo más inmediato: este próximo 4 de diciembre, una fecha después del día de San Francisco Javier, se va a celebrar un Congreso trascendental del Partido Popular. Lo es porque va a suponer -si sale bien- la reapertura de la presencia del PP en Navarra tras aquel pacto preciso con UPN que se cargó un bodoque llamado Miguel Sanz, y más recientemente de esa coalición, Navarra Suma, engrosada por todos, Ciudadanos incluidos, que ya está disuelta como un azucarillo y que nunca ofreció los resultados beneficiosos que se pretendieron. Ahora el PP elige a su nuevo presidente, un cirbonero, natural de Cintruénigo digo, Javier García, diputado ahora foral, a quien acompañará en la dirección la actual secretaria adjunta del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, Amelia Salanueva de la que las gentes hablan maravillas. Ambos se van a encontrar un partido casi en lisis, abandonado por su anterior líder, que sin embargo cuenta ahora mismo con encuestas saludables, muy por encima de los escasos cuatro representantes que acumula en el Parlamento Foral.

Pero queda sin despejar en todo caso la gran incógnita: de aquí al 28 de mayo, ¿va a ser capaz el centro y la derecha navarra de llegar a algún acuerdo para hacer frente a la invasión social-separatista? No hay noticia de lo que pueda proponer el hasta ahora partido mayoritario, la UPN de Esparza que, pegándose a diario tiros en los pies, ha abierto una nueva grieta con la más que posible salida de Enrique Maya como alcalde de la capital. UPN se encuentra en práctica escisión y la única buena noticia que destila aquella organización fundada por Jesús Aizpún, es el clamor que suscitan en el Parlamento español dos diputados ejemplares a los que laminó la propia organización partidaria. Tanto Carlos Garcia Adanero como Sergio Sayas, se han hecho un lugar en una cámara donde brilla clamorosamente la mediocridad. Ambos, según parece, van a asistir al Congreso del PP en diciembre. ¿Significará ello su acercamiento definitivo a Feijóo? No es en absoluto descartable. Esta coda de esperanza con que culmina esta crónica refuerza el optimismo de su titular: no todo está perdido en Navarra pero, para que no lo esté, es imprescindible la cirugía general: la extirpación de los cuerpos extraños y letales que hoy gobiernan y mandan, merced a Sánchez en el Viejo Reino.

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