No hay mucho que reflexionar: votar para acabar con la lacra del sanchismo

Hoy estamos en la clásica jornada reflexión, uno de esos días -vísperas de las elecciones municipales y autonómicas- que se prestan al análisis sereno de la realidad política española antes de emitir el voto. En realidad, no hay mucho que reflexionar, porque todo está muy claro. Un partido, el PSOE, aspira a mantener su hegemonía, la mayoría holgada lograda en 2019 y se presenta a las urnas con el bagaje de cuatro años de gobierno marcados por la gestión sectaria de un jefe del Ejecutivo que ha unido su destino político al de los partidos que no ocultan su odio a España. Con independencia de la pulsión radical de un socialcomunismo cainita, afanado en quebrar el modelo institucional sobre el que sustenta el régimen de 1978, estas elecciones han terminado por mostrar con extremo realismo el auténtico rostro del sanchismo.
Los escándalos que afectan directamente al PSOE son el reflejo de una manera tan grosera de concebir la política que cualquier reflexión pasa indefectiblemente por castigar en las urnas a un partido que presenta comportamientos más propios de una organización mafiosa que otra cosa. Porque lo que estamos viendo en los últimos días no puede sustanciarse en el clásico y cándido ‘son hechos aislados’. De eso nada: la compra de votos, pagados en muchos casos con drogas o los secuestros diseñados en las más altas instancias del partido revelan actitudes que no es que sean antidemocráticas, sino que son netamente delictivas.
La reflexión que cabe hacer en esta hora es sencilla: el sanchismo se ha convertido en una amenaza real para la democracia española y lo que están en juego es la libertad y la convivencia, conceptos que no son meras expresiones retóricas. Que Sánchez haya unido su destino político al de los enemigos de España es aterrador, pero que el PSOE se comporte como una organización mafiosa representa un peligro objetivo que urge combatir armándose con el voto. En defensa de España y en defensa propia